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EEUU y la tortura

Fuentes: Rebelión

El pasado 6 de mayo el investigador en derechos humanos de las Naciones Unidas en Afganistán, Cherif Bassiouni, terminó su mandato por obra y gracia de la diplomacia estadounidense y, por el momento, nadie lo reemplazará. Si bien la noticia fue cubierta por algunos medios como la cadena CBC de Canadá y Democracy Now de […]

El pasado 6 de mayo el investigador en derechos humanos de las Naciones Unidas en Afganistán, Cherif Bassiouni, terminó su mandato por obra y gracia de la diplomacia estadounidense y, por el momento, nadie lo reemplazará. Si bien la noticia fue cubierta por algunos medios como la cadena CBC de Canadá y Democracy Now de Estados Unidos, en la mayoría de los medios masivos la cobertura no llegó ni por asomo a, por ejemplo, un caso de dos elefantes que entraron a un restaurante en Seúl el pasado 20 de abril. Esta última noticia estuvo presente en todos los canales y diarios canadienses, mientras era imposible encontrar un segundo de televisión o unas líneas acerca de la increíble rebelión popular que ese mismo día provocó la destitución del presidente de Ecuador, Lucio Gutiérrez.

Cherif Bassiouni es profesor de derecho en la Universidad de DePaul, autor de 27 libros en asuntos legales, y presidente del Instituto de Ley Internacional de Derechos Humanos. Un año atrás, Cherif Bassiouni fue encomendado por las Naciones Unidas como «experto independiente en derechos humanos en Afganistán» para investigar la situación de éstos en ese país. Luego de un año de investigación, y dos semanas después de la presentación de su tercer informe acerca de las violaciones a los derechos humanos, Estados Unidos bloqueó con su lobby la renovación de su misión con las Naciones Unidas.

En una entrevista con la periodista Amy Goodman, del medio independiente Democracy Now, Bassiouni explicó lo que él sospecha son los motivos de la no renovación de su contrato, y describió la actual situación sobre los derechos humanos en Afganistán.(1)

Los Estados Unidos no había tenido ningún problema con dos informes anteriores, pero éste último, de veintiún páginas, incluye una única página que habla del rol de los soldados de este país. En ella Bassiouni acusó a las tropas estadounidenses de irrumpir en las casas, detener arbitrariamente a residentes y torturar detenidos; estimando el número de casos en alrededor de mil. Indicó que las fuerzas lideradas por Estados Unidos han cometido «abuso sexual, golpizas, tortura y el uso de la fuerza resultando en muerte…»

Para realizar su trabajo, Bassiouni pedía repetidamente a las autoridades la posibilidad de entrevistar a los prisioneros, lo cual le fue siempre negado.

Según pudo comprobar a través de testimonios, unas 2000 personas habrían sido trasladadas desde Guantánamo hasta Afganistán, y al parecer los Estados Unidos no ve bien que esas personas sean entrevistadas por un especialista e derechos humanos. Esto hace pensar, según él mismo explica, que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos estaría planeando abrir Guantánamo a los medios de comunicación mundial para limpiar su merecida fama de campo de concentración y de horror. En unas semanas, entonces, probablemente veremos cómo los Estados Unidos invitan a la comunidad internacional a ver cómo se tratan a los prisioneros en Guantánamo. Para ese momento, en palabras de Bassiouni, «…los peores casos habrán sido transferidos a Afganistán; Guantánamo habrá sido repintada, alfombrada, y se verá preciosa, y la gente que vaya a inspeccionarla no encontrará nada mal ahí. Pero, claro, esto significa que aquellos que han sido transferidos de Guantánamo a Afganistán no podrían ser entrevistados o vistos por nadie».

Ante la pregunta de la periodista acerca de quién en las Naciones Unidas realizó la mediación por los Estados Unidos, el investigador explicó que fue el embajador de los Estados Unidos en la ONU en Ginebra, «…llamado Kevin Moley. Él es uno de los dueños de los Texas Rangers… quien llevó a George W.

Bush a ser dueño en parte de los Texas Rangers antes de que el Presidente Bush fuera gobernador de Texas…es una relación muy cercana a la familia… es todo un empresario tejano, y creo que su umbral de simpatía por asuntos de derechos humanos es probablemente muy bajo».

Bassiouni explicó además que durante los últimos 25 años los estadounidenses han ignorado los crímenes cometidos por los «señores de la guerra» afganos porque siempre fueron útiles a los Estados Unidos. Estos líderes han cometido «crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, y como fueron útiles a las fuerzas de los Estados Unidos cuando invadieron Afganistán en 2003 fueron premiados con la impunidad de sus crímenes pasados». Indicó que, incluso, muchos líderes fueron premiados con importantes cargos.

En cuanto a la situación de los derechos humanos en Afganistán en general, más allá de lo que haga Estados Unidos, Bassiouni detalló que «La situación en las cárceles es muy mala. La situación de las mujeres es muy mala. Éste es un país donde la violencia contra las mujeres es practicada diariamente casi en cada familia… la idea de golpear a tu esposa … es parte del discurso social.

