Estados Unidos planea caotizar Europa con la escalada de cerco económico, financiero y comercial que emprende contra Rusia, y un eventual plan de guerra en el denominado Viejo Continente destinado a convertir también esa región en lo que es hoy el Medio Oriente, y naciones del norte de África como Libia Washington utiliza de punta […]
Estados Unidos planea caotizar Europa con la escalada de cerco económico, financiero y comercial que emprende contra Rusia, y un eventual plan de guerra en el denominado Viejo Continente destinado a convertir también esa región en lo que es hoy el Medio Oriente, y naciones del norte de África como Libia
Washington utiliza de punta de lanza a Ucrania para imponerle sanciones y restarle fuerza a Moscú, y usa como fichas de su tablero beligerante a la debilitada Unión Europea (UE), siempre al servicio de la Casa Blanca, con el claro objetivo de sostener su hegemonía internacional, reducida en los últimos tiempos.
A juicio de analistas políticos, la administración del presidente Barack Obama está creando las condiciones para que en Europa se desate un diferendo bélico de grandes proporciones, cuyo fin es frenar a toda costa a Rusia, y hacer de esa área geográfica otro laberinto similar al que prima actualmente en el Medio Oriente, luego de las agresiones e invasiones militares norteamericanas, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de Israel, perpetradas en Irak, Afganistán, Siria, y Palestina, además de Libia.
Es una realidad que en cualquier lugar del mundo donde ponen sus garras las autoridades estadounidenses, sus militares o ahora los llamados «contratistas», dejan una estela de sangre, destrucción, anarquía y desorden difíciles de revertir.
En buena lid, a Washington le interesan poco sus aliados de la UE, solo manejarlos y confrontarlos, en este caso contra Rusia como ya lo hicieron en Yugoslavia hace algunos años, para sacar provechos económicos en venta de armas y saqueo de recursos, y por supuesto no perder de manera alguna su dominio unipolar, con el debilitamiento de las potencias emergentes.
Reza un refrán popular que «a rio revuelto, ganancia de pescadores», y ello es lo que hace el régimen de Estados Unidos en el mundo, enturbiar los escenarios para alcanzar sus reales intereses.
Los anuncios reiterados de nuevas sanciones a Moscú por parte de la Casa Blanca y gobiernos europeos, hasta el de la «neutral» Suiza, son el preludio de en lo que pueden derivar esas acciones adversas a la paz, la concordia, y a las leyes que rigen las relaciones internacionales.
De otro lado, la reciente determinación del Pentágono de instalar cinco nuevas bases militares de la OTAN en Europa del Este, hacen resonar aun más los tambores de guerra que se escuchan con estridencia en el Viejo Continente, y que provienen desde territorio norteamericano.
Los pueblos europeos están prácticamente obligados a movilizarse para frustrar una peligrosa conflagración que les amenaza, en medio de la crisis económica y social sin precedentes que los agobia y ahoga.
Por su parte, América Latina debe estar en «alerta naranja» ante esos belicosos tornados estadounidenses que pueden replicarse con toda intención en la Patria Grande para dividirla en momentos, que como nunca antes, predominan las brisas de unidad e integración.
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