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El encubrimiento de los crímenes de la guerra colonial británica durante la rebelión Mau-Mau de Kenia en los años 50

Fuentes: Black Agenda Report

Traducido para Rebelion por Mariola y Jesús María García Pedrajas

La manipulada por Occidente Corte Penal Internacional (CPI), que ha acusado únicamente a líderes africanos, intenta dar al mundo la impresión de que la barbarie se abatió sobre el continente cuando los colonialistas blancos se marcharon. Sin embargo, cuatro ancianos kenianos luchadores por la libertad «Mau Mau», que exigen reparaciones, están forzando a Gran Bretaña a reconocer el salvajismo de los soldados y colonos blancos. «La generación de africanos que luchó contra el colonialismo está muriendo sin el reconocimiento a su lucha y a su sufrimiento a manos del colonialismo racista.»

«En el momento álgido de la revuelta, se estimó que 1,5 millones de kikuyus y otros grupos kenianos habían hecho un juramento de unidad para luchar contra los colonos blancos y el dominio colonial.»

A primeros de abril de 2011, cuatro ancianos kenianosi – tres hombres y una mujer – comparecieron ante el Tribunal Supremo en Londres, para acusar a Inglaterra de tortura sistemática durante su asedio de los llamados «Mau Maus» y demandar indemnizaciones por el tratamiento del que fueron objeto. Uno de los hombres fue castrado por las fuerzas del gobierno colonial en Kenia. Esposado y empujado contra el suelo con sus piernas abiertas, sus genitales fueran seccionados por los oficiales blancos. Lo dejaron después durante días sin atención médica hasta que fue liberado por los rebeldes kenianos. La mujer demandante fue sometida a tortura sexual. Soldados blancos insertaron de forma repetida botellas de agua hirviendo en su vagina. Además de estos casos, miles de kenianos fueron mutilados, linchados y brutalmente asesinados por los británicos durante el último siglo. Otros miles fueron sometidos a violaciones, trabajos forzados, y graves abusos y torturas en campos de detención. Fue parte de una política deliberada del gobierno británico colonial para desarticular una población civil a la que se presentaba como «babuinos,» «bárbaros,» y «terroristas» y a la que se veía como una amenaza al orden colonial en África oriental.

El nombre adecuado para las fuerzas de liberación que lucharon contra el colonialismo británico y la apropiación de tierras en el África oriental era Ejército de la Libertad y la Tierra de Kenia.ii El movimiento fue llamado burlonamente «Mau Mau» por la maquinaria de propaganda británica en un intento de representar a estos luchadores por la libertad africanos como un culto tribal primitivo y anti-blanco. Contrariamente a esto, el difunto C.L.R. James describió el movimiento como «un cuerpo ad hoc de creencias, juramentos, disciplinas, creado expresamente con el propósito de aunar y fortalecer la lucha contra el imperialismo británico, su dominación económica, política y militar y, en particular, el cristianismo que buscó inyectar e imponer.» Y fue la tierra y los colonos blancos, no creencias «tribales» africanas lo que estaba en el centro de la llamada revuelta «Mau Mau» contra el colonialismo británico.

«El movimiento fue llamado burlonamente ‘Mau Mau’ por la maquinaria de propaganda británica en un intento de representar a estos luchadores por la libertad africanos como un culto tribal primitivo y anti-blanco.»

La invasión colonial de la Kenia central empezó a finales de los años 80 del siglo XIX. Se formalizó a través de la conquista militar, particularmente sobre el grupo étnico más numeroso, los kikuyu, a la vez que sobre los embu y los meru. Para 1903, el gobierno colonial británico envió oleadas de colonos blancos, desde Sudáfrica e Inglaterra, con la esperanza de crear otro «país del hombre blanco» en Kenia. Robaron entre 60.000 y 1 millón de acres de tierra, asentando a los blancos en las regiones más fértiles con los climas más frescos – un área a la que finalmente llamaron las «Highlands Blancas.» Para cuando Kenia empezó a existir como colonia en 1920, más de 10.000 blancos se habían asentado en el 25% del mejor territorio de Kenia. Al mismo tiempo, la población africana, principalmente pero no solamente los kikuyus, fueron empujados a reservas o forzados a trabajar como aparceros. Entonces, a través de los impuestos de sufragio y de cabaña (1), las restricciones de movimientos a través de la expedición de kipandes (pases de identidad), y limitaciones a la producción agrícola, los africanos se vieron sistemáticamente atrapados en el sistema colonial keniano racista. Añadan a esto el poder cada vez mayor de los colonos blancos y los misioneros cristianos, y Kenia estaba lista para una revolución.

