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El costo socio-político del ajuste estructural en Tanzania

Fuentes: CEAMO

La introducción de los programas de ajuste estructural en África, como parte de las políticas convergentes de las instituciones de Bretton Woods en el marco propicio para ello en los años 80 (1), unido a la crisis general interna con la que venía conviviendo Tanzania desde mediados de los años 70, conllevó a que este […]

La introducción de los programas de ajuste estructural en África, como parte de las políticas convergentes de las instituciones de Bretton Woods en el marco propicio para ello en los años 80 (1), unido a la crisis general interna con la que venía conviviendo Tanzania desde mediados de los años 70, conllevó a que este país fuera uno de los primeros en el continente en insertarse en las políticas administradas por las instituciones internacionales, aplicándolas casi todas a lo largo de los dos últimos decenios.

Con la llegada del multipartidismo en 1992, dinámicas divergentes con la política estatal y social instaurada desde la independencia, transformaron la filosofía de estado. Más allá del discurso social sobre el que se basó y continúa basándose, respecto a la base socialista del Estado y la búsqueda del bienestar social, la realidad se torna continuamente separada de la retórica.

Ante estas perspectivas cabe preguntarse cuáles han sido los resultados de aproximadamente 20 años de políticas multipartidistas. Desde el punto de vista social, los indicadores principales muestran un decrecimiento en el nivel de vida de la población.

Los sectores educacionales y sanitarios han sido los más afectados por la eliminación de los subsidios estatales en un importante porcentaje. De ahí que si bien en los 70 y 80, Tanzania se destacó por ser uno de los países que más progresos había logrado en estos renglones, con un 95% de incorporación a la enseñanza primaria y un nivel de alfabetización de adultos de 73% (2); en la actualidad los datos demuestran un retroceso. La incorporación a la enseñanza primaria es de 91%, al tiempo que la alfabetización en adultos ha disminuido a un 69.4%, esto viene acompañado por el hecho de que el Estado está utilizando solo un 2.2% de su presupuesto para gastos educacionales, al tiempo que solo el 1.7% para la salud, dejando un amplio espacio para el sector privado (3).

En este sentido es de destacar que si bien el gobierno sigue teniendo como pilar de su política social la gratuidad en los servicios estatales de educación y salud, las condiciones materiales de las mismas retrotraen la calidad en estas esferas y por tanto la efectiva atención a la población. En el caso de la educación, gran número de personas en edad escolar se ven obligados a abandonar los estudios para dedicarse a labores productivas, lo que se refleja en el hecho de que solo un 24% de los jóvenes se encuentran incorporados en la educación terciaria (4). Otro aspecto que sobresale en lo que se pudiera comenzar a entender como cambio en la cosmovisión de la población tanzana está relacionado con los retos de la economía capitalista. Las nuevas condiciones de vida de la población en un marco regido por el mercado y la competencia, unidos al cambio climático y a las consiguientes afectaciones al medio ambiente, han contribuido a la disminución de las capacidades productivas de la mayoritaria población rural. Este aspecto ha llevado a un aumento de las migraciones a las ciudades, ha contribuido a la desintegración de la familia ampliada tradicional y al consiguiente desmembramiento de las estructuras clásicas africanas.

Con este problema surgen dos vertientes. En primer lugar, disminuye la población ligada al trabajo agrícola, aspecto que toma dimensiones mayores si tenemos en cuenta que el 45,8% del PIB es producido por el sector primario (5). En segundo lugar está el fenómeno de la hiperurbanización, (24,2 millones de personas en las ciudades), pues las ciudades creadas no están acondicionadas, ni en su infraestructura ni en su capacidad empleadora, para asimilar a los inmigrantes, con la consiguiente disminución de las capacidades de bienestar básico y el acelerado crecimiento del sector informal, que se calcula absorbe al 43% de la población de las ciudades.

Tanzania continúa siendo en la actualidad uno de los países africanos que más ayuda recibe en concepto de donaciones o préstamos de las organizaciones extranjeras y de las instituciones financieras internacionales. Pero para poder mantenerse en la lista de los Estados beneficiarios, tuvo que desarrollar estrategias internas para responder a las condicionalidades impuestas, entre ellas lograr una mayor competitividad de su sector empresarial, eliminando los subsidios de las empresas estatales. Esta política trajo como consecuencia «(…) la reducción de los puestos laborales, el congelamiento de los empleos del sector público, y la privatización de las empresas estatales» (6). Estos aspectos conducen a la disminución del rol del estado como hacedor de acciones responsables de mejorar el nivel de vida de la población y a la profundización del desempleo, que ha llegado al 5,1% de la población económicamente activa (7).

La liberalización económica de los 90 y la inserción de Tanzania en el mercado mundial, país con un notable potencial de materias primas, ha representado un crecimiento constante, pero esto no se ha revertido en mejoras sociales ni en un aumento de la generación de empleos. Las características de este tipo de producción, no conllevan un aumento de la cantidad absoluta de trabajadores, sino más bien del empleo de trabajadores calificados los que muchas veces se obtienen fuera de las fronteras nacionales. Al mismo tiempo, la función extractiva de las compañías que operan en el país, deja muy pocos dividendos favorables. Este otro aspecto resalta los resultados prácticos del ajuste estructural. Las reformas políticas contenidas en el proceso de asimilación de los ajustes estructurales han tenido a su vez implicaciones no menos profundas durante estos años.

