Traducción para Rebelión de Loles Oliván
El gobierno de Obama junto con decenas de países europeos y de Oriente Próximo, ha reconocido formalmente al rebelde Consejo Nacional de Transición (CNT) como el «legítimo» gobierno de Libia, en el marco de una cumbre celebrada ayer en Turquía. Este movimiento diplomático refleja una frustración considerable por parte de Washington debido a que tras cuatro meses de guerra aérea de la OTAN y numerosos intentos de asesinar a Muamar Gadafi, no se ha conseguido derrocarlo del poder en el país norteafricano, rico en gas y petróleo.
El CNT, ubicado en la oriental ciudad libia de Bengasi, está compuesto por ex ministros de Gadafi, fundamentalistas islámicos y otros que han conspirado contra Gadafi durante años en nombre de agencias de inteligencia occidentales. Se formó, con el apoyo indudable de los gobiernos francés, británico y estadounidense, en marzo pasado para agrupar el descontento popular contra el régimen de Gadafi en una guerra civil respaldada por el imperialismo.
La secretaria de Estado de Obama, Hillary Clinton, explicó qué cálculos subyacen en el reconocimiento de un CNT -que no ha sido elegido y que no es representativo- como gobierno de Libia. «Todavía tenemos que trabajar en diversas cuestiones jurídicas», dijo Clinton a los periodistas, «pero esperamos que este paso a favor del reconocimiento permita al CNT acceder a fuentes adicionales de financiación».
Un asesor libio-estadounidense de los «rebeldes» aseguró a Los Angeles Times el jueves que el CNT estaba en la actualidad «en quiebra». No podía pagar los envíos de combustible ni los sueldos de sus combatientes, y mucho menos comprar nuevas armas y municiones.
Ahora el CNT puede reclamar los 30 mil millones de dólares en activos libios depositados en instituciones financieras con base en Estados Unidos y que fueron congelados como resultado de las sanciones de la ONU contra el régimen de Gadafi. Parte del dinero se entregará directamente al CNT o será utilizado como garantía de préstamos. Miles de millones en activos -estimados en un total 130 mil millones de dólares- permanecen congelados en varios países europeos y a nivel internacional. El gobierno italiano ya ha anunciado que pondrá a disposición del CNT 142 millones de dólares utilizando los fondos depositados como garantía.
Los recursos pueden ser utilizados para comprar municiones y suministros, contratar mercenarios y sobornar a las fuerzas favorables a Gadafi para que cambien de bando. Sin embargo, la expropiación de la riqueza de la elite de Libia es, por encima de todo, una clara señal dirigida al círculo íntimo de Gadafi de que sus intereses materiales dependen de la marginación del anciano dictador y de que lleguen a un acuerdo con las principales potencias.
El reconocimiento del CNT se produce en un momento en que la situación militar está en un absoluto punto muerto. Los combatientes rebeldes bajo el mando del CNT están mal equipados y mal entrenados. Muchos de sus combatientes, en particular en el oeste, han sido reclutados por consideraciones tribales y regionales y tienen poca motivación para luchar más allá de sus propias aldeas y ciudades. No han logrado avances significativos en el terreno contra las unidades del ejército leales a Gadafi, a pesar de que los aviones de Estados Unidos y de Europa han masacrado a un número desconocido de soldados libios.
La capital, Trípoli, donde vive la cuarta parte de la población del país, sigue bajo el control firme de Gadafi, al igual que los principales campos petroleros, refinerías y plantas de tratamiento de agua. Las repetidas ofensivas de los «rebeldes» contra Trípoli han acabado desmoronándose en rutas desorganizadas, tanto en el este como en el oeste del país.
