Traducido para Rebelión por Germán Leyens
La naturaleza realmente patea la puerta de vez en cuando, y nos hace saber hasta qué punto los seres humanos han convertido el mundo en un lío. Hace unos pocos años, el huracán Mitch arrasó gran parte de Guatemala y los países vecinos. Cerros se desmoronaron y la capa arable del suelo fue arrastrada al mar. Allí, fue política, política de clase, en esa erosión, del mismo modo hay política en la mayoría de los desastres «naturales». EE.UU. había aplastado la reforma agraria en Guatemala en los años cincuenta, al supervisar la CIA un golpe contra Arbenz y al iniciar decenios de salvaje represión. Los campesinos tuvieron que entregar las buenas tierras planas a la United Fruit Co. y escarbar pequeñas propiedades para subsistir en laderas cada vez más escarpadas.
Las secuelas de Katrina representan el precio a pagar por décadas de estupidez, codicia, pillaje, racismo. Pienso que la velocidad hacia la catástrofe realmente aumentó en la era Reagan. Es cuando la noción de que esta sociedad representara en algún sentido profundo un esfuerzo colectivo, orientado hacia una mejora humana universal – el núcleo de la antigua Ilustración – fue tirada a la basura.
Una vez que se deja de creer en la mejora universal, se deja de invertir en defensas sociales, como la atención sanitaria, o el control de inundaciones. Construyes tu maravillosa urbanización sobre el cerro, colocas una cerca alrededor y eliminas el servicio local de autobuses para que los pobres no puedan acercarse. ¿Cuál fue la respuesta final al boicot de autobuses en Montgomery, Alabama? ¡Eliminar los autobuses!
Así que el esfuerzo colectivo se viene abajo, y pronto la sociedad olvida cómo funciona el esfuerzo colectivo. Decenas de miles de pobres parados sobre los techos en el Delta, y no tienen la menor idea de cómo los van a salvar. A los que transportaron a tierra seca los abandonaron sobre la carretera, donde se quedaron parados mientras los camiones del ejército iban pasando.
Hay toda clase de arreglos que los ricos y poderosos en toda sociedad hacen con los pobres. Pero de una u otra manera – mediante pan, circo, susidios de desempleo, la promesa de que Cualquiera Puede Lograrlo – existe la oferta de un arreglo. No causes problemas: nos haremos cargo de tu persona. Los imperios se derrumban cuando la oferta – la «tasa marginal de rendimiento» – demuestra su vacuidad: no ocuparemos de tu persona. O, no podemos hacernos cargo de tu persona. No te necesitamos y no nos asustas.
A ese punto hemos llegado en este país. Malthus, un cristiano, propuso que se colocara al excedente de pobres cerca de pantanos insalubres, a la espera de que enfermaran y murieran. ¿Qué diferencia hay entre eso y la «preparación para la emergencia» y los procedimientos de evacuación antes, durante y después de Katrina? ¿Cómo veía Washington a Nueva Orleans y a la mayor parte de la costa del Golfo? Básicamente, como un vasto montón de gente en su mayoría pobre y en su mayoría negra. Así que, año tras año, negaron fondos para apuntalar los diques, que todos los expertos están de acuerdo en que iban a ceder en una tormenta de más de Fuerza Tres. Vaciaron la economía de cada estado de manera que finalmente la base tributaria de Mississippi fue su parte de los ingresos del juego, de casinos flotantes, porque los cristianos dijeron que la Obra del Diablo no podía tener lugar en tierra seca.
La política dominante en EE.UU. ha dejado de estar a la altura de lo que se esperaba de ella en todo, excepto en los términos más mezquinos. Mientras más grande el cerdo, más grande será el tacho de bazofia. No existe una oposición digna al nivel establecido. Generalmente, pienso que la gente está considerando las escenas a lo largo de la costa del Golfo y en el Delta con horror, porque comprende a dónde ha llegado nuestra sociedad.