Si bien es cierto que Tanzania se ha mantenido como uno de los países rectores en las transformaciones pacíficas a nivel continental, está comenzando a ser evidente la presencia de elementos que pudieran afectar la estabilidad interna.

La institucionalización del multipartidismo es un pilar dentro de los llamados procesos a la democracia y a la gobernabilidad, promulgados por los actores internacionales para los países elegibles. Consecuentemente con esto, parecen ser los países africanos los más proclives a aceptar las soluciones recomendadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que no resultan ser sino meros remiendos.

En el caso de Tanzania, el gobierno fue promotor en la adecuación a las nuevas dinámicas, no obstante, la debilidad de los partidos políticos de oposición, la existencia de niveles de corrupción no presentes en épocas anteriores y las disputas entre las zonas insulares y continentales, pudieran conllevar a insatisfacciones futuras de la población.

En la época de partido único, el Chama Cha Mapinduzi (CCM) regía la política oficial por ser el representante de los intereses nacionales. En la actualidad, esta dinámica debería haber sido cambiada por una mayor competencia por el poder entre este partido y los de oposición; no obstante, la debilidad de estos últimos en relación con la supremacía del CCM dentro de la población, ha mantenido la estabilidad de éste como partido de gobierno. Si lo vemos hasta este punto todo parecería ir bien en la adecuación de la «democracia» a los intereses nacionales. El problema surge con la disección de la sociedad.

Entre las bases que fomentaron la unidad nacional estuvo el carácter incluyente del partido. Este aspecto se ve amenazado por el surgimiento de partidos que se estructuran sobre la base de aspectos religiosos y regionales, como es el caso del Civic United Front (CUF), con base musulmana y además con fuertes tendencias hacia la separación entre las islas y la otrora Tanganica.

Nuevas problemáticas que pudieran profundizarse con la liberalización política son las relaciones entre Zanzíbar y la parte continental, y entre el campo y la ciudad. Entre los dos Estados que conforman la Unión, las tensiones han aumentado por intereses divergentes y la articulación de nuevos mecanismos de diplomacia política, donde la existencia de posiciones encontradas entre el partido que gobierna (CCM) y el CUF, tienden a separar las posturas a nivel de las masas. En el mismo sentido, la asimilación de la cultura política difiere entre el campo y la ciudad. Los primeros mantienen posiciones más conservadoras que los segundos, al tiempo que los intereses y las preocupaciones de ambos están cada vez más alejados; esta situación corre paralela con la creación de un sector social que asimila la carrera política como un modo de vida económico. Esta situación se contrapone a la visión anterior, que conceptualizaba al político como el mediador entre la población y el aparato de gobierno.

Si bien la corrupción no ha llegado a los niveles de la mayoría de los países africanos, la liberalización y la descentralización económica han conllevado un aumento de los niveles corrupción. En el caso tanzano, aquella está favorecida por varias aristas. La primera es la inserción dentro de la economía de los intereses extranjeros, que utilizan esta vía para favorecer y acelerar la realización de sus intereses. La otra arista viene dada por el marco de la pobreza enlazada a la relajación de la moralidad social en épocas de crisis y la tercera arista está motivada por la existencia de legislaciones débiles, que permiten la evasión y exención de impuestos.

La implantación de las políticas de ajustes estructurales en Tanzania, si bien fue la solución que encontró el gobierno a principios de los 90, a la crisis económica interna y a las presiones externas, en aras de mantener una imagen benevolente; y más allá de los progresos logrados en materia económica; ha repercutido negativamente en el seno de la sociedad y en los pilares claves de la cultura política nacional. La brecha en las desigualdades va en aumento. El proceso de reestructuración política no ha significado un fortalecimiento ni del multipartidismo ni de las estructuras estatales, estas últimas efectivamente desarrolladas durante la época del socialismo. La apertura a los cánones occidentales de realización económica y la aceptación de sus conceptos de democracia, buen gobierno y accountability han significado la desestabilización de las estructuras tradicionales tanzanas.

De ahí que la adopción de políticas neoliberales no ha constituido una solución viable para corregir las deficiencias del modelo tanzano de desarrollo. Lejos de responder a las expectativas para las cuales fueron puestas en práctica, ha profundizado los males propios del subdesarrollo en uno de los países más estables y nacionalistas de África.

Referencias:

(1) Benítez, R. Obstáculos para la Cooperación Sur-Sur en África subsahariana. Banco Mundial, FMI y OMC. CEAMOnitor, Vol. 5, No. 8, 2008.

(2) Rensburg, APJ van. Africa´s men of destiny. Pretoria, De Pager-HAUM Publishers, 1981, pp. 384-399.

(3) PNUD: Informe de desarrollo humano 2007-2008: La lucha contra el cambio climático; Solidaridad frente a un mundo dividido. Nueva York, 2007.

(4) Ibid.

(5) World Bank: World Development Report 2008. Agriculture for Development. Washington DC, 2007.

(6) Wangwe, S.: Culture, identity and social integration: The Tanzania experience in social integration. Arusha: Arusha Conference, «New Frontiers of Social Policy», December, 2005. pp. 15

(7) PNUD: Informe de desarrollo humano 2007-2008 (…), op. cit. Suyeni Díaz es investigadora del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba).