DIAGONAL: Tanto las milicias del gobierno sudanés como los rebeldes de Darfur son de religión musulmana… ¿Cuál es el núcleo del conflicto? MBUYI KABUNDA: No nos encontramos ante un choque religioso. Más bien se trata de un conflicto con una dimensión centro-periferia y una dimensión étnico-cultural. Un centro que incluye tanto a los autoproclamados árabes […]
DIAGONAL: Tanto las milicias del gobierno sudanés como los rebeldes de Darfur son de religión musulmana… ¿Cuál es el núcleo del conflicto?
MBUYI KABUNDA: No nos encontramos ante un choque religioso. Más bien se trata de un conflicto con una dimensión centro-periferia y una dimensión étnico-cultural. Un centro que incluye tanto a los autoproclamados árabes como a otros grupos marginados se enfrenta a las periferias en Darfur, el sur y otras partes del país. Esta dimensión implica también un elemento socioeconómico. Las estadísticas muestran que todas las inversiones están en el norte, dejando un vacío total en el sur y en Darfur. Al mismo tiempo, se trata de un conflicto étnico-cultural que contrapone a los árabes culturales con los grupos étnicos negro-africanos, todos ellos musulmanes. En esta dimensión, se trata de una lucha por parte de los grupos armados de Darfur contra el racismo y la dominación cultural.
D.: ¿Cuál es la situación actual en Darfur? ¿Sigue el régimen de Jartum apoyando militarmente a las milicias Yanyauid?
M. K.: Los acuerdos de paz de Abuja en mayo de 2006 impusieron al Gobierno sudanés el desarme de los Yanyauid, el alto el fuego y el establecimiento de negociaciones con la participación de todas las fuerzas. El desarme de los movimientos rebeldes, otra de las condiciones establecidas, estaba sometido al previo cumplimiento del Gobierno de los anteriores aspectos. Esto tiene su razón de ser. Desarmar a los rebeldes antes de cumplir esas premisas es permitir al Gobierno seguir con su guerra de agresión, aun dejando constancia de las atrocidades cometidas por muchos jefes rebeldes contra la propia población de Darfur. Pero la lógica de este caso hace que deba ser el Gobierno quien ponga de manifiesto su buena voluntad desarmando a sus milicias en primer lugar. En la medida en que hasta ahora esto no ha sucedido, estoy convencido de que el régimen está determinado a proseguir con su actividad en la zona.
D.: ¿A qué se debe el cambio de actitud de China y el Gobierno sudanés aceptando finalmente el despliegue de una fuerza conjunta de la ONU y la UA?
M.K.: En el caso de China, este país se empieza a considerar un actor político sometido al escrutinio internacional y por ello debe contemplar su presencia en África de manera global. En este sentido, los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 suponen una apuesta estratégica de primer nivel como escaparate del éxito económico y comercial de una China moderna. Es ahí donde una amenaza de boicot a la participación le puede hacer daño y, de hecho, ha conducido a China a revisar su postura de apoyo financiero y militar al Gobierno de Jartum, presionándole para encontrar una solución negociada en Darfur. En lo que respecta al Gobierno sudanés, se trata de una «huida hacia adelante». Han aceptado esta situación como mal menor ante la amenaza de una intervención militar directa. Es una estrategia política para seguir ganando tiempo e incluso para evitar que intervengan los 20.000 soldados inicialmente previstos por Naciones Unidas, al ser ahora una fuerza conjunta con la Unión Africana. El régimen de Jartum sabe perfectamente que la presencia de tropas de la ONU significa la investigación de los crímenes de lesa humanidad o genocidio que pudieran haberse cometido y, con ello, la detención de sus responsables.
Ésta es su razón para no aceptar una fuerza exclusivamente de la ONU y la quiere tapar hablando de una misión conjunta con la Unión Africana, a sabiendas de que es una fuerza embrionaria e insignificante en términos militares, financieros y logísticos.
D.: Resulta llamativo que EE UU denuncie la situación en Darfur empleando el término ‘genocidio’, en contraste con su actuación en Ruanda. ¿Se debe esta actitud a un enfrentamiento con China por el petróleo de Sudán?
M.K.: Desde el principio, EE UU ha tenido interés en el petróleo de Sudán y esto influyó en el rápido acuerdo de paz al que se llegó en enero de 2005 entre el norte y el sur. Y la guerra se trasladó a Darfur, donde se acababan de descubrir yacimientos de petróleo. Por tanto, existe ese objetivo de tener acceso al petróleo de Darfur. Sin embargo, no creo que se trate de una guerra comercial entre EE UU y China por el petróleo. Existe también un componente de preocupación humanitaria, debido a la actuación de importantes grupos afroamericanos que presionaron mucho para dar a conocer dentro de EE UU la tragedia del pueblo negro de Darfur.