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Sobre héroes y heroínas obreras

Eduardo Saborido, reflexiones de un expreso político obrero y antifascista

Fuentes: Rebelión

Aviso: la historia les conmoverá, sobre todo a nosotras (los hombres, no todos por supuesto, suelen ser más brutos y «duros»). Tengan algún pañuelo a mano por favor. ¿Se acuerdan de aquella película? «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto». ¡Tenemos que hablar… y vivas! Mi compañera me pasó la referencia: entrevista de Juan Luis […]

Aviso: la historia les conmoverá, sobre todo a nosotras (los hombres, no todos por supuesto, suelen ser más brutos y «duros»). Tengan algún pañuelo a mano por favor.

¿Se acuerdan de aquella película? «Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto». ¡Tenemos que hablar… y vivas!

Mi compañera me pasó la referencia: entrevista de Juan Luis Pavón en El Correo de Andalucía [1] y me doy una consigna-sugerencia: ¡no te la pierdas! ¡te preguntaré luego! Ella le conoció de joven. Está muy emocionada. Yo también. Son vidas obreras ejemplares, referentes, modelos también para nosotras. Y como en el caso de Marx con Jenny, Helene D., Jennyschen, Laura y Tussy: mujeres, siempre mujeres, dando el callo, resistiendo, apoyando, en segundo o tercer plano y sin salir en diarios ni en los libros de historia.

Unos apuntes sobre Eduardo Saborido: obrero metalúrgico, nacido hace 77 años, fue uno de los dirigentes políticos y sindicales más importantes en la lucha antifranquista. Militante desde 1960 en el PCE, cofundador en 1962 de CCOO, sufrió varias detenciones incluso durante los años de la transición (bajo el Gobierno de Arias Navarro en 1976). Fue uno de los condenados en el Proceso 1.001. Ha sido diputado durante 15 años: 4 en el Congreso de diputados y 11 en el Parlamento andaluz. Un ciudadano, comenta Pavón, «que sí sabe lo que es ser preso político» y cuya esposa, Carmen Ciria Ruiz, «tuvo que criar a sus tres hijos durante muchos años haciendo labores de modista en casa mientras él estaba perseguido, detenido o encarcelado». ¿Está claro eso de que detrás de un gran hombre suele estar una gran mujer? Mejor a la inversa: detrás de grandes mujeres, como Carmen Ciria Ruiza, hay a veces grandes hombres. No siempre, no siempre. Dejo la palabra a Eduardo Saborido [ES]. Sobre sus orígenes familiares:

Mi padre era de Granada y mi madre de Badajoz. Él trabajaba de chapista en la Fundición Balbontín, en la calle Goles. Padecía del corazón y murió cuando yo tenía solo un año, fui su único hijo. Mi madre trabajaba en el servicio doméstico, se colocó en la Pirotecnia Militar, y volvió a casarse cuando yo tenía seis años. Mi padrastro era mecánico de reparación de aviones en la Maestranza Aérea y es el padre de mis tres hermanos. Mi madre dejó su empleo en la fábrica para centrarse en la crianza de todos nosotros y ganaba algo de dinero limpiando fuera de casa. Mi barrio de infancia y adolescencia fue la Puerta Real y el entorno de los Humeros, estudié en el Colegio San Laureano, hasta que a los 11 años me sacaron para entrar a trabajar de botones en un bufete de abogados y ayudar al sustento de la familia.

¡A los once años! Mi hermana a los 12, una a los 14. ¡Eran las «tradiciones» obreras de aquellos años! En el decir de don Jordi Pujol, todos esos hombres eran hombres a medio hacer. Podemos imaginar lo que opinaba de sus compañeras. No les doy ninguna pista. El trabajo de ES:

Era un bufete donde mi madre iba a limpiar, y ella lo pidió. Me dedicaba a coger el teléfono, abrir la puerta, hacer mandados… Pagaban muy mal. Estuve seis años en el bufete. Era usual en muchas familias de entonces sacar a los niños del colegio para que ganaran un dinerillo. Como me quedé a medias en los estudios, eso me obligó años más tarde a hacer por libre el Bachillerato elemental.

