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Geopolítica, lucha de clase e islamismo

Egipto, Tunez y Libia

Fuentes: Rebelión

Los medios de comunicación del imperio Euro- norteamericano han mantenido, en estos primeros meses del 2011, la atención del planeta sobre el mundo árabe. Con ello pretenden «reducir», intencional y oportunamente, el impacto social (la lucha de clase) que la ejecución de su política económica está generando sobre los trabajadores y campesinos de Europa y […]

Los medios de comunicación del imperio Euro- norteamericano han mantenido, en estos primeros meses del 2011, la atención del planeta sobre el mundo árabe. Con ello pretenden «reducir», intencional y oportunamente, el impacto social (la lucha de clase) que la ejecución de su política económica está generando sobre los trabajadores y campesinos de Europa y Estados Unidos; particularmente, en lo que respecta al desencadenamiento de esta nueva fase de crisis financiera y social que recorre Europa. En este contexto, llama a la reflexión el comportamiento que desarrolla el Gobierno norteamericano (por su carácter histriónico, policíaco y cara visible del imperialismo Euro-norteamericano- sionista) al «pujar por querer cambiar la configuración política» de un mundo árabe que tanto esfuerzo le llevó instaurar.

Sólo debemos recordar que la crisis del mundo árabe se agudiza hacia finales de la segunda guerra mundial luego que el imperio Ingles (con apoyo de los Estado Unidos) impone en la región el Estado sionismo con el propósito de que proteja sus intereses; particularmente, sus intereses en materia de rutas marítimas y petróleo. La imposición del Estado sionista le permite controlar el comercio de mercadería desde oriente; así como, las fuentes y transporte de energía vital (petróleo y gas) para el desarrollo de su país y de Europa. Por otra parte, la imposición del Estado Sionista en la región árabe le permite al imperio anglo- norteamericano resolver el problema de una secta religiosa altamente belicosa y poderosa financieramente que andaba errante por Europa creando problemas económicos y políticos internos en los distintos imperios. Esta defensa a los intereses anglo- norteamericano se da a cambio de la creación, financiamiento y apoyo militar del Estado sionista.

Con las crisis políticas y guerras del medio oriente entre los años 50- 70 del siglo pasado, provocadas y apoyadas por Ingles y Norteamericano, la fuerza política y económica ganada por el Estado sionista le permite consolidarse como gendarme del imperio ingles- norteamericano en la región: le permite constituirse en la manzana de la discordia, en el polo que subvierte la unidad árabe y le impide ser dueños y disponer de sus riquezas. Este planteamiento geopolítico, geoeconómico y geomilitar de carácter neocolonial del imperio anglo- norteamericano fue, intencionalmente, opacado y relegado a un segundo plano cuando, en la estrategia del imperio de borrar sus huellas para imponer su Estado sionista (su gendarme), se vinculó la limpieza étnica (el exterminio de un pueblo) contra el pueblo palestino con la perspectiva religiosa (justificadora de masacres) y se centró el problema no como un asunto neocolonial sino como una guerra religiosa de judío contra árabes musulmanes. A partir de esta perspectiva religiosa (judíos contra árabes) el imperio anglo- americano ha dominado en la región (a través del sionismo) y ha justificado el terrorismo contra el mundo árabe. El beneficio como se dijo ha sido el control de rutas navieras con oriente y disposición de las riquezas naturales del mundo árabe. El costo ha sido financiar a un Estado policial, diezmar poblaciones, aterrorizar a 850 millones de personas (el mundo árabe) y compartir el poder mundial con el sionismo.

Sin embargo, la inestabilidad geopolítica en el mundo árabe, generada por la estabilidad económica del imperialismo anglo- franco- norteamericano, no se ve estabilizada y viabilizada (o controlada por los imperios inglés y norteamericano) hasta que se imponen a los árabes los acuerdos de camp David que reconocían (bajo la filosofía o estrategia de divide, mata y vencerás) la legitimación, poder y dominio del sionismo sobre el mundo árabe. Para ello se toma control sobre la dirección del país símbolo del panarabismo, asesinando a su líder Nasser y anulando a todos los líderes que los seguían en el resto de los países árabes. Los acuerdos de Camp David declaran la derrota político- militar del panarabismo en esta etapa histórica y definen la arquitectura política actual del mundo árabe: son el esquema de dominación y acuerdo inter- neocolonial de los imperios anglo-franco- norteamericano sobre el centro norte de áfrica y oriente medio.

