El primer año del gobierno de Joe Biden concluyó con decepción e ira ante su fracaso en cumplir con sus mayores promesas electorales, incluida una reforma migratoria.
Pese a evidentes cambios, el presidente estadounidense Joe Biden decepciona en política migratoria al no cumplir en su primer año de gobirno con su ambiciosa reforma, y pese a que reunificó a familias, suspendió la construcción del muro, frenó las redadas y renovó la protección a los dreamers.
El primer año del gobierno de Joe Biden concluyó con decepción e ira ante su fracaso en cumplir con sus mayores promesas electorales, incluida una reforma migratoria, lo que afecta la vida cotidiana de millones, y alivia el clima de intimidación y persecución que padecieron comunidades migrantes durante los cuatro años de Trump.
Defensores y líderes inmigrantes, aunque reconocen los cambios, se muestran decepcionados y hasta traicionados. Reprueban el primer año de Biden porque consideran que incumplió su promesa de impulsar una reforma migratoria con un mecanismo para la legalización de millones de indocumentados y porque un año después no ha anulado todas las medidas antimigrantes de Trump.
Sin dudas, en el año de gobierno de Biden se registraron cambios importantes , pero la más trascendente y ambiciosa en 20 años fue la presentación, en su primer día, de una reforma migratoria que incluye acceso a la ciudadanía, seguido rápidamente por el desmantelamiento de algunas de las entre 500 y mil acciones ejecutivas antimigrantes del xenófobo expresidente Donald Trump.
Entre ellas se contaban renovar la protección contra la deportación para los dreamers, el fin de la prohibición de viajes contra varios países de población musulmana, rescatar a niños secuestrados por el gobierno anterior y reunificarlos con sus familias, el fin de redadas masivas de indocumentados en sitios de trabajo, revertir medidas para anular el asilo, suspender la construcción del muro fronterizo y nuevas regulaciones para ampliar la discreción de jueces sobre casos de migrantes. Después del anuncio, la realidad.
Todo balance sobre el tema de migración arranca con la derrota electoral de Donald Trump y el fin de su retórica antimigrante, y la anulación y repudio de medidas bárbaras como el secuestro de niños de los brazos de sus padres e invitaciones oficiales a emplear violencia contra migrantes y contra muchos líderes y defensores de la comunidad migrante.
Biden promovió 296 acciones ejecutivas sobre migración (seis en su primer día en la Casa Blanca), con 89 de ellas dedicadas directamente a revertir las políticas de Trump, informa el Instituto de Política Migratoria (MPI) en su informe sobre el primer año del presidente demócrata.
Señlala el MPI que en gran medida la percepción pública de que Biden ha logrado poco sobre migración es resultado de que los medios, expertos y activistas se han enfocado en la falta de logros sobre dos promesas claves de este gobierno: una reforma migratoria que incluye la legalización de los indocumentados y reparar el sistema de asilo en la frontera.
Añade que la respuesta caótica de este gobierno a los altos flujos de migrantes en la frontera y la permanencia de algunas de las medidas de Trump como el uso del llamado Titulo 42 para expeditar expulsiones en la frontera, al igual que el controvertido programa de Quédate en México, también opacan sus logros y cambios positivos
El informe –de los analistas Muzzaffar Chishti y Jessica Bolter- afirma que hay un cambio mucho más grande sobre migración de lo que se reconoce en el primer año de Biden. Agregan que no hay duda de que a través de acciones ejecutivas grandes y pequeñas, este gobierno ha avanzado o cambiado políticas de manera que tienen un impacto significativo sobre protección humanitaria, la aplicación de ley de inmigración y la inmigración legal, tocando las vidas de grandes números de indocumentados.
Esas acciones incluyen medidas que reducen radicalmente el número de inmigrantes indocumentados sujetos al arresto, detención y deportación, cancelando algunas de las nuevas barreras antimigrantes, elevar el límite anual de refugiados que se pueden admitir a 125 mil y medidas para proteger de deportación hasta un millón de inmigrantes ya en el país provenientes de ciertos países, o para esperar visas especiales para víctimas o testigos de ciertos delitos, entre otros.
Por su parte, Esther Olavarria, subdirectora sobre migración de la Casa Blanca, subrayó cambios radicales en varios rubros, como poner fin a las redadas y a la detención de familias. Recordó los retos que enfrenta de inmediato el gobierno de Biden, como un número sin precedente de menores no acompañados ingresando por la frontera y el sistema de asilo desmantelado por Trump. Es difícil hacer cambios, reconoció.
Angelica Salas, directora de la Coalición por los Derechos Humanos de Inmigrantes (CHIRLA) criticó que un año después, la elevada retórica con que el presidente Biden ingresó a la Casa Blanca permanece una promesa incumplida en torno a promover una reforma y que la llamada Ley de Ciudadanía de Estados Unidos no fue acompañada por una estrategia legislativa para asegurar su éxito.
Lorelia Praeli, codirectora de la organización social Community Change, denunció que la deportación de unos 14 mil haitianos es inaceptable, al igual que los incrementos en el número de inmigrantes encarcelados en centros de detención privados.
Silky Shah, directora de Detention Watch Network, red de activistas que trabajan para clausurar los centros de detención de migrantes, expresó: estamos decepcionados y frustrados porque Biden no ha cumplido sus promesas de campaña para deshacer la criminalización y óptica punitiva del sistema de detención y deportación de migrantes.
America’s Voice –organización dedicada a promover legislación proinmigrante– en su evaluación del primer año, señaló que el gobierno necesita evaluar sus promesas incumplidas y repensar su estrategia para lograr que se cumplan.
Human Rights First documentó que unos ocho mil 705 de los ataques contra migrantes y solicitantes de asilo –incluyendo violaciones y secuestros– que fueron expulsados a México empleando medidas que impulsó Trump (Título 42 o Quédate en México) ocurrieron durante el primer año de Biden.
Casi todos coinciden en que el presidente Joe Biden y el liderazgo legislativo demócrata deben actuar con mayor decisión y valentía, y advierten que estos políticos –no sólo el presidente- serán juzgados no por sus buenas intenciones y efusivos discusos sino por sus acciones y resultados.
*Doctorando en Comunicación Estratégica, Investigador del Observatorio en Comunicación y Democracia, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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