Aunque todos los grupos étnicos se vieron afectados por la expulsión de sus tierras y apropiación colonial británica, los kikuyus las sufrieron de forma más aguda. No tomaron a la ligera el gran robo de tierras. Cuando, en 1943, el gobierno colonial amenazó a grupos de kikuyus con una nueva expulsión de sus tierras, decidieron actuar. Su lucha comenzó con una abierta resistencia pasiva pero se radicalizó rápidamente. Facciones del movimiento iniciaron ataques armados de guerrilla contra las propiedades de los colonos blancos y africanos que apoyaban al régimen británico. En el momento álgido de la revuelta, se estimó que 1,5 millones de kikuyus y otros grupos kenianos habían hecho un juramento de unidad para luchar contra los colonos blancos y el dominio colonial. Se les respondió con una brutal represión armada. A finales de 1952, el gobernador colonial de Kenia declaró un estado de emergencia. El gobierno colonial estableció e impuso castigos comunales, toques de queda, esquemas para confiscar las propiedades africanas, censura para las publicaciones, detención sin juicio, control de los mercados africanos, migraciones forzosas, y detenciones en campos de trabajo.

«Cuando el gobierno colonial levantó el estado de emergencia, alrededor de 90.000 kenianos habían sido ejecutados, mutilados, o torturados, mientras que 160.000 eran mantenidos en campos de detención.»

Para finales de 1954 se dijo que la revuelta había sido derrotada militarmente por el ejército británico, pero el estado de emergencia no fue levantado hasta 1960. Durante los seis años de intervalo, la lucha Mau Mau continuó mientras el gobierno colonial británico establecía un estado terrorista. El asalto contra los africanos continuó a través de la campaña de arrestos y liquidación del supuesto liderazgo «Mau Mau», y los campos de detención, prisiones y los «pueblos de emergencia.» Los británicos se centraron fundamentalmente en forzar al pueblo kikuyu a renunciar a su juramento de unidad por los medios más brutales. Según la Comisión de Derechos Humanos de Kenia, cuando el gobierno colonial levantó el estado de emergencia, sobre 90.000 kenianos habían sido ejecutados, mutilados, o torturados, mientras que 160.000 eran mantenidos en campos de detención. Otros han argumentado que el número fue mayor. Lo que está bien documentado es como los funcionarios coloniales no tenían rival en su brutalidad. Castraron y abusaron sexualmente, mataron de hambre y mutilaron a los detenidos para forzar a los supuestos juramentados a que confesaran. Usaron electrochoques, cigarros y fuego, botellas rotas, cañones de armas, navajas, serpientes, bichos, y huevos calientes fueron introducidos en el recto de hombres y la vagina de mujeres. El asalto solo se terminó cuando la población kikuyu fue casi diezmada físicamente y rota sicológicamente.

Si no fuera por el caso legal abierto contra el gobierno británico por los cuatro kenianos supervivientes, no sabríamos del tesoro oculto de archivos coloniales secretos que documentan la naturaleza sistemática de su tortura de africanos. La generación de africanos que luchó contra el colonialismo está muriendo sin el reconocimiento a su lucha y a su sufrimiento a manos del colonialismo racista. En el contexto actual donde los africanos, a través de organizaciones tales como la CPI, son presentados y señalados como los grandes suministradores de «crímenes contra la humanidad,» merece la pena recordar el corrupto trabajo de los europeos en África. Las demandas de reparaciones pueden empezar con cuatro ancianos kenianos viajando al viejo centro del imperio británico, pero el archivo colonial seguramente documenta crímenes contra los herero, los congoleños, y muchas otras víctimas del colonialismo europeo. No deberíamos olvidar sus luchas.

Notas

i Wambugu Wa Nyingi, Jane Muthoni Mara, Paulo Nzili, y Ndiku Mutwiwa Mutua.

ii Para más información sobre el tema se puede consultar: C. L. R. James, A History of Pan-African Revolt (1995); Caroline Elkins, Britain’s Gulag: The Brutal End of Empire in Kenya (2005); Cora Presley, Kikuyu Women, the Mau Mau Rebellion, and Social Change in Kenya(1992); Gerald Horne, Mau Mau in Harlem? The U.S. and the Liberation of Kenya (2009)

    (1) El hut tax, impuesto de cabaña, fue un tipo de impuesto introducido por los colonialistas británicos en África a pagar por cada hogar o familia. Era pagado de forma variable en dinero, trabajo, grano o ganado y beneficiaba a las autoridades coloniales de cuatro formas relacionadas: recaudaba dinero; servía de apoyo a la moneda; extendía la economía basada en el dinero, ayudando a un mayor desarrollo y/o explotación; y forzaba a los africanos a trabajar en la economía colonial. Los hogares que habían vivido de la cría de ganado, y almacenaban en esta forma su riqueza, tenían ahora que enviar miembros de la familia a trabajar para los colonialistas para conseguir dinero con el que pagar el impuesto. La economía colonial dependía del trabajo de los africanos negros para construir nuevas ciudades y vías férreas, y en el sur de África para trabajar en las minas que se desarrollaban rápidamente.

Enlace artículo original: http://www.blackagendareport.com/content/colonial-war-crimes-africa