En 1957, yo nací tres años antes, a sus 17 años, vio un anuncio en el periódico y echó la solicitud para trabajar

[…] en la fábrica de aviones de Hispano Aviación, en Triana. Entré y fue para mí un gran salto. Salarialmente fue un avance muy grande. Empecé en el bufete ganando 100 pesetas al mes y cuando me fui eran 150. Mi primer sueldo en la Hispano ascendía a 725 pesetas. Para la época era una buena factoría, de clase obrera cualificada, tenía escuela de aprendices, y todo el personal estaba motivado para aprender y perfeccionarse con las continuas novedades que iban incorporándose a la aeronáutica. Quizás al ser un sector estratégico para el Gobierno, y un escaparate, el ambiente era menos represivo y bruto que en otras industrias. Como Hytasa, donde las condiciones se asemejaban a un campo de concentración, aunque eso no lo fui descubriendo hasta que años después empecé mi actividad sindical y política.

¿Y cuándo fue la primera vez que tomó conciencia de que otro mundo, de que otra España eran posibles?

A partir de 1957, cuando entré a trabajar en la factoría de Hispano Aviación, en Triana. Hasta entonces, yo era un muchacho que no había pensado nunca en que hubiese otro mundo distinto al que yo había vivido, en el que era habitual el dominio por parte de la Iglesia, el férreo orden establecido por el gobierno, la discriminación con las mujeres, etc. Aquella fábrica fue mi universidad de la vida. Cada trabajador veterano, sin darse cuenta, era como un profesor. En esas fábricas de más de mil trabajadores, se hablaba mucho en los corrillos en la puerta por la mañana, antes de sonar la sirena para entrar. También se aprendía mucho durante el horario del bocadillo. Fue para mí un contraste total respecto a mi ambiente fuera de la fábrica.

Lo de discriminación de las mujeres es una forma de decir. Que se entiende, que se agradece, pero que en realidad aquello fue un infierno, un dominio total de la razón patriarcal, amparadas en leyes fascistas. Sobre nuestros cuerpos, nuestras almas y nuestras vidas. Mucho más que la de los hombres. Mucho más.

Los procesos de cambio de mentalidad eran muy lentos recuerda ES.

No era una época en que los chavales discutiéramos mucho. Contarle a mis amigos las vivencias en la fábrica no era interesante para ellos. No había interés por la política, ni por la cultura,… Era una España bastante gris. Distinto fue cuando di el salto a la actividad política y sindical. En aquella época, todo un salto casi al vacío.

¿Cómo se decidió en su caso, cómo tomó partido? Fue en 1958. ES lo describe en estos términos:

Como todas las mañanas, cogí en San Laureano el autobús para ir a trabajar a la fábrica. A diario llegaba de bote en bote, porque esa línea de bus pasaba por muchas factorías. Pero esa mañana, llegó vacío. Nos montamos tres chavales del barrio que coincidíamos a esa hora para ir a la Hispano. Estábamos sorprendidos. El mayor de los tres, más avispado, se bajó en Plaza de Armas y siguió el camino andando. Cuando los otros dos llegamos a nuestro destino, nuestro asombro aumentó. Había centenares de personas concentradas junto a la puerta de la fábrica. Empezamos a andar y nos hicieron un pasillo. Y nos llamaron esquiroles. Tenía 18 años y fue la primera vez que oí esa palabra, no sabía ni qué significaba.

Se trataba de una huelga convocada para toda España por el PCE, propagada desde Radio España Independiente, desde ‘la Pirenaica’. Debió de ser una de las primeras convocatorias. Se habló mucho durante aquellos años de la reconcialiación nacional, de la «huelga general pacífica» como procedimiento de derrocamiento del Régimen:

El PCE, que era la única oposición significativa, pese a vivir múltiples penurias en la clandestinidad dentro y fuera de España, había decidido en 1956 pedir la reconciliación entre los españoles para superar la guerra civil y las divisiones que habían propiciado esa terrible contienda. Que la guerra no la habían perdido solo los rojos, sino todo el país ante una rebelión militar. Tan lento era todo en aquella España que tardaron dos años en articular una Jornada de Reconciliación Nacional, con un llamamiento a la población para hacerse notar, mediante huelgas, concentraciones y otras acciones simbólicas. No coger el autobús fue una de ellas. Era la menos comprometida, y fue llamativa. En cambio, cuando sonó la sirena de la Hispano, había mucho miedo. Algunas voces pedían no entrar a trabajar, pero faltó valor, y al segundo pitido de la sirena, la gente entró en masa a la factoría, fracasó el plante. Yo me llevé un mes preguntando en los corrillos qué era todo aquello, qué había pasado. Y por qué algunos se metían conmigo. Me costó tiempo asimilar aquel conflicto.

