Un grupo vietnamita ha comenzado un juicio en los EE.UU. contra las compañías responsables por la fabricación del ‘Agente Naranja’, un producto químico utilizado por el ejército estadounidense durante la guerra en Vietnam en la década de los 60. Grandes empresas de ese país, como Dow Chemicals y Monsanto junto a otra treintena, han sido […]
Un grupo vietnamita ha comenzado un juicio en los EE.UU. contra las compañías responsables por la fabricación del ‘Agente Naranja’, un producto químico utilizado por el ejército estadounidense durante la guerra en Vietnam en la década de los 60. Grandes empresas de ese país, como Dow Chemicals y Monsanto junto a otra treintena, han sido demandadas por estar vinculadas al citado ‘negocio’ cívico-militar.
En el juicio, que se está desarrollando en un tribunal de Nueva York, los demandantes han afirmado que tres millones de vietnamitas fueron expuestos a la sustancia química conocida como ‘Agente Naranja’. Más de un millón de estas personas sufren serios problemas de salud debido a dicha exposición.
En su descargo, las compañías han rechazado cualquier posible castigo alegando ‘obediencia debida’. Según los representantes de las empresas, simplemente se siguieron las órdenes del gobierno estadounidense. Además alegan que no existen pruebas contundentes que vinculen los problemas de salud de los demandantes con su exposición al ‘Agente Naranja’.
Dow Chemical, de Vietnam a Bhopal
La verdad es que conociendo las bondades de las grandes multinacionales, dan ganas de creerles sino fuera por algunos flecos que decoran el curriculum de la Dow Chemical. El historial es largo, pero para no aburrir nos ceñiremos únicamente a los hechos más destacados y que mejor reflejan su espíritu ‘innovador’.
Anticipándose al encargo que poco después le haría el gobierno de los EE.UU., la Dow Chemical contrató en 1964 a un dermatólogo de la Universidad de Pensilvania para que hiciera ensayos con dioxina utilizando a reclusos de la Prisión de Holmesburg, de Filadelfia. Los ensayos se realizaron sobre 70 internos y sus ‘avances’ serían usados a gran escala contra la población civil vietnamita.
Entre 1970 y 1971, la factoría de la Dow en Midland, Michigan, vertió más de 17.000 millones de litros de aguas residuales diariamente al río Brazos y al golfo de México.
También en 1971, la empresa continuó sus ensayos con presos esta vez para probar un pesticida tóxico en el organismo humano. El resultado, al parecer satisfactorio, les valió para conocer un nuevo agente nervioso, el Chlorpyrifos. Este producto sustituyó al DDT cuando fue prohibido en 1972.
En 1980, un grupo de investigadores descubrieron que 25 trabajadores de las instalaciones de la empresa de Freeport, Texas, tenían tumores cerebrales, 24 de los cuales resultaron mortales. Pero la manipulación y la fabricación de productos altamente peligrosos por parte de los trabajadores no se detuvo.
En diciembre de 1984, la fábrica de pesticidas de Union Carbide (filial de Dow Chemical) en Bhopal (India) sufrió una fuga de 27 toneladas de gases letales que mataron en el acto a unas 8.000 personas y envenenaron a miles. Desde entonces más de 20 mil personas han muerto como consecuencia de enfermedades relacionadas con la exposición al gas y cada mes se producen nuevas víctimas. En la actualidad, al menos 150.000 personas padecen problemas de salud relacionados con aquel escape de gas, tales como cáncer, daños neurológicos, ciclos menstruales caóticos y enfermedades mentales. Veinte años después la empresa responsable de este desastre y sus antiguos ejecutivos siguen eludiendo la justicia.
La última heroicidad, es actualmente noticia de portada en Nicaragua. Miles de campesinos de ese país están afectados por el pesticida Nemagón, un producto químico que elimina las plagas pero también a los seres humanos. Sólo entre los trabajadores bananeros, el pesticida ha acabado con la vida de 849 de ellos en los últimos cuatro años. Dow Chemical figura entre las compañías demandadas por los agricultores. Estas empresas, que fabrican, distribuyen y venden productos tóxicos y cancerígenos, dicen no ser responsables de los daños causados. Se embolsan los beneficios pero eluden satisfacer a los damnificados (si es que eso puede ser considerado una compensación justa).
Según los últimos datos, la compañía química Dow Chemical incrementó un 61% su beneficio neto en 2004 y logró un volumen de negocio récord que alcanzó los 40.161 millones de dólares, un 23% más que el año anterior.
Monsanto especialistas en trámites judiciales
Como la Dow Chemical, Monsanto también suministró al ejército estadounidense su propia versión del herbicida ‘Agente Naranja’. Sin embargo, esta variante contenía concentraciones de dioxina mucho más altas que la producida por su competidora en el ‘negocio’ vietnamita.
Durante la llamada «Revolución Verde» de la agricultura, en los 60 y 70, Monsanto incrementó temporalmente los rendimientos de las cosechas, pero hizo a los agricultores de todo el mundo cada vez más dependientes de costosos productos químicos. Esto provocó inmensos desplazamientos de gente de sus tierras, y en muchos países ha minado el suelo, el agua y la base económica que había sostenido a los pueblos durante milenios. Estos movimientos migratorios han fomentado el crecimiento de la población, la urbanización y la marginación social, que a su vez han llevado a un nuevo ciclo de pobreza y hambre.
En los 80, Monsanto fue denunciada por la fabricación del ‘Agente Naranja’, que no sólo afectó a los combatientes estadounidenses, sino también a sus propios empleados de la planta de West Virgina. El juicio, en el que se condenó a Monsanto a 16 millones de dólares, reveló que muchos de los productos de la empresa, desde herbicidas domésticos hasta el germicida Santophen, estaban conscientemente contaminados con dioxinas. Según se publicó entonces, a los directivos de Monsanto «simplemente no les importaban la salud y seguridad de sus trabajadores, en vez de intentar hacer las cosas más seguras, confiaron en la intimidación y amenazaron con despidos para mantener a sus empleados trabajando».
En 1986, la multinacional fue condenada a pagar 108 millones de dólares por su responsabilidad en la muerte por leucemia de un empleado en Texas. En 1991, tuvo que pagar una multa de 1 millón de dólares, impuesta por el Fiscal General de Massachussets, por el caso de un escape de 756 mil litros de ácido. Por las mismas fechas hizo frente a 39 millones de dólares en Houston, Texas, por depositar elementos químicos peligrosos en fosas no protegidas.
En 1995, Monsanto era la quinta empresa de los EE.UU en el Inventario de Residuos Tóxicos, habiendo descargado cerca de 17 mil toneladas de productos tóxicos en el aire, tierra, agua y subsuelo.
Una de las ‘virtudes’ de esta empresa es la de inventar productos que enseguida se comprueba son cancerígenos. Y no sólo en lo que hace referencia a sus herbicidas y productos modificados genéticamente, también sus productos farmacéuticos cuentan con un pésimo historial.
Uno de sus fármacos estrella es el Searle, edulcorante artificial aspártamo. Según varios estudios el aspártamo puede inducir tumores cerebrales y asocian esta sustancia al fuerte incremento de cánceres cerebrales justo después que se pusiera a la venta el producto.
Pero si algo caracteriza a Monsanto es la capacidad que tiene para minimizar sus acciones mediante campañas publicitarias que laven su imagen. En Gran Bretaña invirtió 1 millón de libras en una campaña de marketing patrocinando una exposición sobre Biodiversidad con la más avanzada tecnología. En el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, y en muchos otros, están intentando aparecer como una empresa concienciada, ‘verde’, y más progresistas incluso que sus oponentes.
También con el lenguaje está haciendo un esfuerzo de purificación. Roundup no es un herbicida, es una herramienta para minimizar la labranza y disminuir la erosión del suelo; las cosechas genéticamente modificadas no son una fuente de beneficios, son la solución para resolver el inexorable problema del crecimiento de la población; la biotecnología no es reducir todo lo vivo al rango de mercancía, es fomentar la sustitución de productos manufacturados por una vasta gama de productos especializados hechos a medida.
Otro medida adoptada es la de captar políticos de alto nivel que ayuden en la gestión empresarial. En mayo de 1997, Mickey Kantor, asesor de la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 y Representante Comercial de los EE.UU durante el primer mandato, fue elegido como miembro del Consejo de Dirección de Monsanto. Marcia Hale, antigua asistente personal del mismo presidente, ha trabajado como relaciones públicas de Monsanto en Gran Bretaña. En Indonesia la empresa sobornó a 140 funcionarios para conseguir que se aprobara una ley que le beneficiara. Razón por la que fue juzgada y condenada en ese país.
Pero por si todo ello no basta, la compañía intenta intimidar a sus críticos con denuncias y suprimir los juicios negativos en los medios. Monsanto cuenta con 75 empleados y un presupuesto anual de 10 millones dólares dedicados en exclusiva a investigar y perseguir a los agricultores.
No todo está perdido
Pese a todo, en 1984 un grupo de veteranos de la guerra de Vietnam demandaron a varias compañías por el uso del ‘Agente Naranja’, y obtuvieron su condena y la suma de 180 millones de dólares en concepto de daños a la salud por los efectos adversos de la exposición al químico.
De ser exitoso el juicio que se sigue en Nueva York, los vietnamitas podrían contar con miles de millones de dólares que serían utilizados, según se ha podido saber, en políticas ambientales y compensación a las víctimas de aquel genocidio.
Más información:
Monsanto: una historia manchada
http://www.zmag.org/Spanish/9911mons.htm
Veinte cosas que hay que saber sobre Dow Chemical
http://www.ambiental.net/noticias/contaminacion/BhopalVeinteAnos.htm