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Se cumple el 30 aniversario de la muerte del periodista, escritor y militante de la CNT

Eduardo de Guzmán, un compromiso con La Idea y el oficio

Fuentes: Rebelión [Imagen: CNT Palencia]

“El desesperado ataque enemigo ha fracasado ya. Barridos por el fuego de las ametralladoras leales, los fascistas han vuelto destrozados a sus cubiles de Montearagón. Su intento de romper el cerco que les asfixia sólo les ha servido para saborear el amargor de una nueva derrota”.

Así comienza el artículo titulado Fracasos fascistas al intentar romper el cerco, que el periodista y militante anarcosindicalista Eduardo de Guzmán (Villada, Palencia 1908 – Madrid 1991) publicó en septiembre de 1936, a los pocos meses de iniciarse la guerra española; lo hizo en el periódico La Libertad, de ideario liberal, progresista y republicano, fundado en 1919 y suprimido por la dictadura franquista en 1939 (buena parte de los redactores fueron procesados e ingresaron en prisión).

Fracasos fascistas al intentar romper el cerco es una de las  crónicas de Eduardo de Guzmán Espinosa recogidas en el libro La tragedia de Casas Viejas, 1933 Quince crónicas de guerra, 1936, editado por Vosa en 2007. De Guzmán ejerció de redactor político y editorialista en La Libertad, donde colaboró el escritor Ramón J. Sender y desempeñó el cargo de subdirector Eduardo Haro, padre del periodista Eduardo Haro Tecglen. Los textos recopilados se escribieron en Valencia, Teruel, Barcelona y Aragón, donde el reportero estuvo en contacto con el revolucionario anarcosindicalista Buenaventura Durruti.

En tiempos de la II República, Eduardo de Guzmán fue redactor jefe de La Tierra, responsabilidad de la que se hizo cargo durante cinco años; en este periódico republicano y vespertino publicó -en enero de 1933- una serie de reportajes sobre la matanza de campesinos en la aldea gaditana de Casas Viejas y en torno a la Revolución de Asturias (octubre de 1934) entre otros. La Tierra cerró en 1935 durante el bienio derechista. Ya durante la guerra, el periodista dirigió Castilla Libre (1937-1939), periódico de la CNT.

Hace tres décadas, a los 83 años, falleció Eduardo de Guzmán, quien se definió como periodista “por vocación y temperamento”. Por este motivo, el 17 y 18 de junio la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL) de la CNT y Ediciones El Garaje organizaron unas jornadas conmemorativas sobre el escritor y reportero, que incluían una exposición y un coloquio en la sede de la FAL en Madrid.

“Al paso del automóvil, los campesinos suspenden la trilla, dejan un instante de aventar el trigo para saludarnos puño en alto (…). No duermen, no se afeitan; acaso ni siquiera comen. No importa. Toda su preocupación es vencer al enemigo común”, escribió en La Libertad (Todos los pueblos en pie por la República y la libertad, septiembre 1936). Finalizada la guerra, de Guzmán pasó por los campos de concentración de Los Almendros y Albatera, en la provincia de Alicante.

Ingresó en la cárcel de Yeserías (Madrid). Condenado a muerte en Consejo de Guerra Sumarísimo (enero de 1940), le fue conmutada la pena un año después. Asimismo estuvo preso en la cárcel madrileña de Santa Rita, accedió la libertad condicional en 1943 y, en otra forma de represalia, la dictadura le inhabilitó para el oficio periodístico (hasta la llegada de la democracia, en 1978, Eduardo de Guzmán no fue rehabilitado y admitido en el Registro Oficial); entre otros medios escribió en las revistas Índice, Triunfo, Tiempo de Historia, El Ruedo, Historia Libertaria, en el diario Pueblo y Diario 16.

¿De qué modo se ganó la vida durante el franquismo? “Realizó traducciones para diversas editoriales y se convirtió en novelista de quiosco especialmente para la Editorial Rollán”, explica en una reseña biográfica el escritor y editor Manuel Blanco Chivite (asociación La Comuna. Presxs del franquismo, 2012). Durante más de dos décadas, Eduardo de Guzmán firmó con pseudónimo –por ejemplo Edward Goodman o Eddy Thorny- cerca de 400 relatos policiales y del Oeste –las llamadas novelas de a duro– además de cuentos y guiones cinematográficos. A menudo tuvo que hacer de negro.