¿Cómo se introdujo en el Partido Comunista de España, entonces, como se sabe, ilegalizado, perseguido y fuertemente reprimido?

Sobre todo una persona que tenía el alias de Garibaldi, y que resultó ser José Aguirre, un fresador en la Hispano Aviación. Ya había descubierto que en la fábrica, casi todos los días, entraba un policía destinado en Triana que iba a hablar con el jefe de personal, para intercambiar información con el fin de detectar opositores al régimen. En aquel ambiente de clandestinidad, el primer alias que me dieron fue Emilio. Y me encargaron crear las juventudes comunistas en Sevilla. La Policía no me detectaba e iba a hablar a grupos en Astilleros, en Abonos Sevilla, en la Alameda, en Alcalá de Guadaíra… Me lancé a todo ello muy ilusionado, y al no ser detenido rápidamente tuve tres años para madurar.

En 1963 se presentó a unas elecciones sindicales para enlaces. Yo mismo lo hice en un banco 10 años después (sin comparación de riesgo por supuesto). Mi compañera en una empresa del textil de Sabadell dos años antes. El PCE y otras organizaciones cambiaron de táctica: se trata de aprovechar todos los resquicios legales para desbordarlos.

La importancia que tuvo en 1962 la huelga general de los mineros asturianos, durante tres meses, desbordó a los sindicatos verticales del régimen. Los mineros lograron formar comisiones para tener su propia representación y el ministro sindical, Solís Ruiz, llegó a desplazarse a Asturias y reunirse con ellos. Fue un hito y el PCE vio que había una oportunidad. Mandó desde el exilio en Francia instructores a todos los centros industriales de España donde tuviese alguna célula y empezó a formarnos para aprender a articular comisiones, asambleas, resoluciones, escritos, reivindicaciones, entrevistas, negociaciones…

Y aprovecharon otra ventaja, una ventaja generacional si quieren:

[…] quienes encarnaban el sindicalismo en las fábricas solían tener 60 años y apenas se movían, mientras que nosotros éramos muy jóvenes, y muy dinámicos. Empezamos a hacer muchas cosas nuevas, a consultar a la gente qué querían reivindicar. Y les caímos bien a muchos trabajadores, se convencieron de que íbamos por derecho. En la Hispano Aviación fue de las primeras fábricas donde ganamos las elecciones sindicales. Y después dimos el salto para lograr representación a nivel provincial en el sector metalúrgico. Fuimos tejiendo red en todos los sectores, y empezamos a hacer huelgas y manifestaciones. Cuando nos ilegalizaron, ya teníamos mucha fuerza.

«Mandó desde el exilio en Francia instructores a todos los centros industriales de España donde tuviese alguna célula…» tal vez sea un poco exagerado. Pero se entiende la observación Se le pregunta ahora por la vida en aquella Sevilla de los años sesenta.

En cada barrio del centro había presencia de todas las clases sociales y eran evidentes las diferencias. Junto al Palacio de la Duquesa de Osuna, en el Museo, estaba el Corral de las Mercedes, donde vivían hacinadas muchas familias, con habitaciones sin ventanas, con un solo váter para un montón de gente… Muchas veces se habían transformado cuadras de las familias aristocráticas en casas de vecinos. Por ejemplo, en la calle Bailén, había una casa que la convirtieron en El Parador, mezcla de fonda y de casa de vecinos, donde las sábanas hacían de puertas y donde las habitaciones eran la división de las antiguas cuadras.

Un momento emblemático de su labor en la Sevilla de los años 60 lo cuenta así. La lucha antifascista tenía ese cara. La ciudadanía obrera andaluza estuvo en la vanguardia, aunque se cuenten a veces otras historias:

Cuando me detuvieron a principios de 1967. Mis compañeros lograron reunir a más de 1.500 personas para protestar en las calles pidiendo mi libertad. Jamás había sucedido eso en Sevilla durante el franquismo. Yo estaba en el calazobo y no lo sabía. Pero comencé a notar que bajaba la presión de los policías hacia mí. Tras liberarme una semana después, a partir de ese momento, se empezó a normalizar que algunos policías se sintieran nerviosos ejerciendo la represión: porque tenían que obedecer a sus superiores pero se topaban con la normalización de una creciente contestación social.

ES elige una vivencia como «una lección de vida que quiera compartir con las nuevas generaciones».

Una como homenaje al valor de mi esposa, Carmen Ciria Ruiz. Cuando en diciembre de 1970 se declara el estado de excepción para seis meses, se extendió una ola de detenciones y represión para atemorizar a la población. Si te pillaban, te podían tener los seis meses en el calabozo sin miramiento alguno. Me cogió fuera de casa. Contacté con mi mujer como hacía siempre, llamando a una lechería cercana a casa, para que no me detectaran. Y recibí el mensaje: «No vengas». Fui buscando amigos no fichados para guarecerme en casa de alguno. Muchos se negaban, por miedo a que la Policía me descubriera y también encarcelara a toda su familia. Por fin encontré uno que me metió en su casa. Y allí pillé la gripe. A los dos días, ese amigo, muy nervioso, me presiona para echarme. Con fiebre alta, hago otra ronda de búsquedas, pero nadie acepta esconderme. No vi más opción que ir a casa de mis suegros, donde estaba mi esposa, pues nuestro domicilio estaba vigilado.

ES entró en casa de sus suegros y se acostó tiritando. Todos estaban asustados, llorando. No era para menos.

Ella [Carmen], que estaba embarazada de seis meses para tener a nuestro tercer hijo, sale de inmediato hacia la farmacia para comprar medicinas, y se topa con tres policías subiendo la escalera. Uno de ellos, de apellido Colina, era muy violento, me había detenido varias veces y ella le conocía. Le preguntan por mí y les dice que no estoy en Sevilla. No la creen. Y tuvo la sangre fría de responderles: «Ya le he dicho que mi marido no está, busca trabajo en Madrid. Si quieren ustedes, pasen. Yo estoy yendo a la farmacia porque mi abuela está muy grave, veremos a ver si no se muere del susto cuando ustedes entren». Ella siguió escaleras abajo, los policías siguieron sus pasos, hasta que entró en la farmacia, y se marcharon. Cuando regresó a casa, por poco se desmaya, le temblaban las piernas tras haber superado tan difícil situación. Lo contó todo, y la familia se puso aún más nerviosa [cinco días después falleció su abuela, y quince días después su abuelo]. Me tomé la medicación y le dije que buscara a alguien que me sacara de allí al día siguiente lo más temprano posible. Y lo logró, salí de tapadillo por otra puerta.

ES añade lo que es justo decir: «tuvo más valor y sangre fría que yo». ¿Nos imaginamos nosotras en aquella situación? ¿Qué edad tenía Carmen entonces? ¿25, 26 años? ¿Coraje, le faltaba coraje e inteligencia?

Se le pregunta ahora por Andalucía, qué balance hace de su gobernanza y significación en la España autonómica.

El desarrollo del sistema democrático ha sido muy positivo tanto en derechos y libertades como en crecimiento económico y bienestar social. Hasta que la grave crisis de 2007 pone en cuestión algunas de sus bases. El sistema autonómico también ha sido positivo. Lo que no ha resuelto es algo que hace 40 años parecía que iba a solucionar: la igualdad entre todos los españoles. La desigualdad entre regiones, o en algunas de sus zonas, sigue siendo igual, o hasta peor. Andalucía sigue teniendo un altísimo porcentaje de paro. No es capaz de remediar el diferencial de desempleo en relación al conjunto de España. El régimen autonómico ha armonizado la marcha general del Estado, pero no ha resuelto las desigualdades económicas.

Ahí se ha fallado de manera grave, afirma. ¿Por qué se le pregunta?

Se ha armonizado España territorialmente pero no socialmente. En los primeros veinte años del periodo democrático, nos empezó a llegar el modelo de Estado de Bienestar que se había impulsado en Europa tras la II Guerra Mundial, y sí hubo más reducción de las diferencias de renta entre los diversos sectores de población. Pero tras las crisis de 1993 y 2007, se evidencia hoy que persisten notables diferencias entre clases sociales. En Andalucía se notan más. Con la igualdad territorial no se ha conseguido la igualdad social. Ahora se enfatiza desde Andalucía que nos dan menos dinero en la financiación autonómica. Pues aunque hubiese una financiación mayor de la que hay, no arreglaría lo que está por resolver: las diferencias entre clases sociales. Siguen existiendo, y ni desde el Gobierno central ni desde el andaluz se ha reequilibrado esa correlación de fuerzas. En Andalucía, también se han ido de rositas los grandes capitales que han provocado esta crisis. En Andalucía continúa faltando sector industrial y seguimos teniendo un 25 o 30% de paro. Mientras tanto, las grandes fortunas desvían su dinero a paraísos fiscales [las cursivas son mías]

