Para que los que no me conozcan, me llamo Fernando Gamboa, y hace unos meses terminé una nueva novela de aventuras titulada GUINEA que en este mes de Octubre saldrá a la venta publicada por Ediciones El Andén. El motivo de este mail, es mi deseo de compartir con la mayor cantidad de personas posibles, […]
Para que los que no me conozcan, me llamo Fernando Gamboa, y hace unos meses terminé una nueva novela de aventuras titulada GUINEA que en este mes de Octubre saldrá a la venta publicada por Ediciones El Andén.
El motivo de este mail, es mi deseo de compartir con la mayor cantidad de personas posibles, y no sólo con las que adquieran la novela, todo aquello que he averiguado en los meses de investigación previos a la redacción del libro. Lo que a continuación detallo, aunque pueda parecer exagerado o tendencioso (cuando no simplemente increíble), es rigurosamente cierto y puede ser contrastado por las fuentes que cito.
A muy pocos les debe sonar un pequeño país llamado Guinea Ecuatorial, aún menos sabrían dónde situarlo en un mapa de África, y serán contados los que recuerden que, hasta hace exactamente cuarenta años, los ecuatoguineanos eran tan ciudadanos españoles como un alicantino o un gaditano.
Por entonces, Guinea Ecuatorial era una provincia más de España enclavada en la costa Africana del Golfo de Guinea; ‘La perla de África’ la llamaban.
Hoy, cuatro decenios después de su independencia, bajo el yugo dictatorial de la familia Obiang Nguema y con el beneplácito de las grandes potencias cuyas empresas explotan sus campos de petróleo y expolian sus reservas madereras, Guinea Ecuatorial se ha convertido uno de los países más subdesarrollados y corruptos del mundo, y el pueblo ecuatoguineano en uno de los más aterrorizados a manos de su propio gobierno.
El actual presidente de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang Nguema, quien lleva 29 largos años en el poder tras ejecutar al anterior presidente (su propio tío, otro asesino), ha saqueado, robado y asesinado sistemáticamente hasta extremos inconcebibles, amasando una fortuna que lo convierte en uno de los hombres más ricos del planeta, en uno de los países más pobres de África. Aunque para ser exactos, no puede decirse que el país en sí sea pobre, pues alberga una de las mayores reservas petrolíferas del continente, cuyos beneficios de explotación reportan al régimen guineano miles de millones de euros. Lo que sucede, es que la familia Obiang se queda con ABSOLUTAMENTE TODO lo que pagan gobiernos y petroleras extranjeras (norteamericanas y chinas sobre todo) por los derechos de extracción. Pero aunque parezca mentira, la familia Obiang no se limita únicamente a quedarse con esa ingente cantidad de dinero, sino que además se dedica a robar propiedades privadas (se han apoderado aproximadamente la mitad de los terrenos edificables del país, y no han pagado un céntimo por ellos), salarios (muchos trabajadores han de pagar a la familia del presidente gran parte de lo que ganan) o negocios de los guineanos no afines al gobierno o a la familia Obiang (que al fin y al cabo es lo mismo), cuya ignominia llega al punto de despojar impune y caprichosamente a sus empobrecidos compatriotas de cualquier bien que posean sin justificación alguna.
Teodoro Obiang y su clan gobiernan Guinea Ecuatorial como lo haría un esclavista con su hacienda. Para ellos, los ciudadanos guineanos son esclavos a su disposición y el país una finca privada que saquear sin tener que dar cuentas a nadie.
A pesar del río de dinero que fluye desde este desdichado rincón de África, sus habitantes no disponen de servicios sanitarios, educación, seguridad o justicia. Por ejemplo, ante cualquier emergencia médica el Hospital de Malabo es la única opción de asistencia, pero eso sí, bajo ciertas condiciones como: pagar la estancia y el tratamiento por adelantado y, además, llevar todo lo necesario para dicha estancia y tratamiento (y con todo, me refiero a TODO: desde las jeringas o medicamentos necesarios, al colchón, las sábanas o la comida). Sin ir más lejos, cuando hace unos años estuve en Guinea, el método de extracción para realizarle a mi pareja un análisis de sangre consistió en hacerle un corte en la mano con un trozo de cristal.
Pero, por inaceptable que resulte, esto es sólo el principio, y ni mucho menos la peor parte.
Lo que convierte a Teodoro Obiang (conocido como ‘El Jefe’) y sus acólitos no sólo en ladrones, si no en peligrosos criminales, es la política de detenciones arbitrarias, encarcelamientos injustificados, torturas y asesinatos cometidos contra sus propios ciudadanos. Se calcula el actual gobierno guineano ha exterminado a nada menos que al 10% de la población del país, y una cantidad indeterminada ha desaparecido o se encuentra encarcelada ilegalmente y sin juicio previo.
Según el último informe de Amnistía Internacional, los detenidos por la policía y el ejército son torturados sistemáticamente con métodos tan brutales como mutilaciones, rotura de huesos, violaciones, descargas eléctricas en los genitales o, atención, clavar tenedores en la vagina de las detenidas…
Y para quien guste de datos e imparciales estadísticas, ahí van unas cuantas.
