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El Congo belga, de 1908 a 1960 (2/6)

Fuentes: El Clarín de Chile

Cuando el parlamento belga vota la nacionalización de la colonia en 1908, el Congo es dirigido por un ministerio de Colonias y un Consejo Colonial y gobernado a través de leyes especiales. In sitio, el poder es ejercido por un Gobernador General y un Procurador General. Este último tiene a su cargo a los agentes […]

Cuando el parlamento belga vota la nacionalización de la colonia en 1908, el Congo es dirigido por un ministerio de Colonias y un Consejo Colonial y gobernado a través de leyes especiales. In sitio, el poder es ejercido por un Gobernador General y un Procurador General. Este último tiene a su cargo a los agentes del Estado y preside un Consejo de Protección de los Indígenas, para evitar la repetición de los abusos de la época de Leopoldo II. La colonia es organizada en seis provincias, a las que se añaden, en 1922, Ruanda y Burundi, arrancados a Alemania después de la Primera Guerra Mundial.

El poder colonial se organiza en torno a la Administración, las misiones y las grandes compañías. La única instrucción que existe es impartida por los misioneros y toda promoción social está condicionada a la conversión. Con el propósito explícito de evitar la formación de una élite congolesa, la colonización belga es masiva: la población autóctona trabaja sobre todo en las minas y en las plantaciones, dirigidas por varias decenas de miles de colonos, granjeros o funcionarios. Incluso los puestos intermedios, como jefe de una estación de ferrocarriles o jefe de una oficina de correos, son reservados a colonos blancos.

La sociedad colonial es extremadamente jerarquizada y racista; el colono blanco, presentado como civilizador, aparece como intrínsecamente superior al negro. Las nuevas ciudades son divididas entre los barrios ocupados por la población negra y los exclusivos para los colonos; la división racial se aplica en los cines, lugares públicos y embarcaciones fluviales. Los matrimonios entre negros y blancos están, por supuesto, severamente prohibidos.

Tras la caída del curso del caucho y del marfil hacia 1915, las 200 sociedades belgas presentes en la colonia van a reorientarse en la minería. La mayor parte de ellas son filiales de cuatro grandes consorcios: la Sociedad General de Bélgica, el grupo Empain, el grupo Cominier y el Banco de Bruselas.

En 1941, alrededor de 15 millones de congoleses son gobernados por unos 28.000 belgas. Las 6.000 comunidades que existían en el Congo precolonial, son agrupadas en 432 distritos, que administran su sector, según los principios del «gobierno indirecto».

Durante la Segunda Guerra Mundial, la colonia reconoce al gobierno belga exiliado en Londres. Para contribuir con el esfuerzo militar de los Aliados, se instaura una nueva reglamentación que aumenta el trabajo obligatorio en plantaciones y minas a 120 días al año, para intensificar la producción de oro, cobalto, tungsteno, cobre y uranio, este último utilizado en la fabricación de las primeras bombas atómicas. Soldados congoleses son enviados a reforzar los frentes de los Aliados al norte de África, donde descubren otras sociedades menos racistas. Terminada la Guerra, éstos difunden en la colonia la existencia de otras sociedades más tolerantes y comienzan a criticar discriminación racial.

En respuesta a la presión de los colonizados, la administración belga crea el estamento social de los «evolucionados»: ciertos negros puedan acceder a empleos secundarios, remunerados a un tercio de la paga de un blanco, después de aprobar un examen y una evaluación de su forma de vida. Uno de ellos es Patricio Lumumba, un autodidacta que obtiene esa promoción colonial al segundo intento. En los años 1950, en un período de fuerte crecimiento económico, la colonia requiere trabajadores más instruidos. Se instalan las primeras escuelas y Facultades y algunos «evolucionados» son invitados a conocer la metrópolis. Muy pronto llegan al Congo los ecos de la ebullición anticolonial que ocurría en otras regiones de África y de la rapidez con que Francia concede la independencia a 15 estados de África del oeste.

La aspiración a la independencia se encarna en el nacimiento de los primeros partidos políticos congoleses: la abako (Asociación del Congo Central), federalista, dirigida por Joseph Kasavubu, y el Movimiento Nacional Congolés, que reivindica un Congo unitario, laico e independiente, liderado por Patricio Lumumba.

Mientras en Bruselas se habla de conceder una cierta autonomía al Congo, en Leopoldville (actual Kinshasa) las manifestaciones por la independencia se transforman en motines que dejan varios muertos. El gobierno belga, temeroso de una guerra anticolonial como la que afronta Francia en Argelia, acepta discutir de independencia con los dirigentes políticos congoleses. Los contactos toman la forma de una «Mesa redonda» que sesiona en Bruselas a principios de 1960. La Mesa organiza las primeras elecciones parlamentarias y fija la independencia para el 30 de junio de 1960.

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Fuente: http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=3698&Itemid=800