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Aniversario de la muerte de Fernand Iveton, héroe de la lucha por la independencia de Argelia

Ejecución «ejemplarizante» de la justicia colonial

Fuentes: l’Humanité

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Caty R.

Hace cincuenta años, el 11 de febrero de 1957, Fernand Iveton, de treinta y un años, militante comunista acusado de terrorismo, fue guillotinado. El gobierno [socialista del Frente Popular de Francia, n. de la T.] de Guy Mollet le negó el indulto.

«Voy a morir, pero Argelia será independiente» fueron las últimas palabras que pronunció Fernand Iveton antes de ser guillotinado, justo después de Mohamed Ounouri y Ahmed Lakhnache, el 11 de febrero de 1957 a las 4:30 de la madrugada

«Esta mañana se atrevieron,
se atrevieron
a asesinaros.
Era una mañana clara
tan dulce como otras
y teníais ganas de vivir y de cantar (…)»

declamaba en un poema escrito después de su ejecución Annie Steiner, entonces joven militante detenida en el pabellón de mujeres de la prisión de Barberousse de Argel (1). Fernand Iveton tenía treinta y un años y sus dos compañeros poco más de veinte. «Deseamos su muerte sin descanso hasta que la conseguimos», escribía aquel día Jean-Paul Sartre. «La mayoría de los 300 condenados a muerte de Argelia son rehenes a los que se quiere fusilar», denunciaba el escritor y periodista comunista Pierre Courtade en l’Humanité.

Entrevistada en una librería en Argel, Annie Steiner todavía recuerda aquel 11 de febrero de 1957 cuando su compañera de celda, Yvette Bacri la despertó. «Annie, despiértate, se llevan a Fernand», le gritó. Había reconocido la voz de Iveton cuando pasó por delante del pabellón de mujeres escoltado por los guardias que le conducían al cadalso. Iba cantando «Se dirigió hacia la guillotina como si fuera a volver», escribe entonces Étienne Fajon en l’Humanité. «Todos los presos, era la tradición cuando ejecutaban a un militante, comenzaron a gritar, a hacer ruido con cualquier cosa y a corear «tahia el-yazair» (viva Argelia). Después de su muerte hicimos una huelga de cuarenta y ocho horas», añade Annie Steiner.

«La vida de un hombre, la mía, importa poco; lo que cuenta es Argelia, su futuro. Y Argelia mañana será libre», declaraba en la sala del tribunal de la prisión unos minutos antes de su ejecución.

Al pie de la guillotina abrazó a sus dos compañeros que iban a ser ejecutados antes que él (2). «Fue un condenado a muerte modelo, recto, impecable y valiente hasta la cuchilla», relata su verdugo, Fernand Meissonnier (3).

Ejecutado para dar ejemplo, Fernand Iveton fue acusado, según la expresión del ministro residente en Argelia, el socialista Robert Lacoste, del intento de «volar Argel». Efectivamente, puso una bomba en los vestuarios de la fábrica de gas de Argel que no debía explotar hasta que los trabajadores se hubiesen ido. Según Jacqueline Guerroudj, que fue quien le dio la bomba, Iveton había exigido que no causara ninguna víctima civil. Quería «explosiones testimoniales» para hacer avanzar la causa de la independencia sin que hubiera víctimas civiles. Por eso la bomba, de poca potencia, se programó para que explotara el 14 de noviembre de 1956 a las 19:30. A esa hora ya no había nadie en el centro de trabajo, según el sumario. Por otra parte, los artificieros la habían desactivado hacia las 18 horas.

Detenido por una denuncia el 14 de noviembre de 1956, Iveton comparece ante el tribunal permanente del ejército de Argel diez días después, el 24 de noviembre, afeitado, sin bigote, con el rostro marcado por los golpes. El proceso se desarrolla en una atmósfera de odio. La prensa colonial titula «Iveton el dinamitero». Cuando entra en la sala le llueven insultos, el público exige su muerte y amenaza a sus abogados. El proceso es expeditivo: ese mismo día es condenado a muerte por terrorismo.

En realidad su suerte se decidió en Francia. A propuesta del ministro de Justicia, François Mitterrand, el gobierno socialista de Guy Mollet había decidido acelerar la tramitación de los recursos de los militantes del FLN y que aquellos a quienes el jefe del Estado negase el indulto fueran ejecutados lo antes posible. El 10 de febrero de 1957 el presidente René Coty deniega el indulto.

Nacido en Argel el 12 de enero de 1926, Fernand Iveton siguió el itinerario clásico del militante comunista. A los catorce años, con el certificado de estudios primarios en bolsillo, deja la escuela para trabajar. A los dieciséis años se afilia al Partido Comunista Argelino (PCA) y difunde L’Hebdomadaire Liberté y sus pasquines a la salida de los estadios de Argel.

Obrero tornero de la fábrica Lebon, después de la fábrica de gas de Argel y delegado de la CGT, participa en todas las luchas sociales. Cuando estalla la guerra de independencia argelina se enrola en los Combatientes de la Liberación (CDL) dependientes del PCA.

Hoy, cincuenta años después, sus amigos en Argel conmemoraron el quincuagésimo aniversario de su muerte en el cementerio de El Alia y reclamaron de nuevo que una calle de esta capital que le vio nacer lleve su nombre (4).

(1) Poema citado en Le Peuple algérien et la guerre: lettres et témoignages, Patrick Kessel y Giovanni Pirelli; Ed. Maspero, París 1963.

(2) Ídem.

(3) El Watan, 17 de febrero de 2005, » Qui se souvient de Fernand Iveton?»

(4) Un callejón sin salida, de apenas 30 metros de longitud, en el barrio de Madania (antes Clos Salembier) donde nació, lleva su nombre.

Texto original en francés: http://www.humanite.presse.fr/journal/2007-02-12/2007-02-12-845766

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión

y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.