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De la CNT a Izquierda Unida

Fuentes: Rebelión

Antonio Romero ha escrito algo sobre José Díaz y el Frente Popular para regañarle a Julio Anguita y afearle su conducta en este mes de mayo tan dado a disputas acerca de investiduras, pactos y gobiernos de coalición. La historia siempre está bien para pensar. Tiene ejemplos de casi todo, así que en verdad cuesta […]

Antonio Romero ha escrito algo sobre José Díaz y el Frente Popular para regañarle a Julio Anguita y afearle su conducta en este mes de mayo tan dado a disputas acerca de investiduras, pactos y gobiernos de coalición. La historia siempre está bien para pensar. Tiene ejemplos de casi todo, así que en verdad cuesta poco trabajo decir que nada nuevo hay bajo el sol. Quizá sea verdad.

Estos días me ha venido a la cabeza un capítulo de la historia española, pero en vez de bucear en José Díaz y su insignificante Partido Comunista, mi memoria se ha lanzado en búsqueda de la impactante y polémica entrada de la potente CNT en el Gobierno de la República. Apartemos siglas, emblemas e idearios y no nos costará mucho entender que en 1.936, los dolores de cabeza a la burguesía se los daba la CNT más que el PCE. 76 años después, las cosas han cambiado. Ahora los rebeldes que molestan están básicamente en las filas de IU. Un poco de historia para reflexionar.

Otoño de 1936. Nada más formar gobierno, Largo Caballero solicitó la entrada de la CNT en su equipo. La CNT pidió cinco ministerios, dos de los cuales serían Guerra y Hacienda. Largo Caballero ofrecía dos. Largo Caballero tomó café con Horacio Prieto, el secretario general de la CNT. Quizá se fumaran un puro.

El 4 de noviembre de 1936 la CNT entró en el gobierno republicano asumiendo los ministerios de Justicia, Sanidad, Industria y Comercio. Cuatro ministerios nada menos. Había trampa. Antes de la formación de ese nuevo gobierno, Industria y Comercio estaban en el mismo ministerio. Sanidad y Asistencia Social era una dirección general.

Si Valderas conocía este capítulo de la historia, seguro que habrá llorado pensando en la cartera de Vivienda sin Urbanismo, en Turismo sin Cetursa o en delegaciones provinciales sin delegados de IU. Me pregunto si han ido a negociar con los perros viejos del PSOE sin tener delante el organigrama de las distintas Consejerías. Sólo así se entiende que el PSOE se haya quedado con el control del 95% de las agencias, entes y organismos diversos en los que se refugia una parte sustantiva del pastel y de la basura.

Al conocer por la prensa las sucesivas tomaduras de pelo, muchos de los que veíamos con buenos ojos una entrada en el gobierno si se daban ciertas condiciones, empezamos a ponernos tristes y melancólicos. El mando en plaza no aparecía por ningún lado.

Claro que aún nos quedaba la esperanza del programa, programa, programa. Dos veces me tuve que leer el acuerdo de gobierno para confirmar lo que había intuido en la primera lectura cuando iba por la página 15. Muchas palabras y nada de nada. Como no me convencía eso de votar investidura y pasar a la oposición (muy fácil de escribir y muy difícil de articular sin llegar a las elecciones anticipadas en el verano), opté por votar sí al acuerdo de legislatura.

Pensé, ingenuo yo, que aunque el acuerdo programático fuese vago, quizá habría atados bajo la mesa ciertos compromisos que permitirían a IU hacer un papel digno que pusiera de manifiesto que, aunque de forma tibia, sí que había una alternativa, otra manera de hacer las cosas, una rebelión light pero rebelión al fin y al cabo.

Ahora, al leer el compromiso de aceptar todas y cada una de las imposiciones del gobierno central, me ha venido a la cabeza la primera reunión del Consejo de Ministros que presidía Largo Caballero y en el que los ministros de la CNT no sabían en qué silla sentarse, si podían fumar o si podían hablar con libertad y confianza.