Qué opina, le pregunta Pavón a continuación, «de la paulatina pérdida de protagonismo y reputación que han sufrido los sindicatos a lo largo de estos 40 años». Su reflexión (que una no comparte del todo pero no es eso lo que ahora toca):

No creo que haya habido poco protagonismo. Sí han confluido varios factores. El avance del bienestar social, como nunca se había conocido en España. Los sindicatos le dimos paso a los partidos políticos para la construcción política de la democracia, pusimos esto como prioridad antes que los temas sindicales. Tanto, que los partidos organizaron cómo financiarse y no resolvieron la financiación de las organizaciones sindicales. Los sindicatos se fueron acomodando a apenas reivindicar, en un país que estaba mejorando. Pero cuando aparece una crisis económica, baja la afiliación, sindicatos como CCOO se encuentran con recortes tremendos en sus ingresos y con gran dificultad de movilizar a los trabajadores porque hay mucho paro. A pesar de eso, se han hecho 13 huelgas generales, tanto a gobiernos del PSOE como del PP, y siempre la principal reivindicación ha sido atajar el paro.

No deberían hacer autocrítica, se insiste, imaginaba esa pérdida de protagonismo hace 40 años

La burbuja inmobiliaria dio una sensación de bienestar económico a mucha población, se redujo bastante el paro. Y eso adormeció a los partidos políticos, a los sindicatos, a la patronal y a todas las instituciones. Debo señalar que en España no funciona la presunción de inocencia y se tira a la cuneta el prestigio de cualquier persona mucho antes de que se demuestre si es inocente o culpable. Los sindicatos han tomado medidas para mejorar el control de su gestión. Y se están recuperando. A pesar de los pesares, son las organizaciones más importantes que existen en España. Los trabajadores las necesitan…

Una referencia interesante a la Constitución de 1978:

Durante la Transición, y en la Constitución, se fijaron conquistas que habíamos logrado con nuestra lucha durante décadas. Y en el artículo 7 del Título Preliminar de la Constitución se consagra, a la misma altura que los partidos políticos, y mejor que en otros países europeos, la importancia de los sindicatos en un Estado social y democrático.

Esa relevancia constitucional, afirma, sigue siendo un activo para hoy y para mañana. Viene ahora una pregunta de alta tensión: » ¿qué piensa cuando hoy en día dirigentes políticos que son parlamentarios nacionales, alcaldes o gobernantes de una región aseguran que el Estado español es franquista y que existen presos políticos?»

Es un gravísimo error. Ni es cierto ni es justo. Es antihistórico. Acuñar los conceptos ‘régimen del 78’, ‘las castas’ y meternos a todos en el mismo saco… Nada es perfecto, pero el cambio que logró España de la dictadura fascista a la democracia ha sido considerado modélico por expertos de todo el mundo. Así lo valoran infinidad de periodistas internacionales. Por algo será. ¿O es que todos son tontos? Y la Constitución de 1978 es de las más avanzadas del mundo.

Podemos no coincidir, ni mi compañera ni yo coincidimos con ES en este punto, pero se puede entender su reflexión: no se puede meter a todos, sin más, en el mismo saco. A muchos sí desde luego. Donde ES ve una transición modélica, se pueden ver otras cosas. Yo las veo por ejemplo. Y qué le diría usted, se le pregunta, «a los secesionistas catalanes que dicen haber sido encarcelados por sus ideas». Con la mayor claridad concebible, con rigor y con rotundidad afable:

Que no nos desprestigien a los presos políticos del franquismo. Que no nos falten al respeto. Yo les digo: ustedes son políticos presos, porque se han saltado a la torera todas las leyes de la democracia. Las que conquistamos con lucha, con sangre. Ustedes no han incumplido leyes fascistas, ustedes han incumplido leyes democráticas porque ven dificilísimo reformar la Constitución para cambiar lo que establece sobre la unidad de España. Que forma parte de uno de los grandes pactos de la Transición, a la vez que se fijaron los derechos y libertades fundamentales.

