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De Posada Carriles a Simón Trinidad

Fuentes: Voz

Simón Trinidad fue secuestrado durante una misión de paz en Ecuador Juicios acomodados: Mientras hechos reales y contundentes demuestran la participación del terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles en el asesinato de 73 pasajeros de un avión, al guerrillero colombiano le montan pruebas ficticias para condenarlo por terrorismo y sepultarlo de por vida en […]

Simón Trinidad fue secuestrado durante una misión de paz en Ecuador
Juicios acomodados: Mientras hechos reales y contundentes demuestran la participación del terrorista de origen cubano Luis Posada Carriles en el asesinato de 73 pasajeros de un avión, al guerrillero colombiano le montan pruebas ficticias para condenarlo por terrorismo y sepultarlo de por vida en una cárcel norteamericana

[Alberto Acevedo, VOZ] El juicio criminal contra el guerrillero colombiano Simón Trinidad, que comenzó el 16 de octubre pasado en una corte de Washington, y se estima dure unas seis semanas y culmine con una condena no inferior a los 30 años de prisión, muestra entre otras cosas, la doble moral de la justicia norteamericana en el juzgamiento de quienes ella misma cataloga como «terroristas», enemigos de la seguridad nacional de ese país.

A Simón Trinidad, capturado en Ecuador en un operativo con la colaboración de agencias norteamericanas de inteligencia mientras adelantaba gestiones para un acuerdo humanitario en Colombia y abogaba por la intermediación de la comunidad internacional en la solución política del conflicto armado colombiano, se le acusa de terrorismo y narcotráfico, y se aduce, entre otros cargos criminales, su vinculación al secuestro de tres ciudadanos norteamericanos, actualmente retenidos por las FARC.

Los colombianos recuerdan la imagen de Trinidad, difundida ampliamente durante las negociaciones de paz con el gobierno de Andrés Pastrana en la denominada zona de distensión del Caguán. Fue autor y relator de varias ponencias en el esfuerzo de la guerrilla por encontrar caminos de negociación al conflicto. Su labor como dirigente guerrillero es, por tanto, básicamente ideológica.

Eso explica que haya sido comisionado por el Estado Mayor de la formación rebelde, para adelantar los citados contactos e insistir en una salida política al conflicto, pese a encontrarse rotas oficialmente las conversaciones con el Gobierno central en Bogotá. Simón Trinidad no era por tanto un tropero, como se dice en el argot castrense.

Dos procesos

No tuvo por tanto, y así lo han demostrado los abogados de la defensa, ni la más remota posibilidad de haber participado en la retención de los aludidos ciudadanos norteamericanos. Empezando por el hecho de que al momento de producirse el derribamiento del avión en que viajaban, Trinidad se encontraba fuera del país.

Es endeble también el argumento de que a nombre de la guerrilla hubiera hecho parte del tráfico de estupefacientes en gran escala. Sin embargo, Trinidad fue solicitado en extradición por los Estados Unidos, y en una primera etapa del juicio, enfrenta al menos cinco cargos criminales, siendo el principal de ellos el haber conspirado para le retención de los tres norteamericanos.

Para enero próximo está previsto el inicio de un segundo proceso en su contra por narcotráfico. La prensa norteamericana se ha ocupado, por otro lado, con alguna cautela, de la solicitud que los gobiernos de Cuba y Venezuela han hecho, para que Estados Unidos extradite al terrorista Luis Posada Carrilles, un ex agente de la CIA que participó en el atentado contra un avión de Cubana de Aviación, que partió del aeropuerto de Caracas con destino a la isla, y en donde murieron los 73 pasajeros que iban a bordo.

Torturas buenas y malas

El avión de Cubana de Aviación estalló en el aire hecho añicos, tras dos explosiones producto de un sofisticado operativo. Eso fue el 10 de septiembre de 1976. Sin embargo, 30 años después del crimen, Posada Carrilles, su autor intelectual no ha sido sometido a juicio. Ni siquiera media una orden de detención preventiva en su contra, como está obligada la administración norteamericana a hacerlo, cuando hay una solicitud de extradición.

Hace una semana, el presidente Bush aprobó una ley que autoriza a sus agentes en todo el mundo a aportar pruebas secretas y arrancar declaraciones bajo tortura contra supuestos o reales «terroristas». Pero a Posada Carrilles, un terrorista consumado, que confesó su participación en el crimen, no lo extradita, por «temor a que los Gobiernos cubano o venezolano lo torturen».

Simón Trinidad, como ideólogo rebelde, jamás disparó un tiro contra una persona. Jamás amenazó la seguridad nacional de los Estados Unidos. Sinembargo es juzgado en un tribunal norteamericano por su condición de rebelde, lo que implica una intromisión descarada de ese país en los asuntos internos de una nación extranjera.

Impunidad para los amigos

Posada Carriles declaró ser un agente de la CIA. Documentos secretos de inteligencia desclasificados recientemente, rroboran tal acierto. Y todos los responsables del crimen contra el avión cubano, andan libres por las calles de Miami. Contra ellos no se formula ningún cargo penal, ni se les ha requerido por autoridad alguna, 30 años después de haberse cometido el crimen.

En contraste, el juicio contra Trinidad ha sido ágil y expedito. Antes de que culmine el año, seguramente estará condenado a pudrirse en una mazmorra norteamericana. Posada Carriles en cambio, que sí confesó su crimen, no tiene por qué preocuparse de que la justicia americana lo vaya a condenar. Washington hace esfuerzos porque un tercer país lo acoja, en una especie de asilo generoso. Por cierto, ningún gobierno ha aceptado semejante empresa.

Así andan las cortes norteamericanas.

El crimen real de Simón Trinidad es el de ser un patriota en rebeldía, que empuñó las armas en un proyecto de liberación nacional. El asunto de Posada Carriles es distinto. Washington lo protege y la da albergue, «porque es su terrorista preferido». Al menos así opina el jurista José Pertierra, abogado de la parte venezolana en el pedido de extradición.