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El consenso liberal se endurece para enviar más tropas a Iraq: Hola, Senador Escurridizo; Adiós, Jeane Kirkpatrick

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Ahí tenemos al republicano Silvestre Reyes, de Texas, elegido con todo cuidado por Nancy Pelosi para dirigir el Comité de Inteligencia Interior, que está pidiendo que se envíen a Iraq 20.000 soldados más. Reyes dice que es necesario aplastar a las milicias chiíes y sunníes. ¿No les conté justo aquí, tras las encuestas del «momento por la paz» del 7 de noviembre, que los demócratas se alinearían tras el Senador John McCain? El insignificante Jack Murtha hizo sus méritos para llegar a líder de la Mayoría del Congreso, el establishment liberal empezó a hacer declaraciones en contra de toda esa sediciosa charla de la «retirada inmediata». Apenas puede abrirse el New York Times sin tropezar con un artículo de Michael Gordon que nos informa sobre las reflexiones de otro militar meditabundo -presentó de esa guisa al General Zinni la pasada semana- diciendo que lo prudente, a corto plazo, sería enviar más tropas a Iraq.

Esto contrasta con el airado uso de la palabra que hizo en su discurso el Senador republicano Gordon Smith de Oregón, el rey de la patata de Pendleton, que dijo francamente el martes por la noche que él le había dicho al Presidente que EEUU debería «salir corriendo, salir caminando o salir como sea…»

¿Quieren más evidencias de la abulia demócrata? ¿Qué hay de la confirmación por el Senado de Robert Gates como Secretario de Defensa, por 95 a 2 votos? Ni un solo demócrata votó en contra de ese escurridizo superviviente del escándalo Irán-Contra, que pasó la primera parte de su carrera en inteligencia, en la CIA y el NSC [1], inflando la amenaza soviética y filtrando inventos a fantasiosos neocon como Clare Sterling sobre el complot del KGB para asesinar al papa. Los dos votos negativos vinieron de Santorum de Pensilvania y Bunning de Kentucky. Algunos de los demócratas que esta vez votaron SI, habían votado NO a Gates en 1991 cuando fue propuesto como jefe de la CIA de papá Bush.

En la actualidad de nuestra vida pública nacional, si quieren hacer alguna recomendación realista sobre posibles opciones políticas tienen que tener más de 75 años, estar forrados de pasta y nada que perder. Ahí tienen, por ejemplo, a Jimmy Carter y a James Baker. Carter denuncia el «muro de encarcelamiento» de Israel y a Baker desliza el derecho al retorno de los palestinos en su Grupo de Estudio de la hoja de ruta para la paz.

Otra con 80 años: Jeane Kirkpatrick, al parecer, ha visto la luz en sus años de declive. Su amigo Jack Kemp dice que se la encontró camino de la iglesia y que se le lamentó de la locura del ataque de EEUU contra Iraq. Como dijo Kemp, esta antigua neocon, denuncia a los jóvenes neocon como William Bristol. Tuve que aguantar una entrevista servil con Bristol realizada en la NPR [2] por Deborah Ames, en la cual se dedicó a discursear sobre sutiles distinciones entre regímenes autoritarios y totalitarios.

Ya que el objeto de las distinciones de Kirkpatrick era dar apoyo intelectual a groseras funciones imperiales como alentar a los asesinos de masas de Guatemala en sus prácticas genocidas con los indios mayas, Bristol al menos me recordó qué repugnante criatura fue Kirkpatrick, al menos en las décadas en que tuvo una influencia nada desdeñable sobre la política exterior estadounidense, en los años de Reagan. Al igual que toda la Muchedumbre de comentaristas de los últimos años de la década de los setenta, que el único desafío intelectual que ofrecieron alguna vez fue la cuestión de decidir si se habían creído todas las tonterías que habían escrito. Kirkpatrick fue de las más plastas, porque adornaba sus estupideces con referencias pretenciosas a Hobbes y a Kant, como advirtiendo a los patanes que ahí había una Gran Mente trabajando.

