Se ha demostrado que el diálogo nacional abre la puerta para la resolución de los conflictos de larga duración y debería ser adoptado por los países de la Región de los Grandes Lagos para enfrentarse a las profundas causas del conflicto en el este de la RDC.
Un enfoque no militar para traer la paz al este de la RDC va ganando terreno en el ámbito regional y en las Naciones Unidas.
En mayo de 2021, expertos de los países de la región de los Grandes Lagos, Burundi, RDC, Ruanda, Tanzania y Uganda, tuvieron la loable iniciativa de lanzar el Grupo de contacto y coordinación (GCC) para la puesta en pie de medidas no militares a fin poner fin al conflicto en las provincias del este de la RDC. La creación de este grupo respondía a la necesidad de un enfoque no militar para completar la acción militar contra los grupos armados ilegales. Las medidas no militares del GCC incluyen la puesta en marcha permanente de programas de desarme, de desmovilización y reintegración (DDR) para los excombatientes.
En la reunión de octubre de 2021 sobre la situación en la Región de los Grandes Lagos (RGL), el Consejo de seguridad de las Naciones Unidas elaboró cinco líneas de acción para renovar su compromiso de apoyo a la paz, entre las que figuraba el enfoque no militar propugnado por el GCC.
Desde abril de 2022, se han celebrado diferentes cónclaves de jefes de Estado en Nairobi sobre la situación en RDC. Una de las conclusiones de estas reuniones es que tenga lugar lo más rápidamente posible un diálogo consultivo entre los dirigentes de la RDC y los representantes de los grupos armados locales. Estas consultas han comenzado, pero al mismo tiempo, el grupo armado M23 ha relanzado los combates. Esto ha empujado al gobierno congoleño a excluirlo de los diálogos, al considerarlo como grupo terrorista.
A la vista de la intensificación de los combates, que una vez más ha arrojado a miles de congoleños hacia el exilio, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, ha abogado porque una Fuerza regional de África del este sea desplegada inmediatamente en las provincias de Ituri, Kivu-norte y Kivu-sur para estabilizar la región y restablecer la paz. Esta propuesta es la consecuencia de la decisión del segundo cónclave de jefes de Estado, según la cual los grupos armados extranjeros deben desarmarse y regresar sin condiciones e inmediatamente a sus respectivos países de origen. Los que no lo hagan serán considerados como fuerzas negativas y tratados militarmente por una fuerza regional puesta en marcha al efecto.
Aunque loables, las iniciativas militares y no militares que se han emprendido no permitirán, solo ellas, atacar las profundas causas del conflicto en la región de los Grandes Lagos, particularmente en el este de la RDC.
Las Naciones Unidas reconocen que las causas profundas del conflicto en el este de la RDC están ligadas a quejas/agravios históricos que se remontan a la época colonial y a la época posindependencia y están relacionadas con la exclusión del acceso a la tierra, al poder y a los recursos de la región de los Grandes Lagos. Además de esas causas históricas, se ha constatado que las debilidades de la gobernanza, así como la limitada autoridad o ausencia del Estado tienen un impacto sobre la protección de los derechos humanos y dificultan los esfuerzos en pro de un reforzamiento del Estado de derecho en algunos países de la región. Esta situación ha alimentado la corrupción y ha contribuido a la impunidad de los autores de graves crímenes, concretamente de crímenes contra la humanidad. En consecuencia, grupos armados locales y grupos de origen extranjero – comisionados por los países vecinos de la RDC – han podido generar la inseguridad en el este de la RDC. Si bien la ONU ha identificado a los grupos armados como uno de los principales factores de la inestabilidad, no los reconoce como la causa primera de la inseguridad. En efecto, la explotación y comercialización ilícitas de los recursos naturales del este de la RDC han permitido a los grupos armados financiar sus operaciones, con la complicidad de actores locales y exteriores, incluyendo a los países vecinos de la RDC, tal y como ha señalado el Grupo de expertos.
Teniendo en cuenta cuanto precede, no se ve tanto cómo un enfoque únicamente militar que se concentre en los programas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) de excombatientes, como un enfoque únicamente militar de combatir los grupos armados extranjeros en suelo congoleño, podrían contribuir a afrontar las causas fundamentales del conflicto en el este de la RDC, ya que su origen está en las debilidades de la gobernanza en todos los países de la región de los Grandes Lagos. El problema de la mala gobernanza es un factor fundamental en la situación y, en consecuencia, debe ser resuelto para alcanzar una paz duradera.
