Los extraños impulsos de interés por la suerte de Túnez se manifiestan desde hace algún tiempo en algunos círculos italianos y del lado de la Unión Europea. El 25 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en favor del aumento de las cuotas de importación del aceite de oliva tunecino en el mercado […]
Los extraños impulsos de interés por la suerte de Túnez se manifiestan desde hace algún tiempo en algunos círculos italianos y del lado de la Unión Europea. El 25 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó una resolución en favor del aumento de las cuotas de importación del aceite de oliva tunecino en el mercado de la UE, » con objeto de asistir a la economía tunecina, muy golpeada por los ataques terroristas de 2015«*.
Otro índice está constituido por la atención, si bien un poco tarde, prestada a este país del Magreb por algunos círculos académicos italianos. Me refiero a algunos coloquios muy oficiales, con la presencia de algunos oradores que nunca tomaron posición públicamente en favor del levantamiento popular que debía derrocar al régimen de Ben Ali, ni tampoco contra los asesinatos políticos y los numerosos episodios de dura represión que han jalonado y jalonan la llamada transición democrática. Recordemos que la nueva ley anti-terrorista (que reintrodujo la pena de muerte) y el estado de emergencia, tras los sangrientos atentados yihadistas, iniciaron una etapa de represión aún más grave, con frecuentes ataques contra los derechos y libertades civiles.
Para volver al primer ejemplo: existen serias dudas de que esta medida va a favorecer la recuperación de la economía tunecina, golpeada duramente ante todo por la caída del turismo tras los atentados. Y aún menos que contribuirá a mejorar la condición de las masas desheredadas. Lo cierto, en cambio, es que contribuirá a agravar la crisis de los pequeños productores del sur de Italia, privilegiando las marcas » italianas» que en realidad pertenecen a las multinacionales.
Y no creo que sea un exceso de malevolencia el hecho de sospechar que este » regalo » forma parte de una estrategia destinada a engatusar las autoridades tunecinas, con el fin de neutralizar su hostilidad declarada a la guerra en Libia. De hecho, el Ministro de Defensa Nacional, Farhat Horchani, al igual que el Presidente de la República, Beji Caid Essebsi, han afirmado en sucesivas ocasiones y públicamente que nunca Túnez intervendría militarmente al país vecino. Sin embargo un grupo de expertos, USamericanos y alemanes, ya está en el terreno para preparar un sistema de vigilancia electrónica a lo largo de la barrera de arena erigida en la frontera con Libia.
Existen buenas razones para oponerse a esta nueva guerra neocolonial encabezada por Italia, la antigua potencia colonial, por decisión de USA, sin ni siquiera la autorización del Parlamento italiano. En primer lugar, a pesar de la barrera de arena supervisada, la guerra va a aumentar aún más el contrabando de armas y la infiltración de terroristas a través de la frontera libia. Además según las previsiones del economista Radhi Meddeb, si en 2011, con el inicio del caos libio, se vio afluir en Túnez más de un millón de refugiados, la intervención militar provocará una afluencia que será por lo menos el doble.
Lo que se teme es que el éxodo masivo y simultáneo tendrá graves consecuencias económicas y exacerbará la recesión que azota el país. Y no sólo: hay un riesgo muy real de desestabilización de toda la región y por lo tanto una » reconfiguración geopolítica profunda «, según palabras del periodista Ijlas Latif.
Sin embargo, todavía no es seguro, que el Gobierno tunecino, que se precia de su estrecha alianza con USA, podrá resistir a las presiones. De hecho, no se puede afirmar que esté compuesto por antiimperialistas muy valientes. Para memoria: El actual Primer Ministro, Habib Essid, fue Subsecretario del Ministerio del interior en la época de Ben Ali. Además, como lo he escrito en varias ocasiones, el antiguo partido único está todavía muy bien instalado en los sistemas financieros y las redes de comunicación, especialmente en el aparato de seguridad y entre bastidores del Ministerio del interior. Es también por esta razón que la criminalización de la conflictualidad social espontánea – todavía muy vivo e incluso decididamente en alza-, la violenta represión de las manifestaciones, la tortura de personas detenidas y encarceladas continúen como si nada hubiera cambiado.
Por su parte, los gobiernos que se sucedieron tras la huida de Ben Ali, todos de inspiración neoliberal, nunca, ni siquiera en épocas menos difíciles que la actual, abordaron con determinación los problemas como el creciente desempleo, las dramáticas disparidades regionales, las abisales zonas de miseria. De esta manera, fingen ignorar que si el terrorismo yihadista es primero y ante todo el producto de las guerras exportadas por Occidente, su caldo de cultivo es la cuestión económica y social no resuelta. No es una casualidad que los tunecinos contratados por los grupos yihadistas-terroristas en Libia, Iraq y Siria sean cinco mil, según fuentes fiables.
Los datos que no es exagerado de calificar de desgarradores indican indirectamente la gravedad de la cuestión social. Según el reciente informe anual del Observatorio social tunecino, expresión del Foro Tunecino de Derechos sociales (FTDES), entre 2014 y 2015, el número de suicidios y tentativas de suicidio aumentó de 170,4%. La cifra de suicidios por autoinmolación, que son, por excelencia, la forma más pública y demostrativa de protesta también es impresionante: en 2015 no menos de 105 personas se transformaron en antorchas humanas, la mayoría pertenecientes al grupo comprendido entre 16 y 35 años.
Lo que confirma que en Túnez el suicidio por autoinmolación no solo fue la «‘chispa» que provocó el levantamiento popular, sino también una forma – tan estructural como la injusticia social- de rebelión contra la humillación y la muerte social, y de reivindicación extrema de dignidad [v. A. Rivera, Il fuoco della rivolta. Torce umane dal Maghreb all’Europa (El fuego de la revuelta. Antorchas humanas del Magreb a Europa), Dedalo, 2012].
A pesar de un marco tan dramático, agravado por la amenaza cotidiana del terrorismo yihadista, Túnez sigue siendo un país dinámico con una conflictualidad social permanente, niveles elevados de activismo social y político y una vitalidad cultural bastante notable. La guerra neocolonial, especialmente si se lleva a cabo con su consentimiento y / o su participación, podría destruir todo esto y sumir al país en el abismo.
* «El pleno del Parlamento apoyó el jueves las medidas de emergencia que permitirán al país vender a la UE sin aranceles 70.000 toneladas adicionales de aceite de oliva virgen en 2016 y 2017» [NdE]
Versión ampliada y modificada del artículo publicado por Il manifesto del 5 de marzo de 2016.
Imágenes: dibujos de niños de Benghazi. Fuente International Business Times
Fuente: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=17444