– Guinea Ecuatorial produce 400.000 barriles diarios de petróleo
– Exporta casi 1.000.000 de metros cúbicos de madera tropical al año.
– Su Renta per cápita la sitúa en el número 38 del ranking mundial (por encima de Kuwait o Arabia Saudita).
– En cambio, en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU ocupa el puesto 121.
– El 151, sobre 163, en corrupción, según Transparency International.
– La esperanza de vida es de sólo 43,3 años, según Amnistía Internacional.
– La élite gobernante posee alrededor del 98% de la renta nacional.
– El 80% de la población vive con menos de 20 euros al mes.
– El gobierno de Obiang ha convertido a Guinea Ecuatorial en el centro del tráfico de drogas de África Occidental.
– Teodoro Obiang ganó las últimas elecciones con un 99,5% de los votos. Los 13 partidos políticos autorizados estaban formados por miembros del gobierno.
– En una reciente visita a Estados Unidos, la
Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, describió a Obiang como ‘buen amigo’.
– En Julio de 2003, la radio estatal anunció que: ‘El presidente es un dios, que está en contacto permanente con el todopoderoso y puede matar a cualquiera sin que nadie le pida cuentas y sin ir al infierno, porque es el Dios mismo’
Sobran comentarios.
Y lo que personalmente hace que esta vergüenza común me resulte aún más dolorosa, es que el pueblo guineano, uno de los más amables, hospitalarios y generosos que he conocido, haya sido, como cité al principio, parte integrante del Estado español. La atropellada y negligente descolonización de Guinea Ecuatorial, por parte de España en 1968, es el origen de la inadmisible situación que ahora sufren los guineanos y a la que hoy asistimos con absoluta indiferencia y desafecto.
Pero hay que recordar que los ecuatoguineanos no sólo siguen hablando en castellano, sino que muchas de sus costumbres, celebraciones y tradiciones siguen siendo las mismas que las nuestras. Sus hijos cantan las mismas canciones que cantan los nuestros en el colegio, sus bromas son las mismas, hasta sus palabrotas son las mismas que las nuestras. Son, por decirlo así, unos primos cercanos de los que nos hemos olvidado totalmente, una parte de nuestra familia de la que nos hemos desentendido, ajenos y a veces cómplices de un castigo que de ningún modo merecen porque, probablemente, mientras lees esto una anciana agonizando de malaria pide un médico que nunca llegará; un niño está preguntando dónde están sus padres desaparecidos; una mujer implora a Dios que la mate, mientras es violada y torturada salvajemente en una comisaría.
Y cada día, Guinea Ecuatorial se hunde un poco más en las tinieblas.
Cada día, nuestra ignorancia nos hace más culpables.
Cada día cuenta.
Alguien dijo una vez que ‘Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada’.
Quizá este sea un buen momento para averiguar qué tipo de hombres y mujeres somos en realidad.
Y si te estás diciendo en este instante ‘Pero bueno, ¿y yo que puedo hacer? Aquello está muy lejos’. Lo cierto es que, por desgracia, no vas mal encaminado.
Guinea Ecuatorial es víctima de la maldición del petróleo, y como puedes imaginar, Estados como China, Estados Unidos o Francia harán todo lo posible para mantener a Obiang en su poltrona y así garantizar un suministro fiable de crudo para sus compañías petroleras. Por ello será muy difícil cambiar las cosas a corto plazo en la maltratada pero aún hermosa Guinea.
Y sin embargo, sí hay algo que podemos hacer por aquella gente: correr la voz.
Estos dictadores de opereta sólo se mantienen gracias al desconocimiento que tiene el resto del mundo de las fechorías que cometen. Cuantos más de nosotros sepamos lo que sucede, y por qué sucede, más probabilidades hay de que un día quizá no muy lejano, seamos suficientes para decir basta. Cuando los políticos propios y ajenos sientan vergüenza de tratar con asesinos como Obiang, o descubran que darse abrazos con dictadores que no respetan los más elementales derechos humanos tiene un coste político que sus votantes van a hacerles pagar, puede que las cosas cambien y, entre todos, expulsemos de una vez por todas a esos demonios del paraíso.
Pero esta carta es sólo el primer paso, ahora te toca a ti dar el siguiente ayudando a que llegue a la mayor cantidad posible de personas.
Si crees que esta lucha tiene sentido y deseas poner tu grano de arena, reenvía esta página a todos tus contactos.
Gracias por tu tiempo y tu ayuda.
Fernando Gamboa es licenciado en Ciencias de la Información. Nació en Bilbao en 1955. Dirigió la revista Muskaria (1980 -1987) dedicada al rock vasco. Presentó y dirigió «Dr. Livingstone, supongo» (1988 -1995) en Euskal Telebista y «Tierra a la Vista» (1996) en TVE 2. Desde marzo de 1984 presenta en Radio Euskadi el programa «Levando Anclas» y en septiembre de 1997 comenzó su andadura «La Casa de la Palabra».