Por otra parte, si bien las consultas entre los dirigentes de la RDC y los representantes de los grupos armados son loables, debe reconocerse que la paz en el este de la RDC seguirá siendo irresoluble si las causas profundas del conflicto no son abordadas, a saber, la exclusión en el acceso a la tierra, al poder y a los recursos, así como la mala gobernanza, y, sobre todo, si los Estados vecinos no juegan eficazmente su papel. En efecto, la RDC no es la única responsable de los conflictos; los problemas internos de los países vecinos han contribuido también a alimentar el conflicto en la región. La presencia de grupos armados extranjeros en el este de la RDC, cuya intención es utilizar la fuerza para derrocar a los dirigentes de su país de origen, así como la presencia de grupos armados locales que servirían de apoyo y complicidad, muestran que, sin el compromiso de sus vecinos, la paz no reinará en el este de la RDC.
Además, en el pasado, ha existido una cooperación militar entre los países de la RGL contra los grupos armados. Sin embargo, la eficacia de esta cooperación ha sido regularmente cuestionada, concretamente porque las operaciones se han caracterizado por un recrudecimiento de las violaciones de los derechos humanos, por la proliferación de grupos armados y por una persistente inseguridad. La manera como una fuerza de los países africanos del este va a enfrentarse a los grupos armados extranjeros que están en suelo congoleño, algunos de los cuales están ahí para servir a los intereses de su país, es oscura.
Dado que los grupos armados constituyen uno de los motores – si no la causa primera – de Seguridad de la ONU por medio del enviado especial de las Naciones Unidas, en favor de una estrategia política que ataque las causas estructurales de los conflictos. La paz y la seguridad de la región, en consecuencia, no dependen solamente del desarme y de la repatriación de grupos extranjeros, sino y sobre todo de una solución política global.
La paz en la subregión seguirá estando amenazada en tanto no se encuentre solución apropiada al grave contencioso inter-ruandés, que constituye el principal foco del incendio que asola actualmente la región de los Grandes Lagos. Ruanda justifica su injerencia en la RDC por la presencia de grupos armados que amenazarían su seguridad.
Para evitar una situación en la que los síntomas del problema sean tratados ignorando las causas reales y para alcanzar una paz duradera en el este de la RDC, es necesario un diálogo en dos niveles. En el primer nivel, una conferencia regional plenamente inclusiva que agrupe a todos los actores políticos y de la sociedad civil para poner en marcha una duradera política de buena vecindad. En un segundo nivel, los diferentes componentes políticos de la sociedad (actores políticos, sociedad civil y otros) de cada país deben ponerse de acuerdo, igualmente, en pro de un mejor sistema de gobernanza y en favor de reglas de gestión del poder político, sentando las bases institucionales que den seguridad a todos y cada uno. Este proceso debería culminar en la renovación democrática de los pueblos reconciliados en la que la ciudadanía sea una realidad tanto en las instituciones como en todos los sectores de la vida de cada país de la subregión. Esto eliminaría los problemas sociales, económicos y políticos internos que conducen a los ciudadanos de los países vecinos de la RDC a formar grupos armados en el interior del Congo para combatir los gobiernos de sus países de origen. Se ha demostrado que el diálogo nacional abre la vía a la solución de los conflictos persistentes.
La comunidad internacional, las Naciones Unidas y los miembros del Grupo de contacto sobre la región de los Grandes Lagos deberían igualmente jugar su papel. En diciembre de 2020, el Consejo de seguridad adoptó una nueva estrategia para la consolidación de la paz, la resolución de conflictos y la prevención de los mismo en la RGL. Estrategia que afirma que un diálogo eficaz y mantenido entre los ciudadanos es esencial para favorecer la confianza, tratar las quejas o agravios subyacentes y facilitar las acciones en favor de la paz, estabilidad y prosperidad. Por ello, los miembros del Consejo deberían apoyar un diálogo nacional plenamente inclusivo para afrontar las debilidades de la gobernanza en cada país de la RGL, que son una causa profunda de los conflictos en el este de la RDC. En el marco de su partenariado con los Estados miembros de la RGL y de África del este, los EEUU, Reino Unido, la Unión Europea, deberían incluir en sus planes de acción impulsar un diálogo altamente inclusivo en cada uno de los países.
Victoire Ingabire Umuhoza, Presidenta del Partido opositor ruandés DALFA-Umurinzi).
Texto original: www.therwandan.com/fr/
Traducción: Juan Luis Iribarren