Desde el nefasto 9/11, el mundo cambió para mal, el poder en Occidente fue tomado por un sector elitista, mediocre y prepotente, que despilfarró más de siete billones de dólares en guerras de rapiña y ha conducido al planeta al borde de la sepultura.
Lo peor es que pretende seguir gobernando como si nada hubiera cambiado y todavía fuera dueño y amo del planeta, sin arrepentirse de las barrabasadas cometidas.
Se recuerda una de ellas. En 1990, Occidente prometió a Gorbachov que sí la Unión Soviética permitía la reunificación de Alemania, la OTAN no se expandiría ni una pulgada hacia el Este. Desde entonces ha roto su palabra en numerosas ocasiones: en 1999 incorporó a Polonia, Hungría y República Checa; en 2004, a Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía; en 2009, a Albania y Croacia; en 2017, a Montenegro, pese a las protestas multitudinarias que contra tal decisión realizó la población de ese país, y en 2020, a Macedonia del Norte. En 2008, la OTAN acordó que Ucrania ingresaría a sus filas, aunque no precisó la fecha ni cómo iba a hacerlo.
Por estas y otras razones, el Presidente Putin planteó: “Es muy preocupante la acumulación de agrupaciones militares de EE.UU. y la OTAN inmediatamente cerca de las fronteras de Rusia, así como la realización de ejercicios a gran escala, incluso no planificados” y propuso iniciar negociaciones para elaborar acuerdos vinculantes que garanticen la seguridad de todos, que excluyan cualquier avance de la OTAN hacia el este y el despliegue de armas letales en países vecinos de Rusia, principalmente en Ucrania, país que desde junio de 2016 proclama el ingreso a la OTAN como el objetivo primordial de su política exterior, pese a que, para obtener la separación de la URSS, aceptó la prohibición de adherirse a cualquier alianza militar.
Putin exigió garantías creíbles de que la OTAN no emplazará misiles de ataque cerca de las fronteras de su país, dijo que Rusia se va a comportar igual a como se comportaría EEUU en el caso de que se instalara armas ofensivas cerca de sus fronteras, por lo que “si en el territorio de Ucrania aparecen armas de ataque que lleguen a Moscú en 7-10 minutos, y en 5 minutos en el caso de las armas hipersónicas, tendremos que crear algo similar contra los que nos amenacen” e informó que Rusia tiene la capacidad técnica de neutralizar este peligro.
También dijo que estas negociaciones no deben degenerar en una charla intrascendente, por lo que espera acuerdos concretos a las preocupaciones planteadas, y señaló que Rusia se reserva el derecho a responder con medidas técnico-militares adecuadas a los pasos hostiles de EEUU. Y, como para que en Washington le escuchen bien, añadió que “nuestras acciones no dependerán del curso de las negociaciones, sino de la garantía incondicional de la seguridad de Rusia y que, incluso, si EEUU proporcionara garantías jurídicas en materia de seguridad, no serían muy confiables, puesto que ese país abandona fácilmente los convenios”.
Según el borrador para un acuerdo sobre garantías de seguridad, que Moscú quiere alcanzar con EEUU y la OTAN, publicado por el Ministerio de Exteriores de Rusia, Putin propuso que ambas partes confirmen que no se consideran enemigos, se comprometan a resolver pacíficamente sus disputas y se abstengan del uso de la fuerza o la amenaza de su uso de todas formas incompatibles con los objetivos de la ONU, para así reducir las tensiones geopolíticas existentes; que la OTAN dé garantías de no ampliación hacia el este, no admita en dicha alianza a estados que fueron miembros de la URSS y no desplace fuerzas de ataque cerca de las fronteras rusas; que ni EEUU ni Rusia instalen armamentos o efectivos militares fuera de sus territorios, donde la otra parte los considere una amenaza para su seguridad, ni siquiera si tal instalación se hace en el marco de coaliciones internacionales o alianzas militares; que se logre un compromiso de no despliegue de armas nucleares fuera de sus fronteras y se elimine las infraestructuras hechas con este fin.
El 10 de enero se realizó en Ginebra la negociación entre Rusia y EE.UU.; el 12 de enero, en Bruselas la reunión del Consejo Rusia-OTAN y al día siguiente en Viena tuvo lugar el diálogo en el marco de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, sin que en estos encuentros hubiera resultados positivos.