La recuerdo en 1980 en la convención republicana de Nueva Orleáns. Las reinas conservadoras de la colmena como Kirkpatrick y Schafly tenían, en la proximidad física, un trasfondo de violencia erótica -Jeane parecía seguramente un armario ropero- que no trascendía realmente en las fotos. Clavado bajo la tribuna de la Superdome [3], tratando de mirar hacia las encendidas ventanas de la nariz de Kirkpatrick, podía ver algunos planos de su cara que normalmente pasaban desapercibidos en las sosas imágenes de las cintas de vídeo.

Desde luego, hablaba de «seguridad nacional», con los labios fruncidos en una cruel mueca de placer, y predecía cómo Dukakis y los demócratas iban a dejar desamparados a los EEUU bajo el yugo soviético. El único yugo que recuerdo fue el suyo: Jeane arremetiendo de forma salvaje contra el encadenado y gimoteante cadáver del liberalismo decadente.

En homenaje a sus servicios durante los años de Reagan, el estado de Israel estableció un Bosque Memorial Jeane Kirkpatrick. Pero no parece sino un insignificante puñado de matojos, situado en el pueblo de Deir Yassin, próximo al hospital psiquiátrico.

Hola, Senador Escurridizo

El escurridizo y joven senador de Illinois, Barack Obama, se está sometiendo a una firme dieta política de publicidad al rechazar que su nombre aparezca nominado como posible candidato demócrata a la presidencia en 2008. Estamos entrando en un período en que todos esos aspirantes tienen que preparar sus mentes para ver si pueden encontrar el dinero necesario y la base política. El Senador Russell Feingold de Wisconsin, el obvio candidato por la paz y la justicia, ha decidido ya que no puede, lo que nos ofrece una visión muy reveladora de la debilidad de la izquierda en estos momentos.

Obama no necesita pensar mucho para excitar a los comentaristas políticos al renunciar a la bandera del «quizá». Así mantiene los focos sobre él y acumula capital político, cualquiera que sea lo que decida hacer al final.

Es deprimente pensar que tendremos que aguantar la charla de Obama durante los próximos meses o incluso años: un montón de repeticiones sobre el sueño americano, entremezclado con homilías sobre cómo «superar los enfrentamientos entre las facciones en el partido y estar movilizados». Yo acostumbraba a pensar que el Senador Joe Lieberman era el hombre cuyas palabras menos me gustaría escuchar a todo volumen si me viera encadenado junto a un altavoz en Campo Gitmo [4], pero creo que Obama, que eligió a Lieberman como mentor cuando entró a formar parte del Senado de EEUU, es aún peor. Nunca he escuchado a un político tan desesperado por no ofender a la opinión de elite convencional mientras pretende ser intrépido y sincero.

Cuando los demócratas escaparon del llamamiento de Murtha para una retirada inmediata de Iraq hace un año, pocos había con más cálculo transparente que Obama, que se presentó en el Consejo de Relaciones Exteriores el 22 de noviembre de 2005, para tranquilizar a las elites reunidas con frases que no eran sino pura paja: «De una vez por todas, el Presidente podría sacar la política del tema de Iraq si sencillamente fuera a televisión y dijera al pueblo estadounidense: ‘Sí, hemos cometido errores’ o ‘necesitamos concentrar nuestra atención en cómo reducir la presencia militar estadounidense en Iraq’. Adviértase que digo ‘reducir’ y no ‘retirada total’ o ‘que 2006 debería ser el año en que las diversas facciones iraquíes deben conseguir una justa integración política para derrotar a la insurgencia’ o que, en tercer lugar, ‘la Administración debe conseguir que el Congreso disponga de información crítica con puntos de referencia basados en la realidad que nos ayuden a salir bien de Iraq’.

Algunos demócratas que trabajaron para Ned Lamont en la reciente carrera por el senado en la Connectica tomada eventualmente por Lieberman, que se presentaba como independiente, expresan una amargura mayor, por una vez, al referirse al papel jugado por Obama, que calculó que Lieberman iba a ganar y que él no iba a perder capital político haciendo algo para su compañero demócrata Lamont. (En contraste, Hillary Clinton consigue buenas reseñas del equipo de Lamont como una política que hizo cuanto pudo por su hombre.)

