Mozambique está de enhorabuena. El descubrimiento de gas y posiblemente petróleo ha llevado al gobierno a afirmar que está vez sí, la llegada masiva de dinero se va a traducir en el desarrollo del país. Esta esperanzadora predicción contrasta con el destructivo legado de la industria de Gas y Petróleo en el Mundo. Nombres desgraciadamente […]
Mozambique está de enhorabuena. El descubrimiento de gas y posiblemente petróleo ha llevado al gobierno a afirmar que está vez sí, la llegada masiva de dinero se va a traducir en el desarrollo del país. Esta esperanzadora predicción contrasta con el destructivo legado de la industria de Gas y Petróleo en el Mundo. Nombres desgraciadamente famosos como Aceh (Indonesia) o el Delta del Niger (Nigeria) evocan muerte, violación de derechos humanos y desastre medioambiental. Nigeria es un caso interesante, el país 31 del mundo según su producto interior bruto, pero sólo el 167 en desarrollo humano. Esta disparidad es el resultado de un dato estremecedor: el 85% de las ganancias del petróleo acaban en las manos de, solamente, el 1% de la población.
Las empresas de petróleo tienen una gran capacidad para afectar negativamente a los Estados (que no pueblos) más débiles del continente Africano. Pero, ¿cómo es el proceso de llegada de éstas grandes compañías a países vulnerables? ¿Qué mecanismos articulan las empresas para cubrir con un aura de normalidad la conquista de una nueva frontera que explotar? ¿Qué transformaciones podrían alertar sobre la amenaza de otro episodio de abuso corporativo?
Para entender el impacto que la prospección, extracción y comercialización de gas y/o petróleo puede tener en un país de África como Mozambique, es necesario poner en perspectiva el poder de unos y otros.
Las empresas de Gas y Petróleo viven en un mundo aparte. Según Fortune Magazine, siete de las diez compañías mayores del mundo se dedican al negocio del gas y petróleo. De los seis primeros puestos, tan sólo el primero es ocupado por una compañía (Wal-Mart Stores) que pertenece a otro sector. Únicamente 23 países tienen un producto interior bruto comparable a los ingresos de Shell o Exxon Mobile las dos primeras petroleras del ranking. Tomando en cuenta las ganancias, ExxonMobil es de largo la empresa más poderosa con beneficios superiores a las economías de 93 países. Las suma de las ganancias de las 7 empresas de gas y petróleo más grandes del mundo (133 billones de dólares) son iguales al producto interior bruto combinado de los 42 países más pobres del mundo.
En el otro lado de la balanza está Mozambique, una nación con enormes deficiencias que la sitúan cómo cuarta más pobre del mundo en el 2011. El país cuenta con un partido hegemónico: Frelimo (Frente de Libertação de Moçambique), que se mantiene en el poder desde la independencia y sobrevivió la guerra fría, gracias a un cambio de bando justo a tiempo. Desgraciadamente ha heredado lo peor de los sistemas enfrentados en esta confrontación. Gracias a una estructura jerárquica y un Estado omnipresente, el comunismo otorgó a Frelimo la posibilidad de llegar a cada ciudad, aldea, barrio, casa y de permear todas las instituciones del país, ejerciendo un férreo control sobre la conciencia y consciencia de la población. El capitalismo trajo la obsesión por el lucro y la desaparición de cualquier tipo de proyecto nacional. La sociedad se descompuso en un agregado de individuos, cada uno con sus propios intereses y agendas. El resultado de esta combinación es una retórica caduca que envuelve una realidad terrible a través de una serie de máscaras que se ponen y se quitan dependiendo del interlocutor.
A los desafíos económicos y sociales del país se suma la existencia de un sistema político corrupto y unas organizaciones de la sociedad civil medio anestesiadas por la propaganda y el miedo al gobierno, medio instaladas en el confort de su propia autopreservación como clase. El resultado es un agujero negro de falta de gobernabilidad que crea las mejores condiciones para la llegada de las grandes transnacionales y su imperio del dinero.
