Desde el inició de la guerra civil sudanesa en abril de 2023, Egipto, a diferencia de Chad, por ejemplo, militarizó su frontera con Sudán para controlar la llegada de refugiados que escapaban del conflicto, al tiempo que articulaba medidas para que ese control alcanzara a ciudades tan lejanas de la frontera como El Cairo a novecientos kilómetros o Alejandría a mil, por ejemplo, donde se implementan razzias en busca de “indocumentados” para expulsarlos a su país. (Ver: Sudaneses en Egipto, sin lugar para existir).
Aunque estas redadas no solo se encargan de los llegados a partir de la guerra, sino de muchos migrantes que arribaron a Egipto años antes de su inicio y otros que han sido detenidos a pesar de tener sus certificados de residencia vigentes, los que les son arrebatados y destruidos al momento de la detención. Al tiempo que las diferentes asociaciones de residentes sudaneses en Egipto han denunciado que entre sus miembros se han infiltrado agentes de los servicios de inteligencia locales. E incluso en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Desde el año pasado, distintas investigaciones concuerdan en que las deportaciones ilegales se producen en gran escala, violando convenciones internacionales sobre refugiados que El Cairo ha ratificado en reiteradas oportunidades.
También se ha revelado que los “capturados”, que no son solo sudaneses, sino también etíopes, eritreos, sudsudaneses, somalíes y, en menor grado, provenientes de países de Medio Oriente y Asia Central. Los que son derivados a prisiones clandestinas absolutamente precarias, sin condiciones para evitar su hacinamiento hasta que los servicios de seguridad determinan la oportunidad para devolverlos a sus países, mientras existen denuncias de tortura, robo, violaciones y, en algunos casos, incluso desapariciones.
Las autoridades egipcias estiman que desde que inició el conflicto entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), cerca de un millón y medio de personas han conseguido ingresar a Egipto, de las cerca de catorce millones que la guerra ha desplazado.
Estas acciones ilegales del Gobierno del presidente, Abdel Fattah al-Sisi, no solo responde a su falta de solidaridad con los refugiados, sino a los suculentos acuerdos que la Unión Europea (UE) mantiene además de con El Cairo, también con Ankara, Trípoli, Túnez y Rabat, para evitar, a cualquier costo, la continuidad del viaje de los millones de migrantes que llegan hasta a los puertos del Egeo en el caso de Turquía, o del Mediterráneo sur para continuar hacía a Europa.
Distintas investigaciones han documentado que cerca de mil personas fueron deportadas oficialmente en los primeros tres meses de este año, en su mayoría sudanesas. Mientras que en total el año pasado apenas habían sobrepasado los mil quinientos en esa condición, aunque se estima que de manera irregular fueron en torno a los veinte mil.
Se han recibido denuncias acerca de que una sola comisaría del Gran Cairo, coloca en el sistema de deportaciones ilegales a unas doscientas personas semanales, mientras otra fuente señala que al menos serían dos mil los sudaneses enviados desde distintas comisarías de la capital a la ciudad de Asuán, a unos trescientos kilómetros de la frontera con Sudán, para hacerlos pasar como si fueran retornos voluntarios.
La cada vez más insegura realidad de los refugiados en Egipto ha generado una corriente migratoria, ilegal por supuesto, hacia Libia. Lo que se está incrementando de manera notoria son los viajes clandestinos desde los puertos libios hacia el sur europeo.
Más allá de la suerte de algunos que logran embarcarse, los que son sorprendidos en la antigua patria del Coronel Gadafi sufren consecuencia quizás hasta más graves de lo que les podría suceder en Egipto, ya que Libia, donde no existe Estado de derecho desde 2011, las autoridades ni siquiera deben fingir formalidades, por lo que cuando sorprenden a los refugiados, tras robos, palizas, torturas y violaciones son expulsados de manera sumaria, por lo que no existe un número ni remotamente aproximado de los que siguen cada día siendo expulsados.
Hafther y al-Sisi en defensa propia
El presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, se reunió el pasado lunes 8 en El Cairo con el general Khalifa Haftar, líder de las Fuerzas Armadas de Libia (FAL), la milicia más poderosa del país de todas las que emergieron tras la guerra civil que estalló tras la caída y el martirio del coronel Gadafi y que en la actualidad controla prácticamente todo el centro y este del país.
En el encuentro, ambos militares discutieron en torno a la cuestión de la guerra civil en Sudán, cuya devastación está provocando un alto nivel de desestabilización en toda la región. Por lo que se teme que la violencia filtre sus propias fronteras o el conflicto sea utilizado para que khatibas vinculadas al Daesh o al-Qaeda puedan reinstalarse en el sur egipcio y el sudeste libio, como hace poco menos de una década, aprovechando las condiciones de la geografía, muy poco poblada y de muy difícil acceso y control.
En el encuentro, donde también estuvieron presentes el jefe de inteligencia egipcia, Hassan Rashad, y Saddam y Khaled Haftar, hijos y herederos políticos de Khalifa, quienes en los últimos años han tomado mayor presencia, ocupando altos cargos en la estructura militar del FAL, se acordó redoblar los esfuerzos tanto internacionales como regionales para arribar a una solución del conflicto sudanés, preservando su soberanía y la integridad territorial de su vecino.
El Cairo, no solo necesita poner orden definitivo en su frontera de casi mil trescientos kilómetros con Sudán, sino que también de manera urgente terminar esa guerra civil, ya que tarde o temprano deberá discutir con Etiopía acerca de la utilización del curso del Nilo Azul por la puesta en marcha de la Gran Represa del Renacimiento Etíope (GRRE), que acaba de ser puesta en marcha y se teme que esto influya negativamente en el curso superior del mítico río. Por lo que al-Sisi ya ha advertido a Adís Abeba y se espera un posible conflicto a medida que se compruebe la disminución del flujo vital para la economía y la vida en general en Egipto. Para esto, al-Sisi necesita un socio efectivo para las discusiones con Etiopía y resulta que Sudán está también siendo afectado por la GRRE, para lo que alguno de los bandos en pugna en Sudán debe contar con representatividad suficiente a nivel internacional para sentarse a la mesa de negociaciones.
Mientras Hafther, con un profundo “pendiente” con el Gobierno de Trípoli, que podría degenerar en un nuevo capítulo de la guerra crónica, necesita asegurar la frontera con Sudán, de unos cuatrocientos kilómetros.
Hafther y al-Sisi discutieron la cuestión de las “fronteras marítimas compartidas” y la necesidad de un plan de cooperación mutua, para despertar las alicaídas economías de ambas naciones.
En junio pasado, el presidente al-Sisi promovió un encuentro en al-Almein entre Haftar y el presidente del Consejo Soberano de Sudán y jefe de las FAS, el general Abdel Fattah al-Burhan. Para que ambos aliados de al-Sisi discutan el supuesto apoyo que el libio estaría brindando a los paramilitares sudaneses, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), a través del territorio de la frontera este de Libia.
El compromiso egipcio se centra en detener el flujo de armamento a través del triángulo fronterizo que conforman Egipto, Libia y Sudán, mientras otro jugador externo como los Emiratos Árabes Unidos (EAU) no deja de abastecer a las FAR de armamento de última generación, lo que en las últimas semanas después de la toma de al-Fasher les ha permitido avanzar en la región del Kordofán, donde cada vez se están haciendo más fuertes. (Ver: Sudán: La caída de el-Fasher o cómo exceder el exceso).
Más allá de los intereses geoestratégicos de cada uno de los países vinculados a la guerra civil sudanesa, una cosa es clara: como en todas las guerras, las víctimas más humildes del conflicto son las últimas en atender.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
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