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La mitad de las comunidades indígenas de Kenia han experimentado algún tipo de desahucio en nombre del ecoturismo

Ecoturismo en África: Problemas en el paraíso

Fuentes: Oozebap

En África del Este, el ecoturismo empezó a propagarse a partir de los años setenta (1). Uno de los principios que fundamentaban esta nueva forma de turismo era la de permitir el desarrollo y el apoyo a las comunidades al preservar los ecosistemas y la diversidad. El ecoturismo ha pasado por diversos estados y ha […]

En África del Este, el ecoturismo empezó a propagarse a partir de los años setenta (1). Uno de los principios que fundamentaban esta nueva forma de turismo era la de permitir el desarrollo y el apoyo a las comunidades al preservar los ecosistemas y la diversidad. El ecoturismo ha pasado por diversos estados y ha aumentado la sensibilidad en todo el mundo en lo que se refiere al respeto de la fauna y del entorno. Los tour-operadores se han apoderado del logo del ecoturismo, creando el emblema de «haz el bien, siéntate bien y no dejes huella». Organizaciones como la International Ecotourism Society y otras ONG han estado promoviendo la concienciación, mientras que cada vez más gobiernos promueven regulaciones (2). Al margen de estas importantes contribuciones, se ha prestado poca atención al impacto que tienen los esfuerzos de conservación entre las poblaciones locales y, especialmente, en los indígenas, que dependen del acceso a sus tierras ancestrales para mantener su modo de vida.

La mayoría de comunidades indígenas que tradicionalmente ocupaban las actuales destinaciones ecoturísticas, como las reservas naturales, han sido expulsados a la fuerza de esas zonas para poder crear estos espacios. Un número cada vez mayor de casos analizados en todo el mundo confirma que la mayoría de estas expulsiones se realizaron sin tener en cuenta la opinión de las comunidades indígenas, y/o sin la adecuada compensación por los daños ocasionados. Muchos de estos desplazamientos se sustentan en la premisa de que la conservación de la naturaleza y los recursos es incompatible con la actividad humana. Este planteamiento contradice el papel ancestral de las poblaciones indígenas como conservadores de la tierra y con sus sistemas tradicionales de conocimiento, que aseguran el uso sostenible de los recursos en cuestión. En el caso de los agricultores semi-nómadas, el peligro de agotar las áreas de pastura sólo se ha convertido en más agudo cuando los sistemas de posesión de tierra (los cuales, desde el colonialismo, no reconocen su modo de vida) continúan dividiendo grandes zonas para los intereses individuales y comerciales.

En estos momentos, especialmente donde los pastos son escasos en épocas de sequía, es importante reconsiderar la interacción entre la conservación y la supervivencia de las poblaciones locales. Otra problema, como señala la organización Tourism Concern, es la insistencia de los tour-operadores de que los turistas no quieren ver rebaños ni pastores como los maasais, cuyo estilo de vida se apoya precisamente en esto, debido a que contradice la idea de una «primitiva virginidad» (3.

¿A quién afecta?

En el 2006, la sequía afectó duramente a Kenia. Numerosas comunidades como los maasais y endorois perdieron el 50% o más de su ganado, a pesar de la disponibilidad de agua fresca y de pastos en sus respectivas tierras ancestrales de Mara y del Lago Bogoria en el valle del Rift. Hablando en términos más generales, aproximadamente la mitad de las comunidades indígenas de Kenia han experimentado algún tipo de desahucio de sus tierras en nombre del ecoturismo o de otras iniciativas de desarrollo (lo que alcanza el 60-70% del norte del país). Entre las comunidades afectadas, para citar algunas, encontramos maasais y ogieks en el sur; endorois, ilchamus, pokots, sabaots, sengwers y turkanas en el valle de Rift; boranas, ghabras, rendilles y somalís en el norte; y ormas en las tierras húmedas de la costa. En Tanzania, varios problemas han surgido después de las expulsiones de los maasais de Ngorongoro, Monduli, el lago Manyara y Tarangire. Los maasais y otras comunidades como los hadzabes (cazadores-recolectores) han alertado sobre la explotación y discriminación con la que se deben enfrentarse por los continuos desequilibrios entre los derechos humanos, la conservación de la naturaleza y la gestión de los recursos naturales. Los casos legales sobre estos mismos asuntos están surgiendo en todo el mundo, como por ejemplo en Botswana (los sans), Honduras (los garifunas), para citar algunos (4).

Normas internacionales

El problema de los desplazamientos con el que se enfrentan las comunidades indígenas ha sido ampliamente admitido. Por ejemplo, el Grupo de Trabajo sobre las Poblaciones y Comunidades Indígenas de la African Commission on Human and Peoples Rights señaló que, para las comunidades basadas en el pastoreo: «Sus leyes y regulaciones tradicionales no se reconocen en la legislación nacional y, en muchos de los casos, no suministra títulos de propiedad colectiva de la tierra. La posesión colectiva es fundamental para las comunidades que viven del pastoreo y de la caza y una de las peticiones más importantes es, por consiguiente, el reconocimiento y la protección de los modos colectivos de propiedad de la tierra».

Como vemos, a medida que aumenta la popularidad del ecoturismo, existen diversos problemas que solventar. Como habitantes tradicionales de las tierras, con un íntimo conocimiento de los ecosistemas que han conservado a lo largo del tiempo, las poblaciones indígenas deben considerarse como contribuyentes clave en la industria ecoturística. Ha llegado el momento en que todos los inversores acepten las propuestas que permitan al ecoturismo convivir y proteger el estilo de vida de las comunidades.

Notas

1. David Western, ‘The Responsible Business Opportunity’, East Africa International Year of Ecotourism Regional Meeting Information Summary of Proceedings (2002).

2. Ibid.

3. Tourism Concern, Tourism in focus, primavera 2006, p. 8. 4 Links a estos casos disponibles en http://www.minorityrights.org/Trouble_in_Paradise