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El crimen de Barakaldo en el capitalismo realmente existente

Fuentes: Rebelión

¿Qué es el capitalismo? No es una definición pero apunta donde debe apuntarse: el crimen -que no suicidio- de Barakaldo. La comisión judicial se encontró abierta la puerta del domicilio de la mujer fallecida cuando llegó a su casa para ejecutar el desahucio. Es la segunda muerte vinculada a un desahucio, a ese lado oscuro […]


¿Qué es el capitalismo? No es una definición pero apunta donde debe apuntarse: el crimen -que no suicidio- de Barakaldo.

La comisión judicial se encontró abierta la puerta del domicilio de la mujer fallecida cuando llegó a su casa para ejecutar el desahucio. Es la segunda muerte vinculada a un desahucio, a ese lado oscuro del tenebroso capitalismo (español, muy catalanoespañol y olé) en el que seguimos inmersos.

Recordemos otros nudos: el pasado 25 de octubre, no hace ni un mes de ello, un hombre de 54 años se ahorcó en Granada horas antes de ser desahuciado. Al día siguiente, 26 de octubre, otra persona trató de suicidarse antes de ser desahuciada en Burjassot (Valencia).

¿Cuántos más? ¿Conocemos las cifras?

Este primer semestre de 2012, cien mil desahucios. En total, en estos últimos años, unos 400.000. Digo bien, no exagero. ¿Cuántas personas que no han podido más, que se han quedado sin nada y con su desesperación inconsolable? ¿Cuántas personas han quedado tocadas para siempre? ¿Cuántas? ¿Podemos ponernos en su piel, en su alma?

¿La justicia? ¿La justicia digo? El resto, sabido es, es silencio. Ahora -¡ahora!- algunas voces judiciales dicen que ya está bien. Que no son cobradores del frac. ¡Qué listura doña Pastura! ¡Qué ocurrencia donde Prudencia!

Eso sí, ahora, en noviembre de 2012, un organismo judicial de Bruselas ha afirmado que la ley española es ilegal. ¡Ilegal! ¿Ahora, en noviembre de 2012, toca decir eso? ¿Antes no?

PPSOE dicen encerrarse, dicen que todo va a cambiar, dicen que va a contemplar los casos de las personas más desfavorecidas, dicen que arreglan el tema antes de final de año, dicen que las cosas no pueden seguir así. ¿Alguien les puede creer? ¿Hemos perdido el juicio político? Aunque así fuera, aunque ahora cambiaran la letra b de la página 67 en su nota a pie 423, ¿qué decir de todo el daño causado? ¿Habita en él el olvido?

Mas, el Mesías indepe, su partido, CiU, un partido de señoritos de clases altas y medias (y gentes confundidas). ¿Han dicho algo? ¿No tienen nada que decir? ¿Eso no va con el soberanismo y el amor a la tierra y «la voluntad del pueblo»?

¿Y los padres de doña Cristina, la esposa de don Urdangarin, el ex de Telefónica, la multinacional de la abyección donde cinco trabajadores siguen en huelga de hambre? ¿A él también le han desahuciado? ¿Le pilla lejos el tema? ¿El no interviene en política?

¿Quiénes son los responsables de este nuevo crimen, de los otros crímenes, de este inmenso lodazal de infamia e injusticia? Desde luego, esa civilización, esa cultura político-económica que cree natural la corrupción, la malversación de fondos, las desigualdades sociales aléficas, la explotación de las gentes, la marginación social de millones de trabajadores, la búsqueda del máximo beneficio como eje esencial de las empresas, de las entidades creadas por sus héroes -«los emprendedores»-, los átomos básicos de su ontología social criminal.

Pero hay más agentes, sin olvidarme -intento evitar «agudas» críticas de generalización apresurada y de vulgar economicismo- de la psicología de cada uno, de cada persona afectada, de cada «suicida». ¡Ja, ja, ja!),.

¿Qué agentes entonces? Por ejemplo: el responsable o responsables de la empresa que arrojaron al paro a la persona desesperada o algunos de sus familiares (no conozco, no soy capaz de conocer el caso de la mujer de Barakaldo). También, desde luego, algún responsable de «recursos humanos» formado en alguna universidad de prestigio que tiene además un master en alguna escuela renombrada de negocios. Los accionistas y los consejos de Administración que aprietan clavijas mientras gritan: más, más, más… Los botines insaciables de turno que pueblan nuestra geografía después de hacer provocado uno de las mayores crisis sociales de la historia del país de Machado., Cenuda y Martí i Pol. El antihumanismo nuclear del sistema. La cultura de la codicia y del sálvese quien pueda. El darwinismo ­¡pobre Darwin!- social imperante.

Hay otros agentes también. En segundo plano si se quiere. Nosotros mismos, yo mismo. Aquellos que no estallamos de rabia, de indignación, de no poder más, y no nos enfrentamos, en lucha permanente, en guerra de clases, no desatada por nosotros, a un sistema económico, a una civilización antagónica a la libertad, a la justicia y a la vida razonable y prudente. ¿No nos habló ya de ella Chaplin en «Tiempos modernos» hace más de 60 años? ¿Quedan dudas? ¿De qué?

¿Y por qué formamos parte de una u otra manera del actual estado de cosas? ¿Por ceguera, por inconsciencia, porque sacamos tajada? Acaso porque a algunos, por ahora, no nos va mal del todo, emitimos parole, parole, solo parole, y somos realmente el colchón que, en el fondo, para o acomoda los efectos de las agresiones criminales al «sistema».

Sin miedo a decirlo, para que nos oiga: vivir honestamente es vivir contra el Capital y construir otro mundo, que ya está en este, fuera de su mundo.

Tenemos ocasiones para practicar el tema. Cada día. No es justo ni consistente ni razonable vivir de otra manera.

¡Qué el 14N tiemblen las ciudades y las instituciones! ¡Que se hagan pipi encima! Nos sobran las razones para todo. Para todo. ¡A la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo! ¡Hasta arrojarlos en el mar! Sin miedo y sin vacilaciones. Todo está por hacer y todo es posible. ¿No nos contaron acaso que todo lo justo y lo racional es o debía ser real?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.