En Rollán también publicó novelas del género popular Alv. Controa (pseudónimo de Álvaro Cortés Roa), quien se alistó con 17 años en el ejército republicano y combatió como tanquista; al igual que Eduardo de Guzmán, pasó por las prisiones franquistas tras ser condenado a 20 años en Consejo de Guerra.   

En los años 70 del siglo pasado vio la luz la parte más relevante de la obra de Eduardo de Guzmán: la trilogía de la guerra civil integrada por La muerte de la esperanza, de 400 páginas, sobre los primeros días de la guerra –en Madrid- y los últimos vividos por el autor en el Puerto de Alicante; El año de la victoria, acerca de las condiciones de vida en los campos de concentración franquistas (por esta obra en forma de reportaje Eduardo de Guzmán recibió en 1975 el Premio Internacional de la Prensa); y Nosotros, los asesinos, que trata de su paso por los centros de interrogatorio y prisiones, en las que padeció hambre, sed y vejaciones.

Tras conocer a Carmen Bueno, compañera del periodista, Manuel Blanco Chivite reeditó en la Editorial EL Garaje, en los años 2000, la trilogía testimonial. “En más de una ocasión, cuando teníamos los tres tomos editados, profesores de Historia y de otras materias nos decían que la trilogía debería ser obligatoria en las escuelas; y yo les respondía, ‘mira qué oportunidad para que se lo digas al correspondiente ministro de Educación, que nosotros ya hemos hecho bastante –tres décadas después- con reeditarla”, explica Blanco Chivite durante una entrevista en el programa CGT en Acción, de Radio Klara.

El editor considera que El año de la victoria, sobre la experiencia directa de Eduardo de Guzmán en los campos de detención de Los Almendros y Albatera, es comparable a la obra del escritor italiano de origen judío Primo Levi, autor de tres libros de memorias sobre su internamiento en el campo de Auschwitz, en 1944 (Si esto es un hombre; La tregua;y Los hundidos y los salvados). “Los dos sobrevivieron y cuando pudieron lo contaron”, concluye Manuel Blanco Chivite.

El periodista remitió una crónica el 5 de septiembre de 1936 desde Puerto Escandón -en la provincia de Teruel- para La Libertad: “En los campos destrozados, en las aldeas desiertas, en las masías incendiadas está todo el horror del combate, todo el salvajismo de los señoritos marchosos y los curas trabucaires que han cubierto de luto y sangre el suelo amado de la patria nuestra…”. En 1937 colaboraba en Frente Libertario y el periódico CNT, un año después se editó el volumen Madrid Rojo y Negro. Milicias confederales, que da cuenta de la importancia del movimiento libertario en la defensa de Madrid. Ya en la madurez, Eduardo de Guzmán amplía la perspectiva. Muestra de ello es España entre las dictaduras y la democracia (1967), que se adentra en el campo del Derecho Constitucional durante el siglo XIX y la primera mitad del XX; y  en 1982 Historias de la prensa, que puede leerse como un reportaje sobre la lucha de los periodistas por el derecho a la libertad de expresión.

Rafael Cid trabajó en los años 80 como periodista de investigación en Cambio 16, actualmente colabora como analista en Radio Klara y el periódico Rojo y Negro, de la CGT. Le unió una relación de amistad con Eduardo de Guzmán, prologó La muerte de la esperanza y también dirigió Castilla Libre tras su reaparición desde la guerra. Ambos estuvieron, a finales de 1978, en la redacción de Historia Libertaria.

Entrevistado en el programa CGT en Acción, Rafael Cid resalta en Eduardo de Guzmán valores como la integridad, la humildad y la generosidad. “Contaba con una vasta cultura, entonces no existía la Wikipedia pero si tenías alguna duda llamabas a Eduardo y siempre estaba dispuesto a ayudar; esto era frecuente, en aquella época, en algunos sectores del mundo libertario”. Sobre su militancia anarquista en la posguerra, de Guzmán “formó parte del Comité Nacional de la CNT en una época particularmente dura, los años 40; décadas después, en los 70, se unió a la reconstrucción de la CNT y participó en la fundación del primer Sindicato de Prensa y Artes Gráficas confederal”, destaca Rafael Cid.