¿Hasta donde llega la influencia de las compañías en Mozambique? Las primeras manifestaciones de su poder ya han empezado a aparecer. La negociación y contratos de explotación del gas (¿y petroleo?) han sido hasta la fecha secretos e instituciones nada sospechosas como el FMI o el Banco Mundial, con acceso a ellos, los han calificado de muy negativos para el país. Debido a este secretismo ni siquiera se sabe con certeza si las empresas han encontrado petróleo o no. Las petroleras Eni y Anadarko van a contratar decenas de miles de trabajadores extranjeros violando las cuotas de personal nacional a las que obliga la legislación laboral. Las consultas comunitarias e información sobre el programa de prospecciones sísmicas que dicha empresa lleva a cabo en comunidades del Norte del país han sido deficientes. La empresa nunca ofreció un espacio real de discusión. Además la traducción del inglés a la lengua local Muaní fue incorrecta (por ejemplo la palabra explosivos fue traducida como espuma) vulnerando una vez más lo exigido por la ley.
Cómo casi siempre en estos casos, son los más débiles los que sufren la vulnerabilidad a la que el Estado ha expuesto a los Mozambiqueños. Debido a las explosiones sísmicas ha disminuido la captura de pescado en las siete comunidades afectadas. La reducción de la pesca ha puesto en peligro su seguridad alimentaria. Peor aún, mientras los pescadores no han recibido compensación alguna por sus pérdidas, los establecimientos turísticos de la zona vieron compensados los días en que sus actividades marítimas no fueron posibles, sin tener siquiera que demostrar que realmente tenían programadas salidas. A esto se suma la destrucción medioambiental, con la muerte de peces, tortugas y delfines en un área que alberga ecosistemas marinos extremadamente sensibles.
Nada de esto consta para la empresa, que presentó una evaluación de impacto ambiental impecable. Impacto, la consultora que llevó a cabo la investigación concluyó que no hubo ningún costo social ni ambiental durante la fase de exploración sísmica. Sólo el trabajo comprometido de la organización medioambiental Justicia Ambiental ha sido capaz de desenmascarar a Anadarko e Impacto, poniendo de manifiesto las irregularidades cometidas y la inconsistencia de los estudios presentados con sus propias averiguaciones.
¿Cómo es posible tanto despropósito? El término políticamente correcto para explicar esta situación sería: conflicto de intereses. Sólo un ejemplo, uno de los principales accionistas de la consultora Impacto, la cuál realizo el estudio ambiental por encargo de Anadarko es el Director del área de Medioambiente y Relaciones Públicas de la propia compañía. El conflicto llega hasta las más altas esferas del gobierno. Las familias del presidente y otros altos cargos son accionistas de las compañías. Resulta sorprendente, pues, que en un sistema que se dice democrático, se pueda plantear el dilema de que la defensa del interés general vaya en contra del interés patrimonial de los gobernantes.
Incluso en el caso hipotético de que el gobierno tuviera una voluntad real de defender el interés general, la capacidad de influencia de las empresas de petróleo no puede ser minusvalorado. Sólo la empresa italiana ENI, la mayor de la compañías de petróleo presentes en Mozambique, planea invertir 50 billones de dólares en los próximos años. Esta cantidad es casi diez veces el presupuesto anual del Estado (5.4 billones de dólares), un músculo económico nada desdeñable en la mesa de negociaciones.
Así silenciosamente es cómo el gas y el petróleo se ha instalado desde el 2006 en Mozambique. Sin hacer ruido, sin levantar sospechas. Esperados por el pueblo como panacea a los males que aquejan este hermoso país. Concentrados en su verdadero cometido: continuar extrayendo del subsuelo el químico sustento energético de nuestras economías para canjearlo por su valor monetario. En Mozambique todavía esperan enterrados decenas de trillones de metros cúbicos de gas, y quien sabe si petróleo, para ser quemados y respirados por nuestros nietos.