Patria es humanidad. José Martí El sábado 26 de Noviembre del 2016 conocíamos la triste noticia de la muerte de Fidel Castro. Su vida ha tenido más luces que sombras, aunque siempre depende de quién lo mire y de qué lado estás. Para las que hemos sufrido históricamente la opresión colonial, su solidaridad y su […]
José Martí
El sábado 26 de Noviembre del 2016 conocíamos la triste noticia de la muerte de Fidel Castro. Su vida ha tenido más luces que sombras, aunque siempre depende de quién lo mire y de qué lado estás. Para las que hemos sufrido históricamente la opresión colonial, su solidaridad y su lucha por la emancipación de los de abajo fue un ejemplo no sólo en América Latina, sino también en África y en Asia. Mucho se hablará estos días de su biografía pero yo hoy sólo quiero hablar del Fidel internacionalista, del Fidel generoso, humano, solidario. El Fidel que nunca titubeó ante las injusticias y atrocidades que se cometían. Ya sea en Cuba, Vietnam, Argelia o Angola. Llamaba a las cosas por su nombre porque esa es la esencia de quienes pelean sin miedo frente los poderosos. Frente al imperialismo en unos años muy complicados.
Y quería recordar especialmente el aporte que hizo a los movimientos de liberación nacional en el norte de África. Las que nacimos en ese continente siempre tuvimos la mirada puesta en aquellas luchas, en aquellas conquistas que desafortunadamente en las últimas décadas se han sido desvaneciendo con el auge de los ismos (integrismo, islamismo radical) y fundamentalmente con el empoderamiento de las dictaduras monárquicas árabes, las repúblicas bananeras dictatoriales después de unos breves y gloriosos años de lucha antiimperialista y colonial. Dictaduras que siempre contaron -casualmente- con el beneplácito de EEUU y del capital hasta el día de hoy.
Por todos es conocido el apoyo que Fidel le brindó a la joven y rebelde Argelia en su lucha por la libertad contra la metrópoli francesa. En diciembre de 1961, los revolucionarios cubanos hicieron llegar su apoyo material al Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia y recibieron en Cuba a los combatientes heridos. Alcanzada la independencia, el 24 de mayo de 1963 la primera brigada médica cubana se instaló en Argel. Ese año fuerzas militares voluntarias cubanas, acudieron al apoyo de la Revolución argelina, agredida por la monarquía marroquí. Fidel acompañó a líderes del socialismo árabe como Gamal Abdel Nasser, o el lider africano Kwame Nkrumah, junto a Jawaharlal Nehru de la India y Josip Broz Tito de Yugoslavia, en la creación del llamado Movimiento de No Alineados, en la Conferencia de Belgrado en 1961, y trabajó consecuentemente desde entonces, para hacer de esta iniciativa una fuerza antimperialista, anticolonialista y progresista en la arena internacional, con capacidad para influir positivamente en la política mundial.
La Revolución Cubana estuvo apoyando y siguiendo de cerca el despertar de las luchas anticolonialistas en Angola (1960), Guinea-Bissau (1962) y Mozambique (1963) cuyo auge tuvo lugar el 24 de abril de 1965, cuando el Che Guevara ingresa en el Congo, y se inicia la epopeya de apoyo a los movimientos de liberación de África Subsahariana (sin olvidar la lucha de Fidel en el Sahara Occidental).
Su ansia por forjar una escuela de combatientes internacionalistas contra la lucha imperialista y anticolonial con el apoyo del Che Guevara dieron sus frutos en 1966. Uno de los héroes de aquella ambiciosa idea de crear una conferencia basada en la unidad y solidaridad de los pueblos de América, África y Asia fue Mehdi Ben Barka. Un joven revolucionario marroquí, con una capacidad de análisis e interpretación del mundo muy lúcida, que hizo una lectura muy acertada del momentum. Un tipo brillante que entendió muy tempranamente que había que crear las condiciones materiales para la emancipación de los pueblos. Había que instruir al pueblo, conmoverle y organizarle (os suena de Gramsci, ¿no? Pues eso). En uno de sus escritos de prepararación de la conferencia decía: «Es un acontecimiento histórico la reunión de organizaciones antiimperialistas de África, Asia y América Latina, por su composición y por estar representadas las dos grandes corrientes contemporáneas de la Revolución Mundial: la revolución socialista y la revolución de liberación nacional. Lo hace histórico también su celebración en Cuba, donde tienen lugar ambas revoluciones».
Ben Barka acabó siendo secuestrado, torturado y asesinado en Paris por la CIA en colaboración con los servicios secretos franceses y marroquíes. Jamás se ha conocido la verdad del caso Ben Barka. Su cuerpo sigue sin aparecer y nadie ha sido juzgado por ello. Pese a su asesinato meses antes de la celebración de la Tricontinental, y a pesar de la propaganda imperialista que intentaba vender la idea de un encuentro subversivo y violento, el encuentro de los líderes revolucionarios de los tres continentes supuso un éxito rotundo y una esperanza para muchos pueblos. La cita tuvo lugar en La Habana y fue presidida simbólicamente por figuras como José Martí, Antonio Macelo y Camilo Cienfuegos. Quienes habían pensado que con el asesinato de Ben Barka y la desaparición de su cadáver eliminarían para siempre su ejemplo cometieron un grave error histórico. Después de más de 50 años la imagen del heroico dirigente continúa siendo símbolo eterno de la justa lucha de los pueblos y su ejemplo se ha multiplicado.
La Tricontinental consiguió ratificar la labor de coordinación internacionalista que Fidel comenzó a desarrollar y bajo ese impulso tuvo lugar en la Habana la Primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) entre el 31 de julio y el 10 de agosto de 1967. Su origen había sido la decisión de los dirigentes revolucionarios de los 27 países que representaron a la región en la conferencia de enero del año anterior, para alcanzar mayor fuerza y mejor capacidad de coordinación hemisférica. La OLAS ratificó que «constituye un derecho y un deber de los pueblos de América Latina hacer la revolución…!
Este no es más que un pequeño ejemplo de la solidaridad mostrada por Fidel desde muy temprano. Las que anhelamos un mundo mejor, podemos sentirnos orgullosas de su contribución a la humanidad. El devenir de los pueblos árabes y bereberes le deben mucho a los que se dejaron su vida en la lucha por la liberación nacional y popular, pero también a quienes desde su diferentes trincheras mostraron su solidaridad y pelearon por impulsar la justicia, la igualdad, la libertad, la fraternidad en todo el mundo. Unidad, unidad y unidad. Ya lo decía el propio Fidel y no puedo estar más de acuerdo: «Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la Humanidad».
Dina Bousselham es coordinadora de Áreas y Responsable de Migraciones en el Consejo Ciudadano de Podemos en la Comunidad de Madrid.
Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/11/26/de_fidel_ben_barka_solidaridad_internacional_58133_1023.html