La pregunta del millón para ir finalizando: ¿cómo sugiere mejorar la Constitución 40 años después de su promulgación?

En primer lugar, conservando todo lo que la vertebra como una de las mejores del mundo. No arrojen por el sumidero los derechos fundamentales y libertades que están perfectamente protegidos. No cambien ahí ni una coma. Sugiero completar cosas que se quedaron en el tintero. Por ejemplo, el artículo 128 establece que toda la riqueza del país, pertenezca a quien pertenezca y sea de donde sea, está al servicio de la sociedad. Pero no se ha desarrollado una ley orgánica para hacer operativo ese principio en una época de crisis como la que padecemos, y devolver a la sociedad, mediante un impuesto especial, el enriquecimiento que ha provocado tanto paro.

Dando donde hay que dar. Y un temor a tener muy en cuenta: ¿teme que en la actualización de la Carta Magna se logren mejoras a cambio de retrocesos?

En la búsqueda del consenso hay que tener las ideas muy claras para que eso no suceda. Insisto: la Constitución española tiene un contenido social muy fuerte, que se conquistó en las fábricas y en las calles antes de que se redactara, por la labor que hicimos desde el sindicalismo para sustituir la dictadura por la democracia. Nosotros no estábamos en la comisión que la redactó, pero influíamos. Por eso no solo están el derecho de asociación, de reunión, de expresión… sino también el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda, el derecho a la huelga…

Desde 2004, se le pregunta, tras la crispación política con la instrumentalización de los atentados en los trenes de cercanías en Madrid, ha desaparecido el consenso. «¿Falta cultura de negociación y acuerdo en los dirigentes actuales?».

Se echa en falta la madurez que adquirieron los líderes políticos en la Transición. En lo que va de siglo, el liderazgo político no ha madurado con relación a lo que la sociedad ha ido cambiando. Los nuevos partidos querían cargarse las mayorías absolutas, lo han logrado, pero si no consiguen acuerdos no se hace nada. Y en todos los partidos se ha puesto de moda algo nefasto: distorsionar el lenguaje. A lo mejor la profundidad de la crisis ha dejado caótica a la sociedad española, y es más difícil precisar la definición auténtica de las cosas. Y ese caos ha coincidido con la eclosión de las redes sociales.

ES cree que esa coincidencia «nos ha venido mal». Andalucía, se le recuerda, es la única comunidad donde no ha habido alternancia en el gobierno autonómico. ¿Ocurrirá en los próximos años?

Ante las múltiples dificultades de la situación política actual, lo que impera a mi juicio es la incertidumbre. En Andalucía no veo aún una alternativa con claridad. Insisto: no se está abordando con suficiente intensidad la desigualdad entre clases sociales. Además, quienes se identifican como líderes surgidos de las movilizaciones del 15-M de 2011 dicen que hay que ir contra ‘la casta del 78’. Es decir, también contra mí. El 15-M era un movimiento esperanzador y yo me entusiasmé. No era eso.

No era eso, tiene razón ES, si lo leemos de esa forma. Cuando se habla de la casta de 78 no se está hablando de personas como él. Es obvio. Es un error, suyo, interpretarlo así. Considera, se le pregunta, «que Podemos representa realmente a toda la población que se movilizó en las plazas hace seis años o que simpatizó con sus protestas y propuestas».

Podemos ha patrimonializado todas las simpatías del 15-M. Pero corre el riesgo de perder buena parte del apoyo social que tuvo. Por ejemplo, cuando sus ideólogos dicen que hay que «romper los candados de la transición». Hace 40 años no decían eso en Andalucía ni Vicenç Navarro, ni Manuel Monereo ni Julio Anguita.

No es decisivo pero las cosas se ven o pueden verse de otra forma pasados los 40 años. Puede tener sentido decir una cosa hace 40 años y decir ahora cosas diferentes.

En síntesis: una historia obrera, con tesis discutibles en algunos puntos (como en todos los casos desde luego) y con mucha heroicidad obrera detrás en muchos momentos. Y con mujeres resistentes y luchadoras en la sombra.

Espero saber responder a las preguntas que mi compañera me formulará esta noche. Sigo dándoles vueltas a la entrevista.

Nota:

1) http://elcorreoweb.es/sevilla/40-anos-despues-del-4-d-sigue-la-losa-del-paro-y-la-desigualdad-social-EH3595314

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.