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El campamento de la libertad

Fuentes: Rebelión

Hace 35 años que la monarquía de Marruecos bombardeó a la población civil del Sáhara Occidental, expulsándola al exilio en Tinduf. Seguidamente, para justificar la expansión, tan ilegítima e inmoral de su Imperio, organizó una negra y aciaga marcha de colonos. Estas pobres gentes fueron arengadas con proclamas fascistas, y alentadas con las falsas promesas […]

Hace 35 años que la monarquía de Marruecos bombardeó a la población civil del Sáhara Occidental, expulsándola al exilio en Tinduf. Seguidamente, para justificar la expansión, tan ilegítima e inmoral de su Imperio, organizó una negra y aciaga marcha de colonos.

Estas pobres gentes fueron arengadas con proclamas fascistas, y alentadas con las falsas promesas de una vida mejor. El gobierno Marroquí les embaucó con el desarrollismo, apuntalado sobre la construcción de grandes ciudades militares, les engañó con el señuelo del consumismo, que nunca pudieron alcanzar, y les confundió con la frenética construcción de mezquitas, en las que nunca obtuvieron el consuelo deseado.

Y mientras esta monarquía corrupta expolia los recursos del Sáhara Occidental, esta población vive en unas barriadas que carecen de infraestructuras elementales, padece un alto índice de exclusión social (delincuencia, paro, infancia abandonada, analfabetismo, prostitución y un largo etcétera), trabaja en sectores donde hay que ser muy fuerte para aguantar (ejército, pesca, fosfatos o construcción), y convive permanentemente con corbetas y cazabombarderos de última generación. Desquiciados por no tener un enemigo real, su única forma de sobrevivir ha sido llenarse la cabeza de discursos racistas contra sus propios vecinos.

Hace también 35 años que estos vecinos fueron vendidos por la monarquía española (poder fáctico) a la monarquía marroquí. Estos hombres y mujeres, saharauis que se quedaron en los Territorios Ocupados, han sido obligados a vivir en una tierra invadida por militares, por policías y por colonos marroquíes. Y sufren desde entonces todas las formas posibles de violencia, represión y discriminación por parte de Marruecos. Ni siquiera pueden emigrar a su antigua patria, debido a la numerosas trabas administrativas y la sustanciosa ‘mordida’ que se les exige.

Así que llegó un momento en que estos hombres y mujeres saharauis , asfixiados y sin salida, espontáneamente acudieron al desierto, eterna fuente de inspiración, en busca de sus ancestrales raíces bereberes. Y erigieron toda una ciudad de jaimas, meticulosamente organizada, en un territorio de auto confianza y libertad. Gdaym Isyk fue una experiencia libertaria, y una gran lección de resistencia pacífica y reivindicación de los derechos más elementales que la Comunidad Internacional permanentemente se ha empecinado en negar.

Marruecos se desesperó: ¿cómo era posible que emulasen, precisamente, a los «secuestrados de Tinduf»?

Una sociedad racista y unas Fuerzas de Represión fascistas montaron en cólera al presenciar un éxodo y una rebeldía que demostraban que con independencia se podía vivir. Vertieron toda su rabia y agresividad al servicio de una limpieza étnica sistemáticamente planificada desde el poder, y que se basa en tres pilares fundamentales: secuestro y exterminio de los jóvenes (eliminación de los potenciales combatientes), violación de las mujeres (repudio social) y destrucción del tejido comercial (desabastecimiento de la población).

Ahora, y a pesar de todos los intentos, internos y externos, para silenciar lo ocurrido, toda la derecha internacional y sus medios de comunicación, siguiendo la perfidia de Marruecos, azuzan el fantasma del integrismo, y acusan al pueblo saharaui de lo que aún no ha ocurrido, justificando así la maquinaria de exterminio previamente puesta en marcha. Se olvida que el pueblo saharaui practica una versión especialmente íntima y espiritual del Islam,y se habla, abiertamente, de ‘palestinización’ del conflicto.

Efectivamente, es en el ejército marroquí donde se está encontrando mayor presencia de potenciales terroristas, y es del norte de este país de donde salieron las células yihadistas que atentaron en España. No es ninguna paradoja. Marruecos mantiene jugosas relaciones comerciales y militares con Israel. Y es significativo que las monarquías del Golfo Pérsico, que cuentan con una fuerte capacidad financiera, ya se están alineando con la causa saharaui. Como en Irak o Afganistán, sólo al sistema capitalista le interesa crear conflictos irresolubles y enemigos que legitimen la violencia y el expolio permanentes. Como en el caso de Palestina, la internacionalización del conflicto y la espiral de limpieza étnica, terrorismo y ‘solución final’, son, por tanto, amenazas reales.

La solución al problema requiere una actuación urgente, y no se puede esperar a que otra monarquía, todavía más tirana y poderosa, obligue a rectificar a un asesino.

La población civil de los Territorios Ocupados tomó hace años la iniciativa con acciones noviolentas de desobediencia civil; la burguesía saharaui, que había coqueteado excesivamente con la administración marroquí, ha aprendido una dura lección; y el Frente Polisario, ninguneado históricamente por la Comunidad Internacional hasta quedarse en un callejón sin salida, vuelve su mirada al activismo espontáneo de estos territorios. Todo el pueblo saharaui, con una sola voz, debe volver a confiar.

Si el Campamento de la Dignidad, que daba cabida a veinte mil personas, fue violentamente arrasado, sobre sus cenizas debe erigirse un nuevo Campamento de la Libertad, que albergue ahora a doscientas mil. El Frente Polisario, legítimo representante del pueblo saharaui, puede allanar el camino a una nueva marcha, esta vez verdaderamente popular. Y entre todos celebrar, sin el permiso ni la tutela de nadie, el Referéndum de Auto Determinación que marque, definitivamente, un camino de paz y libertad para el pueblo saharaui.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.