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Detrás de la alerta antiterrorista de EEUU

Fuentes: Público.es

En una acción sin precedentes, EEUU cerraba el 4 de agosto 22 de sus misiones diplomáticas en Oriente Próximo y el Norte de África, coincidiendo con el cumpleaños de Barack Obama. El motivo oficial era interceptar una amenaza de Ayman al-Zawahri -el sustituto de Bin Laden y el nuevo Hombre de Saco-, contra los intereses […]

En una acción sin precedentes, EEUU cerraba el 4 de agosto 22 de sus misiones diplomáticas en Oriente Próximo y el Norte de África, coincidiendo con el cumpleaños de Barack Obama. El motivo oficial era interceptar una amenaza de Ayman al-Zawahri -el sustituto de Bin Laden y el nuevo Hombre de Saco-, contra los intereses de EEUU, en vísperas del aniversario del 11-S. A pesar de que la precaución terminó con el fin de Ramadán, el 9 de agosto, y a que aún falta un mes hasta aquella fecha fatídica, Washington decidió reabrir las embajadas. Llama la atención la toma de una medida tan drástica a base de una «información» que el propio EEUU calificaba de vaga, sin fecha ni lugar para la ejecución del supuesto plan.

En caso de que este personaje existiera sólo mostraría que Obama no ha leído lo que Lenin advirtió en 1920: que gastar dinero y esfuerzo para matar a algún Sergei Románov (gobernador de Moscú asesinado por un revolucionario en 1905) es tan inútil como hacer júbilo por matar a un supuesto Bin Laden: serán sustituidos por otro Sergei u otro Laden.

A toda luz, la alarma antiterrorista ha socorrido al presidente Obama justo cuando la opinión pública, enfadada por el escándalo de la vigilancia ilegal e ilegítima a los ciudadanos, le exigía una explicación. Mientras, Vladimir Putin no ocultaba su alegría de haber humillado a su homólogo americano, entregando refugio político a Edward Snowden, ex analista de la CIA.

Curiosamente, en la víspera de una nueva ronda de la rentable lucha contra el terror, unos 1.000 presos extremistas fueron liberados en una serie de ataques organizados a las prisiones de nueve países íntimos aliados de EEUU-entre ellos Libia, Irak Afganistán y Pakistán- durante el mes de julio. ¿Para hacer más creíble la amenaza terrorista, quizás?

En dirección contraria, el 18 de junio «murió» en un extraño accidente de coche en Los Ángeles el periodista Michael Hastings. Denunciaba las actividades ilícitas de vigilancia de las compañías de inteligencia privada (como en los centros comerciales) a nivel mundial. Días antes de su muerte, había informado a Wikileaks de que estaba siendo vigilado por el Gobierno de EEUU y horas antes había contactado con Jennifer Robinson, la abogada de esta organización mediática. Iba a publicar un reportaje exclusivo sobre el espionaje de los ciudadanos por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés) de EEUU.

Guerras y mentiras

La estrecha relación entre los conflictos y la ocultación de la verdad, nos lleva a plantear otras hipótesis sobre los objetivos reales de esta alerta por la Administración Obama:

1.- Mostrar la necesidad del control sobre la intimidad de sus ciudadanos, para protegerles, y de paso limpiar el nombre de NSA y contraatacar a Edward Snowden, que denunció a este Gran Hermano por vigilar las comunicaciones privadas de medio mundo.

2.-Mantener abierto Guantánamo. Justo dos meses antes, el gobierno de Obama anunció el plan del traslado o liberación de 86 presos. Ahora, la medida ha sido suspendida de forma indefinida. El director de la prisión, John Bogdan, ha llegado a decir que los terroristas planeaban asaltar Guantánamo. ¿Desde dónde? ¿No querrán mandar los drones a sobrevolar el espacio aéreo cubano? Los abogados de los presos habían denunciado el cacheo de sus clientes, incluido sus genitales, cada vez que iban a visitarlos. Por lo que 102 hombres secuestrados por el gobierno de EEUU, que además estaban en huelga de hambre dejaron de ver a sus letrados, evitando esta otra humillación. A pesar de que el juez Royce Lamberth prohibió los cacheos y los calificó de «aborrecibles», el tribunal federal, sin sonrojarse, anuló su sentencia, autorizando a los perversos carceleros a seguir bajando los calzoncillos de aquellos prisioneros para prevenir un ataque a la prisión.

3.-Justificar el ingente dinero que las empresas de seguridad y de armas siguen despilfarrando del bolsillo del contribuyente para eliminar a Al Qaeda, que por arte de magia, renace sobre sus propias cenizas.

4.-Desviar la atención pública estadounidense de los problemas internos: miles de personas estaban ocupando las calles en protestas antirracistas por el asesinato del joven negro Trayvon Martin a mano de un policía.

5.-Instalar el terror en el corazón y la mente de sus ciudadanos, al advertirles de que no viajen por una veintena de países.

6.-Volver a atizar el fuego de «choque de civilizaciones», y la guerra civilizadora contra millones de bárbaros del Oriente, y permitir la discriminación y acoso a los inmigrantes procedentes de dicha región en Occidente.

7.-Utilizar «conmoción y pavor» para redefinir la política exterior: Obama afirma que su país «no se retirará del mundo». Esa misma política imperialista es uno de los motivos de la reacción y acción de una parte de quienes realizan los atentados.

8.-Infundir miedo, de forma continuada, en las naciones invadidas, para que no se atuviesen cuestionar su dominio.

9.-Dividir no sólo los países de la zona entre aliados y enemigo del Occidente y provocar conflictos entre ellos y restarles fuerza, sino también en el interior de cada país, financiando guerras sectarias, desmantelando Estados vertebrados para convertirles en «territorios de operaciones», aquello que ha sido el hogar de millones de seres humanos.

9.-Afianzar su supremacía estratégica y el control sobre la región con mayor reserva de recursos naturales en una batalla mundial contra China y otros rivales.

Intentar expandir así su dominio sobre nuevos países estratégicos, como Madagascar, ubicado en el océano Índico, y Mauritania en el noroeste de África, que aparecen curiosamente en la lista de los países donde cerraron las embajadas, a pesar de que el Pentágono afirmaba que la amenaza procedía de la Península Arábiga.

Al final y afortunadamente no hubo atentado. Ante el fiasco gigantesco, Obama se ha visto obligado a prometer una reforma de los programas de espionaje.

¡Cuántos esqueletos en el armario!

Pasan 49 años de la mentira vertida por el gobierno de Lyndon Johnson sobre los falsos ataques del Vietnam del Norte a los buques de EEUU en el Golfo de Tonkin, que le sirvió de pretexto para bombardear Vientan. Años antes, el presidente Truman, había dicho a los compatriotas que lanzaba la primera bomba atómica sobre «Hiroshima, una importante base militar japonesa», que no sobre una ciudad, matando a 120.000 personas, dejando heridos a otros 360.000.

Revela Daniel Ellsberg el ex analista de las Fuerzas Armadas de los EEUU, quien publicó en 1970 «Papeles del Pentágono», que al lado de cada uno de los cuatro presidentes de EEUU, y durante veinte años de crimen contra los civiles, había un profesor de Harvard, diciéndoles lo que tenían que hacer ante una población anestesiada por la desinformación.

En la misma línea están las mentiras del equipo de Bill Clinton sobre Yugoslavia (Yugoslavia: ensayo de la «guerra humanitaria»), las del George Bush sobre Irak y Afganistán (¿Por qué nos mienten?) y las falsedades de la administración Obama sobre Libia (Complot contra Libia).

¿Creen que Bush podía haber lanzado sus guerras contra los iraquíes y los afganos -y al final también contra los intereses reales del pueblo estadounidense, quien ahora pagan el precio de aquellas locuras-, sin el apoyo de ‘The New York Times’ y ‘The Washington Post’? Tienen su papel también, los ciudadanos crédulos, convencidos de que en la «democracia» sus propios gobiernos no representan una amenaza al ser «controlados».

Según la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, unas 4.000 personas han sido asesinadas sólo por los drones de EE.UU. desde 2002, más que los asesinados en el 11-S.

La amenaza a la seguridad de los estadounidenses no procede de las revelaciones de sus agentes -sería matar al mensajero-, ni de los coche bombas que unos terroristas desalmados colocan para matar a los civiles en Irak, Yemen, Afganistán, Sudán…, sino de sus políticas de injerencia por los cuatro costados del planeta. Recuerden que no fue Gadafi quien mató al embajador de EEUU en Bingazi, sino los mismos «amigos de Libia Libre», o sea, las milicias de Al Qaeda financiados por el Occidente, y los mismos a quien hoy arma la OTAN en Siria (Siria es una trampa).

Taguba, otro Snowden

De cómo el sistema premia a los criminales y persigue a los patriotas, es el caso del general Antonio Taguba, quien en 2004 denunció las torturas a los prisioneros de Abu Ghraib en un informe interno. En vez de engalanarle por su integridad moral y querer limpiar las instituciones de individuos psicópatas y corruptos, fue expulsado del ejército en 2006. Dos años después se atrevió a acusar a administración Bush de crímenes de guerra.

No es que los mandatarios son opacos durante las guerras para salvarnos del enemigo. Es al revés: nos mienten por ser opacos y para ocultar sus propios intereses de clase.

Hannah Arendt, en sus escritos sobre la guerra de Vietnam dice «la política de la mentira casi nunca está dirigida al enemigo, sino que, exclusivamente, está destinada al consumo interno».

Fuente original: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/812/detras-de-la-alerta-antiterrorista-de-eeuu/