Bajo este contexto, de esfuerzo continuado (por más de 60 años), pareciera raro que el gobierno norteamericano sea el principal impulsor de la salida del poder de quien es su fiel lacayo en su estrategia de dominación sobre el mundo árabe: su esbirro. Pareciera que el ex- gobernante egipcio, después de 20 años, ya no era necesario a los intereses y objetivos del imperio Euro-norteamericano en su labor de dividir los intereses árabes frente al gran agresor Ingles y su gendarme en el medio oriente: el Sionismo. O, será que las contradicciones internas de los países árabes no podían seguir siendo manejadas por los viejos esbirros políticos del imperialismo; en particular, la lucha de clase entre la burguesía egipcia (con el apoyo de las transnacionales) y los trabajadores egipcios.

Aún más, por lo que se ve en los medios de comunicación, parecía que el Estado Anglo-sionista que gobierna la Casa Blanca se pusiera del lado del Pueblo (los trabajadores) egipcio en su lucha de clase contra su propio esbirro e imperio hambreador. Pareciera que el Presidente Obama (el Michael Jackson de la política norteamericana) defendiera más los intereses de los trabajadores egipcios que los intereses de los trabajadores norteamericanos, ahora cada vez más pobres. Sin embargo, tanto «pareciera» nos resulta extraño; más y cuando tanta solicitud de «libertades económicas», mas no políticas, lo hace la burguesía (europea, norteamericana y sionista) más rancia, poderosa, discriminadora, racista, inescrupulosa y asesina que haya existido en el globo terráqueo.

Un análisis que mescle geopolítica, economía política y lucha de clases nos puede dar algunas luces respecto a la verdadera amenaza que se cierne sobre el mundo árabe y del cual el ex- presidente egipcio sigue siendo una ficha. Egipto, a partir de mediados de los años 70, con la muerte del nacionalismo arábigo que simbolizaba Nasser, se convirtió en el segundo gran aliado del imperialismo anglo-norteamericano en la región y en el lugarteniente del sionismo. El objetivo de esta «alianza» impuesta, como ya se dijo, era estabilizar (dividir) políticamente un mundo árabe que permitiera garantizar en la región los intereses comerciales de ingleses, franceses y norteamericanos, mediante la legitimación del poder y control sionista; y por la otra, contener las fuerzas del panarabismo que pugnaban por una integración geopolítica que le permitiera el ejercicio autónomo de sus riquezas, el control del transporte de mercancías en su región y en consecuencia la unión económica arábiga y en general islámica. Una geopolítica árabe no sumisa a los aliados de la segunda guerra mundial constituía una amenaza importante para el imperio inglés, francés y norteamericano.

Por otra parte, desde el punto de vista económico el mundo islámico representa un mercado cautivo de 850 millones de personas, poco desarrollado desde el punto de vista del intercambio capitalista neocolonial; pero «perfecto» en cuanto a su dimensión para la colocación y comercio de mercancía europea y norteamericana de un imperialismo occidental que realiza esfuerzos para reconstituir productivamente sus economías. Con semejante perspectiva es visto el mercado Latinoamericano, con los tratados de libre comercio; e incluso, negociado con los imperios Ruso y Chino para neutralizar su participación en otras aventuras de conquista como la arábiga.

Bajo este contexto las «libertades económicas», (más no políticas) clamadas por el Presidente Obama para el mundo árabe marcan el inicio de la estrategia de penetración del capitalismo imperialista sobre las economías islámicas, por una parte, y por la otra, la manipulación de la opinión pública mundial para hacer ver como «lógica» que se estarían «desatando» las fuerzas políticas del islamismo. Fuerzas que le permiten justificar en un futuro cercano dos tipos de terrorismo: por un lado un supuesto terrorismo árabe a escala mundial (planificado y dirigido por el imperio Euro-norteamericano) y por el otro un efectivo y devastador terrorismo de Estado contra los trabajadores y/o funcionarios y campesinos norteamericano y europeos, mesclando lucha de clase con una supuesta «rabia del mundo islámico contra occidente». Todo este terrorismo de cara a una agudización de la lucha de clase en Europa y Estados Unidos debido a la gran crisis del capitalismo que despoja a los trabajadores y campesinos de sus pertenencias e inclusive medios de subsistencia para entregársela al imperialismo financiero en esta masiva acumulación de capital.

El desarrollo de la circulación capitalista de mercancías en el mercado islámico le permitiría al imperialismo, no sólo, la reactivar las economías euro- norteamericanas; sino, establecer una ofensiva que le permita ganar posiciones frente a la guerra comercial inter imperial con los imperios de oriente. Estos elementos determinan el desarrollo de una nueva dinámica en la geopolítica y en la económica política de la región del norte de áfrica y del medio oriente. Ya no se trata de garantizar, como ocurrió después de la segunda guerra mundial, el control de las fuentes y rutas de tránsito de petróleo y mercadería, del oriente y del oriente medio, mediante una arquitectura del poder que coloque a su gendarme (el sionismo) en una posición de supremacía frente a un humillado mundo árabe. Ahora, finalizando el siglo XX y comenzando del siglo XXI la nueva estrategia del imperialismo occidental para el mundo árabe consiste en penetrar las economías islámicas, a través del mundo árabe, y sustituirla por una economía capitalista (neocolonial) que cumpla varios objetivos estratégico: Primero: desarrollar un mercado para las mercancías euro- norteamericanas, Segundo: controlar directamente las fuentes de energía, Tercero: atacar políticamente y económicamente el islamismo, particularmente IRAN, Cuarto: desarrollar una ofensiva política y comercial contra los imperios Ruso y Chino y Quinto justificar el terrorismo imperial contra sus trabajadores y campesinos alegando la «ira islámica».

El mundo Islámica no se circunscribe al ámbito religioso y político sino que se extiende y tiene su fundamento en la estructura económica que gobierna el centro- norte de Africa, el mediterraneo (excluyendo a Israel), se conecta con el mundo turco y persa y llega hasta los países que formaron parte de la extinta Unión Sovietica (Kazakhstan, Uzbekistan, entre otros) finalizando en Afganistan, Pakistan y una porción importante de la china comunista. Este mercado, si bien poco homogéneo y muy diferente al capitalismo imperialista, por cuento está adecuado a la realidad económica e ideológica islámica, abre enorme expectativas en el desarrollo económico del imperialismo Occidental e inclusive Oriental. Esta ofensiva, podría convertirse en la piedra angular de la geopolítica Imperialista occidental para amenazar la estructura económica e ideológica islámica de Irán, punto duro del islamismo. Y por otra parte, la región islámica le permite al imperio Occidental negociar este y otros mercado con el imperio Oriental. Como fin último, la ofensiva imperialista Occidental, en el mundo islámico, pretende horadar política y económicamente a los imperios Ruso y Chino.

Combatir la economía islámica es tan crucial y necesario para la economía imperialista de occidente como desvanecer toda esperanza socialista: toda unidad política y económica de los trabajadores del mundo. La diferencia con el socialismo es que los planteamientos colaborativos del islam tienen una base económica e ideológica centrada en la religión que le da una gran estabilidad política. De allí la necesidad de crear un caos y un terror que mine tal estabilidad, de allí la necesidad de satanizar el islam como religión y debilitar la fe de sus creyentes. El debilitamiento de la fe en el islam hace presas fáciles a los creyentes de la cultura de la inconsciencia que promueve y sustenta al capitalismo como modo de dominación mental de los trabajadores y campesinos.

Egipto es el país que tiene la mayor concentración de población árabe. Si bien la lucha de clases no es nueva en ese país, la política económica del imperialismo para Egipto produce por un lado la extraordinaria riqueza de las transnacionales Euro- Norteamericanas y de sus lacayos nacionales y por la otra la miseria, la explotación y la desesperanza del pueblo Egipcio. Resulta pues, extravagante que se pretenda «salir» comunicacionalmente de Alí baba de manera tan diplomática y cortes, arguyendo la búsqueda de «libertades económicas» y se deje a los cuarenta ladrones para garantizar la hegemonía de las transnacionales y el sionismo en la región; así como, la continuación de la explotación del pueblo Egipcio. Estamos frente a una telenovela gatopardiana en la que se juega al «cambio» para manipular el curso terrorista de la nueva estrategia imperialista para el mundo.

Dentro de esta estrategia la manera de iniciar la agresión político- económico sobre los mercados Islámico se justificó ante la opinión pública mundial mediante la teoría de las «epidemia» de revueltas en el mundo árabe. En este sentido se promovieron de manera controlada las contradicciones internas de países como Túnez y Egipto para crear la apariencia del inicio del efecto dominó o epidemia que le permitiera ir incorporando paulatinamente a Yemen, Argelia y el resto de los países arábigos hasta llegar a IRAN como tercera avanzada, para continuar luego hacia Rusia y China. Cabe acotar que todos los países que iniciaron el supuesto efecto dominó son controlados por el imperio Euro norteamericano y sobre los que les resulta fácil manejar (controlar) las contradicciones internas, que ellos mismos provocan con sus políticas neocoloniales, para dar apariencia de cambios sin que se permita el desarrollo de las verdaderas fuerzas de liberación nacional y panarábigas.

La segunda avanzada del imperio Anglo- Franco- Norteamericano ha sido Libia. Aquí la oferta de una jubilación segura y de reyes para sus dignatarios no ha encontrado cabida por la idiosincrasia de su líder y por los fundamentos panarábicos de la historia de ese país. En este caso el despliegue de fuerzas al interior del país ha sido abiertamente apoyada por acciones militares y diplomáticas de los imperios inmiscuidos con el fin deponer no al líder sino deponer la primera gran barrera en su estrategia de dominación para aislar a IRAN y apoderar de todo el mercado islámico.

Sin embargo, aunque libia esté resistiendo el imperio Anglo- Franco- Norteamericano está ejerciendo presión política y milita sobre todo el mundo árabe (sobre los líderes y la clase trabajadora) al obligar que estos mantengan una posición neutral frente a un ataque de esta naturaleza. Con esta acción militar sobre Libia se cae la careta del «efecto domino o epidemia» y se pone al desnudo la ofensiva militar del imperio sobre el mundo árabe. Seguramente, superado este asunto el imperio arremeterá sobre IRAN, el núcleo duro del islam y sus inmensas riquezas petroleras, para iniciar su cuarta fase que es la apertura de los mercados islámicos.

En esta caza de los imperios por el control de las riquezas naturales y de los mercados regionales se circunscriben la lucha imperialista; así como, directa o indirectamente la lucha de clase de los trabajadores contra los imperios. En este momento, la unidad árabe, como unidad de los trabajadores árabes y del mundo son la única herramienta que poseen los trabajadores para combatir la rapiña de los imperios anglo- franco- norteamericano. El mundo islámico debe hacerse consciente de esta amenaza contra su modo de vida y su subsistencia. Los trabajadores deben empujar el carro de la historia hacia la revolución socialista en el mundo árabe e islámico y no permitir que sean tontos útiles en un show gatopardiano para su propia dominación y las de otros países.

Para finalizar, la geopolítica del imperio Occidental en la región árabe permite dibujar cuáles son los valores que comparten los imperios norteamericano, inglés, francés y alemán para realizar estas acciones conjuntas. A todas luces los une la acumulación de riquezas, la explotación de mercados poco desarrollados y su propia subsistencia frente a lucha que sostiene contra los trabajadores y campesinos, empobrecidos y con hambre del mundo. Es la lucha de clase, agudizada por el modelo capitalista imperial norteamericano, la que explica las acciones de terrorismo imperial contra los trabajadores y campesino del mundo, desatadas con motivo de otro de sus actos terrorista, el 11de septiembre del 2001 o las explosiones en Inglaterra y España ese mismo año. Otro elemento que contribuye a que los norteamericanos, ingleses, franceses y alemanes compartan valores comunes es el equilibrio de poder frente a los imperios Ruso y Chino para repartirse los mercados y áreas de influencia del mundo. Como se puede ver la agresión contra el mundo árabe responde a un movimiento dentro de un plan de dominación que refleja un equilibrio de poder en el mundo y el cual debemos combatir como un solo trabajador. Unidad, Unidad y Unidad de los árabes y trabajadores del mundo.

Rechazamos esta agresión de los imperios norteamericano, inglés y francés contra los trabajadores árabes e islámicos porque es una agresión contra la clase obrera mundial. La tarea es fortalecer la unidad árabe, el panarabismo y el islamismo contra la agresión imperial.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.