Estos duros sentimientos datan de la célebre cena política en Connectica de marzo de 2005, cuando Obama viajó hasta allí para aclamar al belicista Lieberman como candidato estatal de los demócratas. Obama, que está llevando a cabo una inmensa operación de financiación en Washington, sabe dónde está el dinero: en el segmento centro-derechista del horizonte político habitado por el DLC [5]

Por eso eligió a Lieberman, un icono del DLC, como mentor. La nueva arribada a Washington requería enviar una veloz señal a los poderes corporativos y a los donantes del Partido de que no era algo así como un roquero de barca de Chicago, sino que iban a ponerse en buenas y obedientes manos.

Allí, antes de que se reencarnara en otro ser con señales más sustantivas, fue intensamente saboreado por el mundo corporativo, donde Obama votó por una reforma anticonstitucional de las cuestiones sobre responsabilidad civil, que hace que ahora sea mucho más difícil que la gente pueda conseguir reparaciones o indemnizaciones.

Al igual que escribí sobre Obama el pasado año, en algunas ocasiones la gente se consuela a sí misma como puede con variantes de lo que se llamó falacia intencional: en otras palabras, como quinto senador negro en la historia de EEUU, Obama tiene que mantenerse en la cuerda floja, aplacar al Hombre, mientras se posiciona en la mesa honorífica como el campeón del pueblo. Pero en sus avances por la mesa honorífica, Obama se va despojando diligentemente de todas las reivindicaciones legítimas como para poder ser algún tipo de campeón popular, a diferencia de cualquier otro negro que no ofrece vaivenes, como Condoleeza Rice (a quien Obama confirmó con su voto). Al Imperio le gustan los serviles.

Y así fue como Obama, el profesor de derecho constitucional, votó a cualquiera de los filibusteros de Alito [6] y escapó de la moción de censura al Presidente del Senador Russell Feingold declarando: «Hay discrepancias entre mi punto de vista y el del Senador Feingold. Algunos expertos constitucionales y algunas opiniones en la cámara baja apoyan el argumento del presidente de que él tiene autoridad inherente para salirse de los límites del derecho a la hora de controlar las actividades de supuestos terroristas. La cuestión es si el presidente comprendía el derecho o alardeaba de ello adrede.» Esa no es la cuestión en absoluto. La cuestión es si la Constitución permite que el Presidente la viole, y la respuesta es no.

Obama, un autoproclamado educador en derecho constitucional, votó SI el 2 de marzo en la ratificación final del Acta de Reautorización y Mejora de la USA PATRIOT, a diferencia de diez de sus colegas demócratas.

En Chicago, hace un par de semanas, Obama lanzó a una muchedumbre otra nube de papilla digna de un estadista sobre política exterior avanzada en relación a Iraq. Componiendo nuevas realidades, ahora se ha puesto a hablar de un período de tiempo de cuatro a seis meses para dar comienzo a la retirada de Iraq. No vayan a pensar que esa es una agenda real. Es un calendario que se puede mover en cualquier dirección, como una máscara de goma de un calcetín de Navidad.

Esta semana muchos estadounidenses miraron horrorizados las fotos de Jose Padilla [7], esposado de pies y manos, cegado por gafas especiales, siendo conducido por sus carceleros militares estadounidenses de su celda de aislamiento al dentista. Sus abogados dicen que el horrible trato que viene sufriendo, cuatro años de aislamiento total y privación sensorial, le han convertido en un ser incapaz de defenderse.

El trato a Padilla -considerado como «combatiente enemigo» hasta que los fiscales gubernamentales se vieron obligados a reclasificarle hace unos meses como acusado criminal- era obviamente un ejercicio diligente de tortura, semejante al que se le ha aplicado a los «combatientes enemigos» que se mantienen en el campo de concentración estadounidense en Guantánamo. El año pasado, el senador más antiguo por Illinois, Dick Durban, valientemente, se metió en problemas al comparar las condiciones de Guantánamo con las de los campos de concentración de la era de Stalin o de la época nazi. Ese fue unos de los momentos más delicados de Durban, cuando se leyó el informe de un testigo ocular del FBI describiendo como había entrado en las habitaciones donde se efectuaban los interrogatorios para «encontrarse con un detenido encadenado de manos y pies en una posición fetal en el suelo, sin silla, comida o water. La mayor parte de las veces orinaban o defecaban sobre ellos mismos y habían sido abandonados allí durante 18-24 horas o más».

