Recomiendo:
0

¡Dinastías no! Líneas de tensión de la clase dominante

Fuentes: Tiempo Argentino

¿Habrá que decidir entre Jeb y Hillary? Bienvenidos a la película de terror de las elecciones.

Se ha lanzado la precandidatura de Jeb Bush por el partido Republicano para competir por la presidencia de los Estados Unidos. Jeb es hermano de George W. e hijo de George H.W. Bush, ambos ex presidentes de ese país. El New York Times tildó a Jeb como «un intelectual en busca de nuevas ideas», quien sin encontrarlas pasó a la historia en 2000 ya que, como gobernador de Florida, garantizó la elección de su hermano George W. en uno de los más notables fraudes electorales en la historia estadounidense. Pero sus méritos tienen más que ver con sus vínculos con multimillonarios, como el mexicano Carlos Slim. Jeb también ha sido acusado de muchos casos de corrupción, que terminaron con tres de sus colaboradores cercanos en la cárcel. Este Bush declaró que su principal asesor respecto al Cercano Oriente ¡es su hermano George W.!

Jeb y George W. pertenecen al clan Bush, con George H.W. y Bárbara a la cabeza. Papá Bush se desempeñó en numerosos cargos públicos, como director de la CIA, vicepresidente de Reagan y presidente. Si el padre fue un gran «cuadro» de la derecha, sus dos hijos no heredaron sus neuronas. Lo que sí recibieron fueron sus contactos con los grandes empresarios y, particularmente, con la industria petrolera.

Aquí es donde se cruzan las líneas de tensión. En el fondo no importa de quiénes son hijos o esposas, sino qué intereses representan. Los Bush demostraron ser la expresión de los monopolios petroleros, las industrias de armas y las finanzas, es decir, los intereses de los principales representantes del Partido Republicano.

El Partido Demócrata tiene como precandidata a la esposa de Bill Clinton, Hillary, conocida -entre otras cosas- por haber propuesto una reforma al sistema de salud un poco más profunda que la que logró aprobar el siempre débil Barack Obama. Los Clinton apostaron por la defensa de las empresas tecnológicas de punta, los servicios y las empresas domésticas fordistas; podría decirse que mientras representan intereses de ciertas fracciones del capital, muy indirectamente expresaron (poco) a los sectores populares. Esto ha cambiado en los últimos años: Hillary, nunca progresista, ha virado fuertemente a la derecha para obtener el apoyo de los factores de poder que se le escaparon en 2008.

Tal como nos muestra el ejemplo de Robert McNamara, quien aceptó pasar de ser el primer presidente de la Ford sin ese apellido a la Secretaría de Defensa, o sea de ganar un sueldo de más de un millón de dólares al año y bonos a uno de 25 mil.

La clase dominante tiene sus cuadros para desarrollar tareas imprescindibles a su dominación. Los Bush o los Clinton en realidad son cuadros con capacidad de liderazgo y convencimiento, habilidades imprescindibles para lograr los consensos necesarios para la acción de gobierno, por lo que hablar de dinastías que buscan poder es una mirada insuficiente.

¿Habrá que decidir entre Jeb y Hillary? Como dijo Patrick Foy, bienvenidos a la película de terror de las elecciones de 2016.

* Cátedra de Historia de EE UU-UBA

Fuente: