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Disparos en torno a la Qasba

El asilo y la intemperie

Fuentes: Rebelión

Fotos de Ainara Makalilo

Los espacios cuentan; se redefinen y cargan de sentido por oposición, en un mapa cambiante de tensiones y conflictos. De algún modo la situación se ha invertido. En la primera ocupación, la Qasba era el lugar salvaje de los bárbaros de Ibn Khaldun y los pueblerinos luminosos, expuesto al exterior, vulnerable y confuso, mientras que la avenida Bourguiba, un poco displicente, reunía a los que ya lo habían ganado todo y se sentían seguros en sus conversaciones de café. Las 100.000 personas que allí se concentraron el sábado santificaron la Qasba, la convirtieron en un recinto sagrado, como las iglesias medievales, asilos de rebeldes y perseguidos que ninguna violencia puede profanar. Todo allí es ahora orden, disciplina, calma organizada. Pero alrededor de ese foco casi religioso todo es incierto; la gente va y viene, es verdad, pero cambia de rango según cruza las fronteras. En la Qasba está a salvo; en la avenida Bourguiba se precipita en la penumbra, un hervor sin ley donde policía, milicias, provocadores, manifestantes pugnan en una confusión mortal. Sin tocarla, siempre a sus puertas, la violencia ha rozado la Qasba, arriba y abajo, durante toda la tarde; disparos en la Bourguiba, en Bab Yidid, en la avenida de París, un tiroteo incesante que ha matado al menos a dos jóvenes, que parecía siempre a punto de alcanzarnos y que -quizás ése es su objetivo- encendía de nuevo una brasa de oscuridad en el corazón de las movilizaciones.

Hemos tenido hoy la sensación de volver a los primeros días, tras el 14 de enero. El helicóptero vuela una y otra vez peinando nuestras cabezas, rumores sobre un nuevo toque de queda vuelan por el aire y las tiendas cierran precipitadamente sus cierres metálicos. ¿Por qué se dispara? ¿Por qué se mata? ¿Quién da las órdenes? ¿Son las milicias refugiadas en Libia que vuelven para imitar a Gadafi? ¿Es sólo un signo de que el gobierno ha aceptado a la Qasba como interlocutor y quiere definir estrechamente el signo de las negociaciones? ¿Una respuesta mecánica al aumento de las presiones populares? ¿La estrategia de un ejército que, por primera vez en la historia de Túnez, aspira a jugar un papel político al amparo del prestigio ganado en las jornadas de enero?

Es en cualquier caso un día de puro acero: el más frío del año, gris, afilado, de lluvias torrenciales. Y sin embargo Reda Redawi, el abogado de Gafsa, es más optimista que nunca. Lo encontramos en la Qasba hacia las 4 de la tarde, mientras la plaza aguarda en silencio, abriendo un pasillo luctuoso, el cortejo del joven de 17 años, vecino del barrio, asesinado ayer por un disparo en el cuello. Hay mucha gente; está emocionada y dolorida; también irritada. También disciplinada. Reda nos confirma las declaraciones de Sihem Ben Sedrine, portavoz del Consejo Nacional por las Libertades y redactora en jefe de Radio Kalima, al diario La Presse: el gobierno de Ghanouchi va a aceptar la convocatoria de una asamblea constituyente. En el centro de un corro al que se van sumando cada vez más personas -ágora y academia la Qasba en estos días-, Redawi va explicando el atolladero jurídico en el que se encuentra el país:

– La legitimidad revolucionaria no tiene instituciones y las instituciones carecen de legitimidad, incluso respecto de sus propias leyes. Según la constitución, el próximo 15 de marzo Fouad Mebaza, presidente interino de Túnez, acabará su mandato sin haber cumplido el compromiso de organizar elecciones presidenciales. El vacío de poder es un hecho. La solución, que el gobierno está a punto de aceptar, es la de preparar elecciones a una asamblea constituyente pactando una ley electoral con el Consejo de Defensa de la Revolución que debe formarse en los próximos días y que estará compuesto por representantes de los partidos y organizaciones de la sociedad civil.

A las 5 de la tarde, tras el paso del cadáver de Mohamed Al Hanachi en medio de la muchedumbre, decidimos ir a tomar un té a dos pasos de la Qasba, en la calle Sidi Ben Arus. Mientras hablábamos con Redawi le habían llegado noticias de que esa misma tarde las milicias y la policía iban a atacar la Qasba. Ahora, mientras buscamos un rinconcito donde protegernos del frío, escuchamos los primeros tiros. Enseguida más ráfagas, cada vez más cerca, desde la Bourguiba y desde Bab Yidid. Nos sobresaltamos, pero seguimos sorbiendo el te caliente. De pronto, desde la Zeitoun, vemos venir un grupo precipitado de jóvenes que trae en andas un cuerpo inánime; está completamente desmadejado en la improvisada camilla de brazos, aunque no parece presentar ninguna herida sangrante. Mientras los seguimos hacia la Qasba nos dicen que se trata de asfixia como consecuencia de los gases y nos hablan de unos extraños proyectiles que se abren en el aire en múltiples nubes venenosas. En la plaza, los miembros del equipo médico reciben el cuerpo en la furgoneta de la protección civil, donde vemos cómo, después de examinarlo, lo cubren con una sábana.

Uno de los miembros del retén sanitario nos advierte alarmado:

– Marchaos inmediatamente de aquí.

Recorremos en coche la ciudad para llegar hasta Le Passage, tratando de acercarnos a la avenida Bourguiba. Es imposible. Hay una atmósfera muy tensa. Las tiendas están cerrando y grupos de jóvenes caminan con prisa en dirección contraria a la nuestra. A lo lejos, en la avenida de París, vemos levantarse las nubes de gas; y de nuevo ráfagas nutridas de disparos llegan hasta nuestros oídos. Pocos minutos más tarde tenemos que retroceder y buscar refugio en el coche.

¿Qué está pasando? Hacemos algunas llamadas telefónicas y nos informan confusamente de dos, tres, hasta cinco muertos. Imágenes registradas con un teléfono móvil nos confirman al menos dos. La policía – o quienquiera que sea- está disparando a matar en la avenida Bourguiba, que a partir de mañana estará cerrada -toque de queda local- a tráfico y peatones. De Qasserine y Gafsa llegan también noticias de manifestaciones, enfrentamientos y disparos.

En la Qasba, sin embargo, todo sigue tranquilo. Se ha convertido de pronto en un lugar legítimo, santificado, sagrado. En un lugar decididamente político. Allí es revolución; en el resto de la ciudad seguimos en el viejo Túnez.

 

Esperando a Mohamed

Aguardando el cortejo fúnebre

El féretro

Gritando la rabia

Los muros de la Qasba vuelven a hablar (Abajo a la izquierda: Libia, Egipto, Túnez)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.