«Si les leo esto y no les advierto que era un agente del FBI el que relataba lo que los estadounidenses han hecho a los prisioneros que están bajo su control, seguramente creerían que esto tenía que haberse hecho por los nazis, los soviets en sus gulags, o algún régimen demente -Pol Pot u otros- que no se preocupaba por los seres humanos. Por desgracia, no es este el caso. Esos fueron los hechos llevados a cabo por estadounidenses en el trato a sus prisioneros. NO es demasiado tarde. Confío en que aprendamos de la historia. Confío en que cambiemos su curso.»

La loca jauría de la derecha saltó sobre Durban y eventualmente sufrió el castigo de tener que aceptar la derrota en el hemiciclo del senado. Su compañero senador de Illinois, Obama, no prestó ni el más mínimo de los apoyos. Dijo «tendemos a demonizar y a saltar y a burlarnos de los demás en los pasillos, sobre todo cuando cometemos errores. Todos y cada uno de nosotros va a cometer un error de vez en cuando… y lo que esperamos es que nuestro historial de servicio, el alcance de nuestros actos e interacciones con la gente, sea más importante que cualquier error particular que cometamos.»

Hay tres usos de la palabra «error». Obama, como siempre, no se coge los dedos con papel de fumar. Se inclina ante todos los vientos, tan pronto identifica algo que pueda amenazar su carrera.

«Happy Feet» [8]: El calvinismo acusa el golpe

Una nota final de ánimo: Alya y yo nos encontrábamos en el Pacific Science Center de Seattle el viernes por la noche viendo «Happy Feet», en el IMAX. La película de dibujos animados sobre los pingüinos refleja mis preocupaciones de estos días. «Happy Feet» es un producto excelente, sobre todo para quien, en días ya lejanos, se tapó los ojos con las manos tan pronto como la Reina de Hielo apareció en la pantalla. Es un himno a la antinomia, al informalismo en la cultura, a la diversidad, a compartir los recursos de la Tierra, a los colegas hispánicos, a… a… No a un solo decapitado, empalado o despellejado Mayan (pingüino) en ningún lugar. La tecnología para crear imágenes está básicamente fuera de Caspar Friedrich y del romanticismo kitsch alemán de principios del diecinueve, el cual -en su última forma expresionista- tuvo una gran influencia en los artistas de la Disney de la década de 1930 y de los primeros años de la de 1940. Los pingüinos empollan encima de altos peñascos de hielo, mirando fijamente, en forzada perspectiva, hacia los inmensos abismos de nieve y hielo que tienen por debajo. El contexto ideológico es entre el desesperado calvinismo representado por un pingüino anciano escocés y el desafío prometéico de nuestro héroe, Mambo, el pingüino mutante. Hay excelentes pequeños papeles de ballenas asesinas, aves de rapiña y focas leopardo. El mensaje es: podemos tener nuestros peces y podemos comerlos también. Animado por «Happy Feet» y por los puntos de vista sobre los orígenes abióticos [9] del petróleo, puedo enfrentarme al 2007 con el corazón ligero.

N. de T.:

[1] NSC: National Security Council (Consejo Nacional de Seguridad).

[2] NPR: Radio Pública Nacional.

[3] La Superdome consiste en unas inmensas -las segundas más grandes del mundo- instalaciones para usos deportivos y exposiciones con forma de cúpula, situadas en Nueva Orleans, Luisiana.

[4] Gitmo:Abreviatura campo de detención de la Bahía de Guantánamo.

[5] DLC: Consejo Directivo Demócrata

[6] Samuel Alito: jurista, nombrado por George Bush el 31 de octubre de 2005 como juez del Tribunal Supremo, confirmado tres meses después por el Senado. Es una de las voces más conservadores de la mencionada Corte.

[7] José Padilla (conocido también como Abdullah al-Muhayir) es un ciudadano estadounidense acusado por el gobierno de EEUU de terrorismo. Fue arrestado en mayo de 2002 en Chicago y permanece en una prisión militar.

[8] «Happy Feet», película de dibujos animados, título traducido en español como «Rompiendo el Hielo».

[9] abiótico: factor, físico o químico, extinto en la Tierra que afecta a la capacidad de los organismos para sobrevivir en un determinado medio ambiente

Texto original en inglés:

http://www.counterpunch.org/cockburn12092006.html

Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión.