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Los conflictos interétnicos en Camerún, ponen en riesgo la unidad entre las diferentes etnias y religiones

Diversidad enfrentada

Fuentes: IPS

Las primeras tensiones entre los distintos grupos étnicos se remontan a principio de la década del 90, coincidiendo con el fin del sistema de partido único. Según cifras oficiales, los 16,5 millones de cameruneses se distribuyen en 350 etnias. «Desde la instauración de una democracia multipartidaria, a principios de los años 90, los conflictos étnicos […]

Las primeras tensiones entre los distintos grupos étnicos se remontan a principio de la década del 90, coincidiendo con el fin del sistema de partido único. Según cifras oficiales, los 16,5 millones de cameruneses se distribuyen en 350 etnias.

«Desde la instauración de una democracia multipartidaria, a principios de los años 90, los conflictos étnicos aumentaron en animosidad e intensidad», señaló Alawadi Zelao, sociólogo de Yaoundé.

«Los factores que socavan el equilibrio social y las luchas que determinan las interacciones entre varios grupos étnicos en todas las provincias tienen consecuencias trágicas que deben tomarse en cuenta lo antes posible», sostuvo.

Según analistas locales, la democracia dio a los ciudadanos la libertad de expresarse a través de grupos que reflejaban su pertenencia a una región o etnia.

«Nuestro país siempre tuvo conflictos interétnicos, a menudo ignorados o no cubiertos por la prensa», indicó Jules Ayissi, miembro de la no gubernamental Asociación de Ayuda Mutua y Desarrollo, con sede en la capital.

«Camerún tiene más de 20 fuentes potenciales de conflictos, entre la costa y el sudoeste, el centro y el sur, y el norte, noroeste y oeste, apuntó.

Sólo en los últimos meses, los enfrentamientos se cobraron muchas víctimas.

Una disputa territorial en Nyokon, en la provincia Central, enfrentó el 17 de octubre a la población indígena contra los bamilekes, originarios de la provincia Oeste, con un saldo de seis personas muertas.

Antes, ese mismo mes, un conflicto entre los banfaw y los bororos en Mamfé, en la provincia Sudoeste había dejado tres muertos.

Disputas entre los banyangui y los bororos en Noroeste se cobraron 13 vidas en septiembre, mientras otro tanto murió en enfrentamientos entre los bagam y los bameyan en mayo en Oeste.

Otra racha de violencia interétnica que explotó en la meridional ciudad de Kyé-Ossi enfrentó a indígenas con la población no autóctona dejando un saldo de dos muertos y 10 personas gravemente heridas.

Otro enfrentamiento entre los gbaya y los foulbé en Meiganga, al norte de Camerún, en 2005, dejó 20 personas muertas.

Pero Charly Gabriel Mbock, un antropólogo de Yaoundé, advierte que hay otros elementos detrás de esas disputas que llenan el ojo.

«La mayoría de los llamados conflictos étnicos son consecuencia de problemas sociales mal estudiados y mal resueltos. Los enfrentamientos, antes de llamarlos étnicos, son primero y esencialmente, sociales», explicó.

«De todas las fuentes sociales declaradas de los conflictos identificados, la principal causa es la preocupación por la propiedad de la tierra», añadió.

Charles Djappa, un cultivador de tomate de la comunidad central de Nyokon, es una de las víctimas del tipo de problemas subrayado por Mbock.

«Llegué a Nyokon en 2002 desde Douala (centro financiero) donde estuve tres años sin trabajo. Después de comprar un pedazo de tierra con mis últimos ahorros, cultivé tomates, y mucha gente se puso celosa», relató a IPS.

«Fue ese éxito de la agricultura lo que desató la ira de la población local, que sólo vive de la caza. Me echaron de mi granja sin compensación», añadió.

Eso sucedió en septiembre. Ahora Djappa espera los resultados de un reclamo que introdujo en el juzgado comarcal de Bafia.

Las divisiones por motivos religiosos, como entre los peuls musulmanes y los tradicionales kirdi, cristianos, también juegan un papel en el asunto.

En ese sentido preocupa que un grupo étnico traspase el territorio tradicionalmente ocupado por otro, en especial el caso de los choa, de origen árabe y los kotoko, del extremo norte de Camerún.

«La causa de esos incesantes conflictos radica en el fracaso de los kotoko en integrarse con los choa árabes o en el rechazo de integrar a los árabes en su comunidad mediante la comparación de las principales instituciones de poder tradicional», dijo a IPS MPKang Mandeng, docente de la Universidad de Ngaoundéré al norte del país.

Además, los enfrentamientos étnicos a menudo se explotan con fines políticos y religiosos.

«Una investigación acerca de los fundamentos políticos, económicos y religiosos de los conflictos étnicos en el norte de Camerún reveló que los antagonismos entre las poblaciones locales son construidos y explotados por actores religiosos y del ámbito sociopolítico, y repercuten en el desplazamiento cíclico del poder, de un grupo étnico a otro», apuntó.

Asimismo Mbock señaló que «las elites camerunesas instigan y empeoran las divisiones interétnicas por motivos personales».

«Los poderes públicos claramente sacan provecho del desorden provocado por las elites, al punto que la manipulación étnica se volvió un negocio para la mayoría de los políticos y funcionarios de trayectoria».

Marcel Abena, del Ministerio de Administración Territorial y Descentralización, señaló que el gobierno le concede mucha importancia a la resolución de lo problemas de origen étnico en Camerún.

«La construcción de una unidad nacional es lo más importantes para el estado. Los cameruneses deben comportarse como ciudadanos y no como ‘nativos’ de esta o aquella tribu, región o religión. Nuestro deber es proteger a los cameruneses y que tengan igualdad de oportunidades», apuntó.

Pero muchos analistas acusan a las autoridades de negar sistemáticamente la existencia de conflictos violentos y antagonismos entre las diferentes comunidades.

El no gubernamental Servicio Ecuménico por la Paz (SEP), con sede en Yaoundé, trata de hallar una solución a la problemática.

«Llegó el momento de desechar la mentalidad de negar los conflictos étnicos y evolucionar hacia una transformación pacífica», dijo a IPS el director de programas de esa organización, Dupleix Kuenzop, comentando un proyecto iniciado el mes pasado.

«Se trata de un proyecto de tres años. Se centra en 20 zonas conflictivas prioritarias que identificamos. Nuestro objetivo es evitar que los conflictos degeneren en un enfrentamiento violento general, ya sean de origen político, económico o vinculados a la posesión de la tierra. Creamos comités para la paz en zonas piloto»