Millones de estadounidenses, el 25% de la población, posponen la visita al médico porque no pueden pagar el coste astronómico de la atención sanitaria. EE.UU. es el país desarrollado que más gasta en atención sanitaria, aunque en 2018 27,8 millones de estadounidenses no tuvieron ningún tipo de seguro de salud. «No puedo hacerme revisiones porque mi seguro me exige que yo pague los primeros 5.000 dólares de la factura», lamenta una paciente que ha sufrido cáncer.
Susan Finley regresó a su trabajo en un establecimiento de Walmart en Grand Junction, en el estado de Colorado, después de unos días de baja por neumonía. Según su familia, el día en que se reincorporó al trabajo, la mujer, de 53 años, recibió un premio por haber cumplido diez años en la compañía. E inmediatamente después la despidieron. Se había ausentado un día más del permitido por las políticas de asistencia de Walmart.
Tras perder su empleo en mayo de 2016, Finley se quedó sin seguro médico. No consiguió otro trabajo. Tres meses después de ser despedida, Finley fue hallada muerta en su casa. No había ido al médico a pesar de presentar síntomas parecidos a los de la gripe.
«Mis abuelos fueron a ver cómo estaba y no pudieron entrar en su apartamento», explica su hijo, Cameron Finley, a The Guardian: «Consiguieron que el propietario del apartamento les abriera la puerta, entraron y se la encontraron muerta. Nadie se lo esperaba. Pasó de repente». «Apenas llegaba a fin de mes e intentaba por todos los medios que no la desalojaran. En ese contexto, se encontró mal, con síntomas parecidos a los de un resfriado o una gripe, y optó por no ir al médico para no gastar un dinero que no tenía. Esa decisión le causó la muerte», lamenta su hijo.
The Guardian contactó con Walmart para obtener su versión sobre el despido de Finley. La compañía no quiso hacer ningún comentario, alegando que los archivos de los trabajadores en nómina en 2016 ya no se encuentran en su sede.
Finley es solo una más de los millones de estadounidenses que todos los años optan por no ir al médico porque no pueden permitirse el coste de la visita.
De una encuesta realizada por Gallup en diciembre de 2019 se desprende que el 25% de los estadounidenses reconocen que ellos o algún miembro de su familia han postergado una visita al medico por una enfermedad grave porque no pueden hacer frente al elevado coste de la visita, y el 33% ha postergado la visita por enfermedades menos graves. Un estudio llevado a cabo por la Sociedad del Cáncer de Estados en mayo de 2019 mostró que el 56% de los adultos del país afirman tener algún tipo de dificultad para pagar las facturas médicas. Los expertos alertan de que este problema irá a más si no se toman las medidas necesarias.
La doctora Robin Yabroff, autora principal del estudio, señala que estas conclusiones coinciden con las de otros muchos estudios que han constatado que los estadounidenses tienen problemas para pagar las facturas médicas.
EEUU, el país que más gasta en atención sanitaria
A pesar de que millones de estadounidenses posponen tratamientos médicos debido a su elevado coste, Estados Unidos es el país desarrollado que más gasta en atención sanitaria, si bien esto no se traduce en buenos resultados y cada vez son menos las personas con cobertura médica. Según un estudio de 2017, Estados Unidos se sitúa en la posición número 24 de una clasificación mundial relativa a objetivos de salud pública marcados por las Naciones Unidas. En 2018, el gasto por atención sanitaria en Estados Unidos superó los 3,65 billones de dólares y se espera que a lo largo de la próxima década los gastos médicos aumenten a un ritmo anual del 5,5%.
La salud de los estadounidenses empeora como consecuencia del elevado coste de los tratamientos médicos ya que son muchos los que optan por posponer, evitar o interrumpirlos.
A Anamaria Markle, de Port Murray, en el estado de Nueva Jersey, le fue diagnosticado un cáncer de ovario en fase tres en 2017. Trabajó para la misma empresa durante veinte años y su familia asegura que su empleador la despidió después que le fuera diagnosticada la enfermedad, con un año de indemnización y cobertura de seguro médico por el mismo periodo. Un año más tarde, Markle intentó pagar el seguro médico a través de Cobra (un seguro médico para trabajadores que pierden su trabajo o tienen una reducción de jornada), gastos adicionales, copagos (pagar una cantidad o adelantar el dinero de un tratamiento) y la deuda por la cantidad no cubierta por el seguro.
Laura Valderrama, la hija de Markle, afirma que «al final, seguir pagando Cobra dejó de ser sostenible. Además de las primas, hay que seguir pagando las facturas. Seguimos recibiendo montones de facturas por cirugías, quimioterapia, todos estos tratamientos, todas estas facturas siguieron llegando».
Aumentó el coste del tratamiento y también las deudas, y Markle decidió interrumpir el tratamiento. Murió en septiembre de 2018 a la edad de 52 años. «Su salud empeoraba y mi madre no paraba de calcular el coste del tratamiento», explica Valderrama. «La echo mucho de menos. No debería haber tenido que tomar la decisión de dejar el tratamiento debido a su coste».
Las familias «no deberían tener esta disyuntiva»
Un estudio llevado a cabo en 2009 por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard evidencia que 45.000 estadounidenses mueren cada año como resultado directo de no tener un seguro de salud. En 2018, 27,8 millones de estadounidenses no tuvieron ningún tipo de seguro de salud durante todo el año. Uno de esos estadounidenses era el padre de Ashley Hudson, que murió en 2002 debido a una enfermedad hepática no tratada; una enfermedad que no fue diagnosticada hasta unas semanas antes de su muerte. Se la diagnosticaron en urgencias, ya que hasta ese momento no había podido permitirse el lujo de ir a un médico porque no tenía seguro médico ni podía pagar la visita.
Ahora, la madre de Hudson, Sue Olvera, que trabaja en McDonald’s y tampoco tiene un seguro médico se enfrenta al mismo obstáculo. Tiene una enfermedad renal y diabetes de tipo 2. «Hace tiempo que tiene dolor pero no va al médico salvo que realmente sea insoportable ya que no se lo puede permitir», explica Ashley Hudson.
La familia está intentando conseguir el dinero necesario a través de la plataforma GoFundMe para pagar una operación de extracción de las piedras del riñón que le fue practicada a principios de año. Olvera esperaba que esta intervención quedara cubierta por un programa de beneficencia pero su solicitud fue rechazada y ahora ha acumulado una deuda de más de 40.000 dólares.
La atención sanitaria es una de las cuestiones más polémicas de la campaña presidencial de 2020. Los candidatos demócratas proponen medidas para ampliar el acceso a la atención médica y reducir su coste. Bernie Sanders propone un plan de atención sanitaria universal a través de un sistema de sanidad pública financiado por el gobierno que daría una cobertura universal a todos los estadounidenses y eliminaría las facturas no previstas, los copagos y el pago de un cierto número de tratamientos antes de quedar cubierto por un seguro. Otros candidatos han propuesto planes que ofrecen un seguro público opcional en virtud de la Ley de atención sanitaria asequible.
Mientras los demócratas estudian posibles respuestas a la crisis de salud pública de Estados Unidos, la administración Trump ha postergado la revocación de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible aprobada por Obama (también conocida como Obamacare) hasta después de las elecciones de 2020.
The Guardian ha entrevistado a varias personas que reconocen que han retrasado un tratamiento médico por una enfermedad grave o que se enfrentan a una enfermedad que ha empeorado por no haber podido pagar el coste del tratamiento necesario.
Gretchen Hess Miller es una mujer de 48 años que trabaja como profesora sustituta en Carlisle, Pennsylvania. Le fue diagnosticado un cáncer oral en 2009 estando embarazada. La operaron para extirparle el tumor pero debería hacerse chequeos anuales y no ha pasado por ninguno en los últimos cuatro o cinco años porque ni ella ni su familia se los pueden permitir.
«Mi doctor me dijo que se trata de un cáncer muy agresivo y que volverá algún día y que tengo que estar alerta, pero no puedo hacerme los chequeos rutinarios porque mi seguro me exige que yo pague los primeros 5.000 dólares de la factura de las revisiones», lamenta.
Hess afirma que ha tenido muchas dificultades para que su seguro le cubra el tratamiento de la enfermedad ya que la compañía considera que se trata de una cuestión que debería quedar cubierta por un seguro dental y no por el seguro médico [en Estados Unidos son dos seguros distintos].
«Tengo hijos. Me preocupa nuestro futuro. Quiero estar para ayudarlos,» afirma. «Estamos agradecidos por el hecho de tener un seguro, pero las familias no tendrían que enfrentarse a la situación de tener que elegir entre pagar la universidad de un hijo o hacerse pruebas para ver si alguien tiene cáncer. La gente no tendría que estar ante esta tesitura»:
Amy Keeling, una mujer de 51 años que trabaja de ayudante en un bufete de abogados en New Hampton, en el estado de Iowa, optó por no ir al médico durante un año, ya que ella y su pareja estaban intentando ver cómo pagar las facturas de una operación de triple bypass a la que él se sometió en 2018.
«Ya hacía algún tiempo que no me encontraba bien pero pensé que era algo propio de mi edad. En septiembre de 2019 tuve la gripe y terminé en urgencias porque no podía respirar», explica Keeling. Le diagnosticaron la enfermedad de Graves, una tiroiditis autoinmune.
«Si hubiera ido al médico y me hubieran diagnosticado la enfermedad mucho antes, podría haber probado otros tratamientos y controlar la enfermedad antes de que empeorara. Me han diagnosticado la enfermedad en una fase en la que los medicamentos ya no pueden controlarla y la única alternativa posible es que me operen», lamenta.
Su seguro exige que ella pague los primeros 5.000 dólares de tratamiento. Sin embargo, como las primeras visitas con el médico fueron en 2019 y no ha conseguido que le den hora para la operación hasta 2020, el cómputo vuelve a hacerse desde cero. Al mismo tiempo, su pareja quiere declararse insolvente porque ha acumulado una deuda que supera los 40.000 dólares.
Traducido por Emma Reverter.