Serguéi Riabkov, Viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, luego de negociar en Ginebra con la delegación de EE.UU., dijo: “Explicamos por qué es un imperativo absoluto obtener garantías legales de la no expansión de la OTAN, por qué es imperativo que obtengamos garantías legales contra el despliegue cerca de las fronteras rusas de las fuerzas de ataque, que podrían alcanzar objetivos en nuestro territorio, y por qué planteamos la cuestión de que la OTAN abandone en gran medida el desarrollo material de los territorios de los estados que ingresaron en la OTAN después de 1997. Creemos que es absolutamente necesario lograr que Ucrania nunca sea miembro de la OTAN y lo mismo se aplica a Georgia”.
Alexánder Grushkó, alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, declaró: “Tienen dos caminos. El primero es tomar en serio lo que ponemos sobre la mesa, o lidiar con una alternativa técnico-militar” y agregó que las propuestas sobre garantías de seguridad europea son necesarias para entablar un diálogo normal. “Ha llegado la hora de la verdad. De hecho, hemos arribado a una muy línea peligrosa. Y nuestras propuestas están dirigidas precisamente a alejarse de esta línea peligrosa y finalmente entrar en algún tipo de diálogo normal, en cuya prioridad estarán los intereses de seguridad”. Subrayó que Moscú ha dado un paso que es imposible ignorar o simplemente rodear de palabras, recalcó que su país posee toda la capacidad técnica para garantizar su seguridad militar y que actualmente la OTAN se dedica a intentar neutralizar estas ventajas de Rusia.
Para Serguéi Lavrov, Canciller de Rusia, la postura de EEUU y sus aliados consiste en “asegurarse el dominio en Europa. Buscan crear puntas de lanza en el perímetro de Rusia, puestos de avanzada militar, factores de irritación a lo largo de nuestras fronteras”. Recomendó a todo el mundo leer la Carta sobre la Seguridad Europea adoptada en Estambul en noviembre de 1999. “Todo lo que Occidente dice y hace hoy es una burda violación de las obligaciones contraídas en aquella fecha. Además, Rusia rechaza categóricamente la presencia de la Alianza Atlántica justo en nuestras fronteras”, por lo que para Moscú el ingreso de Ucrania en la OTAN sería “una verdadera línea roja”, incluso si, sin ingresar a la OTAN, Ucrania permitiera en su territorio el despliegue de bases militares de esa organización. “Nuestra filosofía es bien conocida desde hace tiempo: Rusia no quiere una guerra, pero vamos a defender nuestra seguridad con firmeza con los medios que consideremos apropiados”.
El Presidente Putin dio diversas opciones para el caso de que Estados Unidos y la OTAN rechacen proporcionar garantías de seguridad a Rusia: “La respuesta puede ser muy diversa. Eso depende de las propuestas que me planteen nuestros expertos militares. Las futuras acciones de Moscú no dependerán del curso de las negociaciones sobre las garantías de seguridad con Estados Unidos, sino de la incondicionalidad de la seguridad de Rusia hoy y en la perspectiva histórica”. En este sentido, dejó claro que no es Moscú la que coloca misiles cerca de las fronteras estadounidenses, sino Estados Unidos el que está en las puertas de Moscú. En concreto, EEUU no debe instalar armas ofensivas ni en Ucrania ni en los países vecinos de Rusia.
Parece que EEUU y la OTAN se comportan testarudos al rechazar las propuestas presentadas por Rusia, las menosprecian, las consideran inaceptables, anuncian que no van a permitir que se dé fin a la política de puertas abiertas de la OTAN y no harán concesiones en cuestiones de la ampliación de la alianza y el despliegue de fuerzas al este de Europa; también dan largas al asunto, acusando sin pruebas a Rusia de preparar una invasión a Ucrania. Por eso es de esperar que respondan negativamente a las reivindicaciones rusas, lo que elimina la estabilidad estratégica entre ambas potencias y equivale a jugar con fuego al poner en riesgo la paz mundial.
¿Qué va a pasar cuando Rusia responda simétricamente a quienes la amenacen y se comporte igual a como se comportaría EE.UU., en el caso de que algún país instale armas letales cerca de sus fronteras? Que el mundo va a vivir un peligro semejante o peor al que vivió durante la Crisis del Caribe, porque en esa época había fuerzas políticas revolucionarias que defendían la paz y, hasta cierto punto, detenían la mano agresiva de los círculos del poder mundial; hoy esto no es así. A buena hora, EE.UU. no tiene ya la supremacía económica y militar que entonces tuvo. Ojalá, la élite política de Washington tome conciencia de ese detalle, analice punto por punto la propuesta rusa y evite la posibilidad de una hecatombe mundial; caso contrario, no cabría la pregunta: ¿Qué va a pasar mañana?, sino: ¿Va a haber mañana?
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