Entre los aliados de la OTAN cada vez se cuestiona más el carácter de los combatientes del CNT. El jueves, The New York Times publicó un artículo elaborado a partir de fuentes militares estadounidenses que expresaba su preocupación por la captura por parte de los «rebeldes» de cientos de misiles antiaéreos. Se cree que el ejército de Gadafi cuenta con un arsenal de más de 20.000 armas de ese tipo. Las fuentes del periódico informaban sobre casos de individuos que han saqueado depósitos de armas sin control y que se han llevado misiles.
Es de todos conocido que entre los elementos de la oposición libia hay fundamentalistas islámicos que simpatizan con la resistencia que se libra en Afganistán contra la ocupación de ese país por parte de Estados Unidos y de la OTAN. Andrew Shapiro, adjunto a la secretaria de Estado para asuntos político-militares del gobierno Obama, declaró a The Times que la perspectiva de que se estén exportando misiles desde Libia es «una de las cosas que me quitan el sueño».
Las fuerzas del CNT en el este llevaron a cabo esta semana otro fracasado intento de avanzar hacia la capital y ahora se centran únicamente en tomar el control de Brega, la ciudad libia situada más cerca de las refinerías de petróleo más importantes. Los informes de los últimos días indican que se han librado batallas en sus alrededores. Informes de periodistas occidentales que se hacen eco de la opinión de los observadores militares estadounidenses y europeos lamentan que al haberse centrado en Brega se ha permitido a las fuerzas pro-Gadafi recuperar la estratégica ciudad de Asabah, a 80 kilómetros de Trípoli.
La guerra contra Libia se ha convertido en una debacle y en fuente de inmensa frustración en Washington y en las capitales europeas. Si en la conferencia de ayer se produjeron las habituales declaraciones de que «Gadafi se tiene que ir», hay importantes indicios de que al menos algunas de las potencias de la OTAN están dispuestas a aceptar un acuerdo que permita a Gadafi permanecer en Libia posiblemente, incluso, en algún tipo de posición oficial.
Según Saif al-Islam Gadafi, hijo del dictador y que ejerce gran influencia por derecho propio, la administración francesa del presidente Nicolas Sarkozy ha presentado una oferta de acuerdo que podría obligar al CNT a entrar en un gobierno de «unidad nacional» con el régimen de Gadafi. El ministro de Defensa francés Gerard Longuet ha dado credibilidad a esta afirmación al hacer esta semana un llamamiento al CNT para que «se siente en una mesa» con el régimen, y acepte que Gadafi pueda estar «en otra habitación de su palacio, con otro título».
Otra preocupación central del imperialismo estadounidense, británico y francés es que los considerables recursos energéticos de Libia se hallen bajo su influencia directa. Las principales potencias explotaron la represión de Gadafi contra el malestar social a principios de año para justificar una intervención militar que tenía por objeto establecer al CNT como un régimen títere con el fin de promover sus intereses económicos y estratégicos en Libia y en toda la región.
Subrayando el fraude de las afirmaciones de Estados Unidos y de OTAN acerca de que la guerra se está llevando a cabo para proteger la vida de civiles, incluso los medios de comunicación occidentales se ha visto obligados a señalar que las unidades rebeldes disparan indiscriminadamente cohetes contra ciudades y pueblos bajo control de Gadafi.
El mayor número de víctimas civiles, sin embargo, están siendo causadas por las misiones de bombardeo de aviones estadounidenses y europeos.
Muhammad Zikri al-Mahjubi, fiscal general de Libia, anunció el miércoles que iba a presentar cargos contra el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, por «una agresión deliberada contra civiles inocentes, por el asesinato de niños, así como por tratar de derrocar al régimen libio».
Mahjubi declaró en conferencia de prensa que: «Como secretario general de la OTAN, Rasmussen es el responsable de las acciones de esta organización, que ha atacado a un pueblo desarmado, matando a 1.108 civiles y herido a otros 4.537 en los bombardeos de Trípoli y otras ciudades y pueblos».
Esta cifra de muertos no se puede confirmar pero es indiscutible que los miles de ataques aéreos llevados a cabo por la OTAN han causado centenares de muertos y muchos heridos más.