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El despertar congoleño y el mercenarismo de los grandes lagos africanos

Fuentes: Umoya

«La historia nos enseña que el hombre no aprende de la historia» Michaëlle Jean La adversidad y la crisis tienen, paradójicamente, un lado positivo. Despiertan la imaginación, la creatividad y la inventiva cuando las encabezan mentes despiertas. Entre un mundo moribundo y otro naciente, cada vez más patriotas y resistentes congoleños se alzan. Cada vez […]

«La historia nos enseña que el hombre no aprende de la historia» Michaëlle Jean

La adversidad y la crisis tienen, paradójicamente, un lado positivo. Despiertan la imaginación, la creatividad y la inventiva cuando las encabezan mentes despiertas. Entre un mundo moribundo y otro naciente, cada vez más patriotas y resistentes congoleños se alzan. Cada vez más jóvenes se politizan. Aunque sean minoritarios o infravalorados, están ahí. Usan el sentido común y cada vez se dan más cuenta de que la «segunda independencia», la «liberación» y la «soberanía» prometidas por el «conglomerado de aventureros» creado por Uganda, Ruanda y sus padrinos anglosajones no han sido más que un señuelo.

Estos jóvenes minoritarios y/o infravalorados constituyen, poco a poco, redes que trabajan en colaboración con sus mayores y con los demás «ascetas de lo provisional». Se han tomado el tiempo de estudiar y comprender algunas implicaciones reales de la guerra perpetua, racista de depredación y de baja intensidad librada contra su país natal.

El enemigo no ha perdido su combatividad ni su maldad.

A la vez que apoyo este despertar, creo que nuestros jóvenes deberían prestar atención a Frantz Fanon cuando escribe lo siguiente: «Nuestro error, de los africanos, es haber olvidado que el enemigo nunca recula sinceramente. Nunca lo hace. Cede, pero no cambia. Nuestro error es haber creído que el enemigo había perdido su combatividad y su maldad». Deberían estudiarse meticulosamente todas las palabras y verbos de esta cita. Nuestros jóvenes deberían saber que «el enemigo del Congo-Kinshasa puede ceder, pero no cambiar».

«Emmanuel Macron», escribía el periodista de investigación Pierre Péan, «ya ha manifestado que prefería a Louise Mushikiwabo, la Ministra de Asuntos Exteriores ruandesa. Con esta elección, el presidente envía un mensaje muy ‘francoafricano’ a los dirigentes francófonos del continente. En primer lugar, les dice, de forma muy paternalista, lo que hay que votar. Ante todo les dice que pueden menospreciar a su pueblo sin vergüenza, pisotear los derechos humanos, amañar las elecciones ‒el programa de Paul Kagame en las dos últimas décadas. Y que estas violaciones no ponen en duda el apoyo incondicional de Francia».

Desde el asesinato de Lumumba, utiliza mercenarios, élites transnacionales compradoras y otros «negreros modernos» para dañar la vida y la dignidad de las hijas e hijos de nuestro pueblo. Dichos mercenarios son «transnacionales», lo cual quiere decir que constituyen una red en cuyo seno trabajan conjuntamente hombres y mujeres de diversas naciones a la vez. Congoleñas y congoleños incluidos. Al igual que ayer, se hallan al servicio de la oligarquía plutocrática, de las trans y de las multinacionales. Ayer, tras las elecciones democráticas de mayo de 1960 y la designación del nuevo Estado soberano por parte de las autoridades, la Unión Minera de Alto Katanga y determinadas multinacionales europeas hicieron de Katanga, en el mes de julio de 1960, un Estado secesionista. Su presidente, Moise Tshombe, era un «hombre incondicional». Un tal René Faulques, de origen francés, participó en la reestructuración de «la gendarmería katanguesa creando unidades móviles bajo el control de mercenarios» (J. ZIEGLER, Hay que cambiar el mundo, 2018). Bob Denard y Jean Schramme son los más mencionados de esa época.

Sería ingenuo pensar que esta práctica ha desaparecido de nuestro país y de la subregión de los Grandes Lagos africanos. No. «El enemigo no ha perdido su combatividad ni su maldad». El hecho de que una guerra de depredación y de baja intensidad haya estallado en esta parte de África en la década de 1990 es prueba de ello. Y mientras que sí hubo un Tribunal Penal Internacional para Ruanda, todavía no lo ha habido, hasta la fecha, para el Congo-Kinshasa. Los informes Gersony (1994), Kassem (2002) y Mapping (2010), pese a sus limitaciones, describen y detallan la tragedia congoleña sin obtener de la ONU, que los puso en marcha, un inicio de justicia justa para el Congo-Kinshasa.

«El enemigo puede ceder, pero nunca cambiar» y esta guerra le ha permitido crear «pequeños Estados fallidos y mercenarios», como Uganda y Ruanda, para mantener el caos perpetuo en el corazón de África. Ejemplos de ello son las fosas comunes de Beni, Congo Central, Maluku y Kasai; las últimas masacres de cristianos en Kinshasa; las detenciones arbitrarias y extrajudiciales; el problema de la distribución de tierras en Mbobero, etc. Además, facilita la infiltración de miembros de estos dos países en varias instituciones y organizaciones calificadas de internacionales, hasta el punto de despertar la envidia de los congoleños e incitarles a «alabar esta estratagema» (Jean Ziegler explica claramente este modus operandi en el libro mencionado anteriormente). La designación de Louise Mushikiwabo, «anglófila», como líder de la «francomanía» debería considerarse en este contexto general de mercenarismo y uso comercial del francés. Durante su mandato, François Hollande pidió a su asesor, Jacques Attali, que elaborara un estudio que contribuyese a esta instrumentalización neoliberal del francés.

La designación de Louise Miushikiwabo, «anglófila», como líder de la «francomanía» debería considerarse en este contexto general de mercenarismo y uso comercial del francés. Durante su mandato, François Hollande pidió a su asesor, Jacques Attali, que elaborara un estudio que contribuyese a esta instrumentalización neoliberal del francés.

Esta designación podría interpretarse como un mensaje (y/o un aviso). Sucedió después de que Emmanuel Macron manifestara «su preferencia». «Emmanuel Macron», escribía el periodista de investigación Pierre Péan, «ya ha anunciado que prefería a Louise Mushikiwabo, la ministra de Asuntos Exteriores ruandesa. Con esta elección, el presidente envía un mensaje muy ‘francoafricano’ a los líderes francófonos del continente. En primer lugar, les dice, de manera muy paternalista, lo que hay que votar. Ante todo les dice que pueden menospreciar a su pueblo sin vergüenza, pisotear los derechos humanos, amañar las elecciones – el programa de Paul Kagame en las dos últimas décadas. Y que estas violaciones no ponen en duda el apoyo incondicional de Francia». (P. PEAN, «Le document qui accuse le régime», en Marianne, nº 1124, del 28 de septiembre al 4 de octubre de 2018, p. 18). Al haber escrito La République des mallettes. Enquête sur la principauté française de non-droit (La República de los maletines. Investigación sobre el principado francés de la anarquía), Pierre Péan sabe que Macron no es más que el heredero de una antigua tradición de apoyo francés a dictadores y otros mercenarios.

Sin embargo, a través de lo que escribe, Pierre Péan envía un mensaje a los compatriotas congoleses, partidarios del «país de los derechos humanos» y dispuestos a ir a las elecciones «trampa para tontos» con un «caballo de Troya» para Paul Kagame. Algunos asistieron con este último a una «cena de negocios» en Londres. Otros fueron a hacerse un «selfie» con Museveni, dando así la impresión de que apoyan esta «política de mercenarios». Normalmente, evitan contestar a cualquier pregunta ya que no quieren que se les pidan explicaciones. O bien quieren, a su vez, convertirse en mercenarios, o bien a pesar de llevar traje y corbata no entienden nada sobre la «fabricación de ayudantes» de la oligarquía plutocrática.

Todos parecen estar de acuerdo con Michaëlle Jean cuando dice que «la historia nos enseña que el hombre no aprende de la historia».

En mi opinión, nuestros jóvenes no deberían imitarlos, es más, deberían forzar el debate sobre esta historia que estos compatriotas, sus aduladores y aclamadores, querrían evitar. Cada vez más, fanáticos, persiguen a compatriotas, deseosos por arrojar luz sobre «los selfies» y «las cenas de negocios» en el extranjero. Como partidarios del «Tshididi», quieren guiar a aquellos y aquellas que, sin saberlo, benefician «la esencia de una política sana» como arte de participar en la educación (humanista y progresista) de su comunidad y/o ciudad «mediante la palabra, los actos y el tiempo». Dicho arte tiene sus principios. Implica la participación de los ciudadanos en el debate, la deliberación y la toma de decisiones sobre lo común, la «res pública». La meta de esta lucha ciudadana es el debate pacífico.
Por Jean-Pierre Mbelu

Babanya Kbudi, generación de Lumumba 1961

http://www.ingeta.com/leveil-congolais-et-le-mercenariat-dans-les-grands-lacs-africains/

Traducción de Ana Afonso Fernández y Andrea Méndez Segovia

Fuente: https://umoya.org/2018/10/26/el-despertar-congoleno-y-el-mercenarismo-de-los-grandes-lagos-africanos/