Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Àlex Tarradellas
Me gustaría que me hablaran del África donde, hace muchas horas, lentamente, en medio del desierto subsahariano, bajo el calor tórrido e indecente, una mujer camina buscando unas gotas de agua potable para dar de beber a los suyos.
Me gustaría que me hablaran de la alegría de esa mujer al encontrar el agua y llevársela a los labios, sin entender por qué desaparece el líquido esencial, por qué la distancia para encontrarlo cada vez es más lamentable.
Me gustaría que Luanda no fuera hoy una ciudad descuartizada, con condominios de lujo, blindados, cercados por los ejércitos privados de los nuevos señores de la tierra y de los representantes de las multinacionales que tratan de tú a tú a los déspotas poscoloniales. Me gustaría que el grito de los musseques [1] y las sanzalas [2], el grito Luuuuanda que Luandino inmortalizó [3], se transformara en danza y voz y cuerpo y esperanza. Me gustaría estar en la ciudad de Praia, o en Mindelo, cuando llueve y la tierra es fecundada. Me gustaría que Ruy Mingas no se hubiera engordado y volviera a cantar «Monangambé» con el sentido joven de una lucha contra los buitres.
Nací en Angola, y mi padre, que llegó ahí con poco más de 20 años, no tardó en vincularse con los movimientos de liberación, afiliándose al MPLA, en la altura en que ese acto significaba el deseo y el coraje de la liberación. Cuando, en la empresa donde trabajaba, le dieron un arma para participar en milicias de colonos contra la sublevación de los pueblos, mi padre lo rechazó con firmeza. En Benguela, asistió a la declaración de independencia y al nacimiento de una nueva Nación.
«Las tinieblas no tienen corazón y África es tan cardíaca como nuestra atracción hacia ella», escribió Pedro Rosa Mendes en el prefacio del libro de viajes y ficción del periodista Amílcar Correia –A Balada do Níger [4]. Amílcar Correia vivió la experiencia de tener un nombre que evoca a otro Amílcar, apedillado Cabral, asesinado por el ejército colonial portugués, pero que nunca confundió al pueblo portugués con el régimen fascista. Amílcar Cabral, Senghor, Mandela, Desmond Tutu, Wangari Maathai, los poetas de la negritud- en las antípodas de esta cumbre hipócrita y depredadora. ¿Para cuándo, África, un batuque puro y harto -todo alegría, todo cuerpo, todo tierra?
Notas
[1] Musseque – Término quimbundo utilizado para designar un barrio o una concentración de viviendas de las clases pobres situado en las grandes ciudades de Angola o afines.
[2] Sanzala – Termino quimbundo que designa una aldea tradicional africana.
[3] N.T. El autor hace referencia a la obra Luuanda, del escritor angoleño José Luandino Vieira.
[4] CORREIA, AMÍLCAR. A Balada do Níger. Civilização Editora, Oporto: 2007. (http://www.civilizacao.pt/livro/livro.aspx).
URL de esta traducción en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=4316&lg=es
Artículo original publicado el 9 de diciembre de 2007
Sobre el autor
Àlex Tarradellas es miembro de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.