Estados Unidos pondrá fin mañana a la guerra de Iraq, aunque ahora se enfrenta al reto de atender a los miles de soldados que regresaron mutilados y con traumas psicológicos y que han perdido su trabajo por la crisis. La de Iraq se ha convertido junto a Afganistán en la guerra más larga en la […]
Estados Unidos pondrá fin mañana a la guerra de Iraq, aunque ahora se enfrenta al reto de atender a los miles de soldados que regresaron mutilados y con traumas psicológicos y que han perdido su trabajo por la crisis.
La de Iraq se ha convertido junto a Afganistán en la guerra más larga en la que se ha visto envuelto EEUU y una de las de mayor coste económico y humano, con casi 900.000 millones de dólares invertidos y 4.200 soldados muertos.
El presidente estadounidense, Barack Obama, se dirigirá mañana a la nación, en horario de máxima audiencia, para anunciar el final de la guerra en el país árabe, aunque durante unos meses permanecerán unos 50.000 soldados para adiestrar a las fuerzas iraquíes. El regreso de las tropas impone un nuevo reto al Gobierno, el de atender a una legión de veteranos que tras combatir en el frente, busca reiniciar la vida que dejó al partir.
«Ningún soldado vuelve de la guerra siendo la persona que se fue de casa. Siempre regresan cambiados, rara vez para mejor, y muchas familias no los reconocen», dijo hoy a EFE el presidente de Veteranos por la Paz, Mike Ferner, quien destacó además las dificultades que tienen para recuperar su vida anterior. «Los hombres y mujeres que vuelven de la guerra, aún si no tienen problemas de salud, tienen enormes dificultades para hallar empleo, y más en la actual situación económica», apuntó.
Alta tasa de suicidios
Casi un millón y medio de hombres y mujeres han servido en los últimos siete años en una guerra que, en sus momentos de mayor intensidad, llegó a tener desplazados a 171.000 soldados. Unos 30.000 regresaron con heridas físicas y lesiones psicológicas.
Por ello, los veteranos esperan que Obama, tal y como hizo en su discurso radiofónico del pasado sábado, se comprometa mañana a poner todos los recursos disponibles para evitar que los veteranos queden al margen de la sociedad.
El sábado, Obama reconoció que el mayor problema son los soldados que sufren Lesiones Cerebrales y Estrés Post Trauma (PTSD, por su sigla en inglés), dado que «muy pocos reciben el diagnóstico y cuidados adecuados».
Pero «estamos cambiando eso», dijo Obama, al recordar que el Gobierno está invirtiendo más recursos en el tratamiento y atención de los enfermos, y en terapias para reducir la alta tasa de suicidios.
Problemas mentales
El 30 por ciento de los soldados retornados de Irak sufre problemas mentales graves después de haber presenciado muertes, mutilaciones, combates y la tensión constante de vivir en una zona de guerra.
Un estudio de la revista Military Medicine determinó que el 62 por ciento de los soldados retornados ha recibido o requiere terapia psicológica; el 6 por ciento muestra el síndrome de estrés postraumático y el 27 por ciento ha caído en el abuso de alcohol.
No obstante, los traumas psicológicos no son el único obstáculo al que se enfrentan los soldados al volver al país, que sigue sufriendo las secuelas de la peor crisis económica desde la Gran Depresión iniciada en 1929.
«El mayor problema que yo veo ahora es que los veteranos vuelven y no pueden encontrar un empleo», dijo Tracy Handschuh de Operation Homefront, un grupo que ayuda a los militares en la solución de sus emergencias financieras.
Puestos de trabajo
Si bien las empresas tienen la obligación legal de guardar el puesto de trabajo de los reservistas cuando estos son enviados a misiones en el exterior «eso no les sirve de mucho si la compañía cerró durante la recesión», comentó Handschuh, quien añadió que «cuando el soldado vuelve quizá el empleo ya no exista».
Una característica de la guerra de Irak ha sido el envío repetido de las mismas tropas a la zona de guerra.
Al menos el 57 por ciento de los miembros en servicio activo de las Fuerzas Armadas de EE.UU. (excluidas las reservas) ha cumplido un turno en zona de combate, y el 31 por ciento ha retornado al menos para un segundo turno.
«Las misiones de un año ponen a prueba a los soldados, aún cuando su moral sea buena», comentó el Inspector General de Salud del Ejército, teniente general Kevin Kiley, quien agregó que mientras están lejos de casa los soldados, hombres y mujeres, «se pierden cosas normales como nacimientos, los primeros pasos de los hijos, los cumpleaños». «Pero cuando los soldados van a una segunda o una tercera misión, el impacto es mayor», agregó.