Noviembre de 1936. En la primera reunión del Consejo de Ministros se trata como punto principal el abandono de Madrid y el traslado del gobierno a Valencia. Qué barbaridad. Eso no puede ser. La gente no va a entender esta medida. Los ministros de la CNT se oponen y el presidente amenaza con una crisis de gobierno. Hay un receso. Consultan. Hablan entre ellos. Finalmente, ceden por responsabilidad. Esa misma noche, el gobierno se escapa de Madrid. Los militantes cenetistas se llevan las manos a la cabeza al conocer que todos los ministros, también los suyos, huyen. Los periódicos cenetistas intentan convencer a los afiliados de que no había otra solución.

El lenguaje ha cambiado mucho desde entonces. No hay constancia de que nadie dijese que el acuerdo se había tomado por imperativo legal.

Nos han explicado, muy mal por cierto, que esto se hace porque no hay más remedio. Y han añadido una coletilla: si no aplicábamos el ajuste, nos intervenían. ¿Y qué? Posiblemente esa hubiese sido la mejor estrategia: tensar la cuerda al máximo forzando la intervención. Que sea directamente el equipo de Rajoy el que aplique los recortes. Ignoro si la dirección de IU ha valorado esta alternativa. Supongo que, de todos modos, habría sido imposible con el socio de gobierno que tenemos, así que no deja de ser un lamento melancólico.

La cosa pinta mal. Los militantes están preocupados, diga lo que diga la dirección. Muy preocupados. Un gobierno no es para siempre, por supuesto. Podríamos salir del gobierno a la semana de entrar. Podríamos. Pero no tengo tan claro que eso sea bueno para IU. El caso es que quizá ahora no tengamos una salida buena.

Llegados aquí, una de cal que ya van bastantes de arena. No comparto la demagogia de quienes dicen que en vez de recortar donde se ha recortado hay que bajar los sueldos de los altos cargos, hay que acabar con los coches oficiales o hay que meter mano a los paraísos fiscales. A los sueldos y a los coches hay que pegarles un recorte de escándalo, por supuesto. Bastante más de lo que se ha comprometido en el Plan de Ajuste. Pero eso supone unas cantidades tan ridículas comparadas con tres mil millones, que el problema sigue siendo el mismo. Son medidas imprescindibles por su componente ético, pero ya está. A nivel económico su efecto es irrisorio. En cuanto a lo de los paraísos fiscales, ya debería la gente saber qué cosas competen y qué cosas no competen a según qué administración.

Demagogia, cuanto menos mejor. Pero sí que es exigible a la dirección un poquito de seriedad y de rigor. Para ponerse en su sitio y hacerse respetar. Porque si Griñán le toma el pelo a Valderas me lo está tomando a mí, y a todos mis compañeros de la asamblea local. Y eso no debería permitirlo mi Coordinador Andaluz.

Seriedad y rigor. Para estudiar con los presupuestos de 2010 y 2011 en la mano el gasto real partida a partida y hacer propuestas serias acerca de todos los tijeretazos que hay que dar en organismos inútiles, en complementos de productividad, en cargos prescindibles o en subvenciones diversas tan numerosas como escandalosas. (a determinados sindicatos y a determinadas empresas).

Haciendo ese ejercicio, y multiplicando por diez el esfuerzo de trasladar a la sociedad, pueblo a pueblo, colegio a colegio, hospital a hospital, estas propuestas, IU podrá explicar, con razón, que los números son los que son y que si del gobierno central te llega menos dinero, tienes menos para gastar. Recortes inevitables, vale, pero afilando bien la tijera en la maraña tupida de estómagos agradecidos que ha creado los treinta años de socialistas. Si se apuesta por seguir en el gobierno y no se hace este trabajo, IU va a quedar mal o peor. Todavía estamos a tiempo de reaccionar y hacer las cosas medio bien.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.