Las mujeres son juzgadas con rutina por jueces tribales en vez de tener un proceso judicial. Frecuentemente son sentenciadas a servir en la casa de un jefe tribal donde se convierten literalmente en esclavas, incluso esclavas sexuales. Con frecuencia, sus familias expulsan a sus hijos y las mujeres tienen que llevarlos con ellas, y así se genera una segunda generación de esclavitud. Mujeres jóvenes, niñas de entre nueve y quince años son dadas en matrimonios, pero en realidad sirven como moneda de cambio, una forma de pago, dinero de sangre. Así que si hay una disputa o un acuerdo en un reclamo entre dos familias o tribus, el arreglo no es necesariamente dos vacas o dos caballos, es dos niñas… es tan importante que haya alguien de la ONU recordándole al gobierno que esas cosas deben cambiar. Sin eso, creo que los Estados Unidos han realizado un pésimo servicio a la aplicación de los derechos humanos en Afganistán, simplemente porque querían a alguien que mirara para el otro lado en lo que se refiere a las prácticas de los Estados Unidos». Así es que hoy, gracias a la intervención de Estados Unidos, y para que nadie vea su propio accionar, ya no hay quien recuerde al gobierno afgano que existen derechos humanos básicos.

Mientras torturan en Guantánamo y Afganistán, la CIA secuestra individuos sin ningún tipo de ley que los ampare en cualquier país del mundo, y los hace «desaparecer». Michael Scheuer es un ex agente de la CIA que ideó el programa «rendition» mediante el cual la agencia secuestra personas que sospecha ligadas al terrorismo, en cualquier país del mundo, y las envía a terceros países donde se practica la tortura, para su interrogación. Se envían a países como Egipto, Jordania, Siria y Uzbekistán; éste último, por ejemplo ha sido acusado de llegar a hervir personas vivas. ¿Cabe recordar aquí que éste es el mismo país que hace años promueve la condena de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (esto es, en todo el territorio cubano que está  fuera de la base de Guantánamo)?

En la operación «rendition» están involucrados además los servicios de inteligencia de los países donde se lleva a cabo el secuestro, los que no desean el «problema» de tener a esas personas en su propio sistema judicial ni tener que lidiar con la presión de los Estados Unidos. En diciembre de 2001 dos ciudadanos egipcios fueron secuestrados en Estocolmo, Suecia y llevados a El Cairo, donde fueron torturados. En diciembre 2003 un ciudadano alemán de ascendencia libanesa fue detenido acusado de ser miembro de Al Qaeda cuando viajaba a Macedonia desde Serbia, llevado a Afganistán, torturado durante cuatro meses y luego liberado en las montañas en Albania. En Italia, un clérigo musulmán fue metido en una camioneta en Milán y jamás visto otra vez.

Desaparecen de las calles, desaparecen de sus casas, de sus trabajos, igual que ocurría en Argentina. Se los sospecha de terrorismo, se los trata de enemigos. Algo habrán hecho, quieren decir. Con el mismo discurso desaparecieron a 30.000 personas los militares argentinos entrenados por los mismos norteamericanos en la Escuela de las Américas; escuela que aún existe y entrena para torturar y secuestrar, aunque los escándalos hicieron que fuera trasladada a Georgia, en Estados Unidos, y, de paso, renombrada como «Instituto para la Cooperación en Seguridad del Hemisferio Occidental». La nota de Cherif Bassiouni en Democracy Now se realizó el 28 de abril pasado, el día del primer aniversario de la publicación de las fotos de la cárcel de Abu Ghraib. En un calco caricaturesco del discurso de los dictadores argentinos, en su momento el gobierno de Bush quiso hacer creer al mundo que aquellos fueron excesos, que fueron unos pocas manzanas podridas. Los latinoamericanos sabemos bien que hace más de cincuenta años los marines norteamericanos practican esos métodos en nuestros países, a través de militares y paramilitares locales entrenados por ellos en la famosa escuela.

Probablemente, como predijo Bassiouni, pronto veremos fotos de Guantánamo en todos los medios. Las cárceles se verán limpias, las paredes impecables, los prisioneros felices. La trampa no estará tanto dirigida al mundo, que no vota en los Estados Unidos aunque pague sus impuestos a través del FMI, que actúa como ente recaudador global, sino a su propia población. La cadena Fox y la CNN hablarán de las injurias sufridas por el gobierno Bush por la izquierda mundial, y que todos deberíamos pedirles disculpas por haberlo ofendido.

Seguramente hablarán de la ola antiamericana que invade el mundo. Se preguntarán una vez más por qué no nos quieren. El tiempo pasará, y probablemente, así como gran parte de los norteamericanos aún cree que hay una conexión entre Bin Laden y Saddam Hussein, que había armas de destrucción masiva en Irak, que Saddam Hussein representaba un riesgo para su país, que Chávez es un dictador, que Nicaragua podía invadir Estados Unidos, ellos, pensarán que en  Guantánamo y Afganistán no se utiliza su dinero para infringir la tortura.

La resistencia global podrá aumentar cada día, pero probablemente no verá sus frutos hasta que no se rompa la barrera de ruido ensordecedor que son las cadenas de medios masivos dentro de los Estados Unidos; o, en todo caso, hasta que la indignación ciudadana llegue por el lado interno, donde por ahora, los «valores familiares tradicionales» dentro de los Estados Unidos son más importantes que los «derechos humanos elementales» del resto de la humanidad.

(1) http://www.democracynow.org/article.pl?sid=05/04/28/1346246