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EE.UU. se atasca en el pasado mientras Cuba cambia

Fuentes: Progreso Semanal

El presidente Obama y sus asesores comparten con casi todos los medios masivos la misma debilidad visual en lo que se refiere a Cuba: no ven lo evidente, los hechos cruciales y el contexto que tienen ante sus ojos. Mientras Cuba comienza a experimentar cambios básicos en su economía y estructura de gobierno, las noticias […]

El presidente Obama y sus asesores comparten con casi todos los medios masivos la misma debilidad visual en lo que se refiere a Cuba: no ven lo evidente, los hechos cruciales y el contexto que tienen ante sus ojos.

Mientras Cuba comienza a experimentar cambios básicos en su economía y estructura de gobierno, las noticias en los medios occidentales siguen normas predecibles fuera de contexto, y por lo tanto irrelevantes.

Durante más de medio siglo, la mayoría de los redactores y productores de radio y TV han tenido un interés consciente o no reconocido en el fracaso de la revolución cubana. Pensar de otra manera, como han aprendido los reporteros y los asesores, sería un error que perjudicaría su carrera. A fin de invalidar el intento de Cuba por cambiar la relación social de su sociedad y de comunicar su mensaje al resto del tercer mundo, los medios occidentales constantemente dejan de situar en contexto los hechos que provocaron la revolución. En su lugar, Washington y los estenógrafos que llaman «la prensa», juzgan a Cuba por las normas de EE.UU. y en el contexto de EE.UU. Cuba siempre debe comportarse según lo que los medios suponen son las normas de la perfección democrática. Este criterio para juzgar, más allá de su vaguedad, lo lleva a uno a preguntarse acerca de valores y prioridades.

Por ejemplo, el 24 de mayo, titulares típicos contenían los siguientes «leads» continuos:

«La OTAN ataca Trípoli; EE.UU. dice que rebeldes pueden abrir oficina».

 

«Alley ha perdido 38 pulgadas desde que debutó en ‘Dancing'».

Para los no «enterados» Kirstie Alley ha sido presentada como una actriz con problemas de peso. «Cuando Kirstie Alley aparece en el final de temporada de ‘Dancing With the Stars'», comienza la noticia de AP, «lo hará en un vestido de una talla mucho más pequeña».

Que este asunto aparezca como un titular de prensa -y no aparecería en los medios cubanos- es símbolo de la prensa libre norteamericana, la cual asegura que debe servir los intereses de sus lectores. Pero los medios han ayudado a crear una vida indirecta («Yo me identifico con Kirstie» dicen miles de mujeres obesas), al igual que los medios han alentado a ir de compra y a ver los deportes en TV como la esencia de la vida espiritual (conjuntamente con la creciente industria de porno y experimentar emociones indirectas leyendo acerca de la pecaminosa sexualidad de los ricos y famosos). «Nuestras políticas, religión, noticias, atletismo, educación y comercio han sido transformados en agradables complementos del mundo del espectáculo, en gran medida sin protestas o siquiera mucha atención por parte del público. El resultado es que somos un pueblo al borde de divertirnos hasta la muerte», escribió Neil Postman (Divirtiéndonos Hasta Morir).

Cuando los periodistas juzgan a Cuba, inevitablemente aplican normas diferentes que las que aplican al resto del Caribe y Latinoamérica, donde «la veneración de la mierda (Postman) continúa dominando.

Cuba ha amenazado a Washington y a sus serviles medios no por ser un modelo de educación y salud (muchos países europeos están mucho mejor), sino por ser desobediente y cultivar diferentes valores. La inmensa mayoría de los fabricantes de medios han reportado acerca de Cuba con un interés consciente o no reconocido en el fracaso de la revolución cubana. No colocan en contexto los hechos que provocaron la revolución y apenas mencionan que el Tío Sam tiene puesta su bota en la cabeza de Cuba hace 50 años. Luego, la juzgan con esas vagas normas de perfección democrática que no aplican a República Dominicana o a sus otros vecinos.

Cuba ha comenzado sus cambios, pero ni el presidente Obama ni los medios masivos lo han reconocido. La política norteamericana le exige a Cuba una «sociedad civil», mientras se niega a reconocer la amplia implicación de las iniciativas del gobierno con la Iglesia Católica. Además de las medidas tomadas, la cooperación de Cuba conlleva amplias implicaciones para la libertad religiosa y la ampliación de la sociedad civil tradicional.

Pocas noticias en medios norteamericanos informaron el gran incremento de visitas religiosas desde y hacia el extranjero. La Habana permite ahora procesiones religiosas y blogs religiosos. El estado ha entregado los escasos recursos disponibles para reparar iglesias y en los últimos dos años ha permitido la construcción de nuevos seminarios e iglesias. Los líderes cubanos asisten regularmente a actividades religiosas y permiten que las iglesias brinden servicios a personas en prisión.

La Iglesia Católica tiene ahora tiempo en la radio y sus altos funcionarios se han convertido en interlocutores en asuntos relacionados con prisioneros, disidentes e incluso en política exterior. El número de iglesias protestantes que se han abierto en Cuba ha aumentado significativamente. El estado ya no promueve el ateísmo. Pero estos hechos siguen sin aparecer como «cambio significativo». Es más, todas las instituciones religiosas han pedido el fin del embargo de EE.UU. y la normalización de las relaciones. El gobierno de EE.UU. parece hacerse el sordo a las necesidades de los religiosos de la isla.

Cuba está cambiando. La política de EE.UU. se ha quedado atascada en su medio siglo de obsesión por eliminar al único gobierno cubano que ha insistido en retener su independencia y su soberanía.

Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=3471:eeuu-se-atasca-en-el-pasado-mientras-cuba-cambia&catid=3:en-los-estados-unidos&Itemid=4