Cuando el pasado 14 de agosto constatamos el colapso del bipartidismo estadounidense casi nadie parecía tomar en serio esta constatación y sus consecuencias planetarias cataclísmicas. Hoy, es decir sólo dos meses después y menos de tres semanas antes de la elección presidencial del 8 de noviembre, este colapso no sólo salta a la vista, sino […]
Cuando el pasado 14 de agosto constatamos el colapso del bipartidismo estadounidense casi nadie parecía tomar en serio esta constatación y sus consecuencias planetarias cataclísmicas. Hoy, es decir sólo dos meses después y menos de tres semanas antes de la elección presidencial del 8 de noviembre, este colapso no sólo salta a la vista, sino que además podemos constatar algo bastante más importante y… prometedor: ¡La crisis política y social de la democracia (burguesa) norteamericana, la más importante al menos desde la época del gran crac de 1929, una crisis que podría conducir próximamente a explosiones sociales y transformaciones políticas de dimensiones históricas!
He aquí muy someramente de qué se trata. A primera vista, hace meses que asistimos a un fenómeno sin precedentes: ¡El rechazo de dos candidatos a la Casa Blanca por la gran mayoría de sus compatriotas, incluidas/os quienes van a votar a regañadientes! Aunque este «fenómeno» es único en la historia del país, hay que constatar que la actual realidad norteamericana es de ahora en adelante bastante… peor.
Esta «realidad bastante peor» se reveló a ojos de todo el mundo hace algunos días, cuando asistimos a la ruptura del Partido Republicano con su candidato Donald Trump, ¡lo que llevó a los medios estadounidenses a hablar de una «guerra civil» en el seno de la derecha norteamericana! No podemos predecir cuál será la evolución de la carrera política de Trump, pero a partir de ahora está claro que su candidatura ha desencadenado algo cataclísmico que le supera y que, aparentemente, estaba en gestación desde hacía tiempo en esta sociedad estadounidense en ebullición: ¡El nacimiento de un movimiento de masas extremadamente reaccionario, oscurantista, racista, aislacionista y misógino con rasgos fascistas pronunciados!
Aunque tal cosa haya tenido precedentes en la historia de EEUU, lo que hace el «fenómeno» actual único es su carácter de masa combinado con el enorme descrédito del Partido Republicano a ojos de su tradicional base electoral. En el campo contrario, entre los Demócratas, la situación no pinta mucho mejor, aunque a primera vista todas/os parezcan unidas/os detrás de la señora Clinton.
En efecto, el hecho de que Hillary Clinton no llegue nunca a despegar en las encuestas aunque tenga en frente a un Donald Trump que hace todo lo posible por aparecer monstruosamente repugnante, da idea de las dimensiones del problema que afronta la favorita de Wall Street y del establishment del Partido Demócrata. Por cierto, todo esto no sorprende porque desde hace algunos meses sabemos muy bien que la candidatura de Clinton puede pinchar porque ella misma encarna todos los avatares, las perversiones y los crímenes del establishment contra el cual está a punto de rebelarse la mayoría de los ciudadanos americanos…
Así pues, dado que incluso si ella es elegida, Clinton no va a disponer de un periodo de gracia ya que estará obligada a representar a un establishment estadounidense dividido y en crisis como nunca antes, podemos razonablemente prever que su presidencia se va a enfrentar a toda clase de enormes problemas por los fenómenos de extrema polarización que caracterizan a partir de ahora a la sociedad americana, pero también por la existencia de un movimiento popular de masas bien radical que contesta al poder absolutista de la oligarquía económica estadounidense. En tal situación -y atmósfera- de crisis aguda, todo dependerá pues de la capacidad del movimiento de masas de poner sobre el tablero sus propias propuestas y soluciones alternativas. En otras palabras, de su capacidad para crear e imponer una correlación de fuerzas que haga inclinarse la balanza social en favor de trabajadoras/es, minorías oprimidas, antirracistas, de izquierda y de los sindicatos.
Como se podía esperar, la decisión de Bernie Sanders de apoyar a Hillary Clinton hace que el enorme movimiento creado y crecido durante su campaña electoral pierda mucho fuelle. Sin embargo, la crisis profunda de los de arriba y de su sistema ayudando, este movimiento nunca ha dejado de existir y ha podido transformarse, dando incluso saltos cualitativos en pleno verano y mientras que que el enfrentamiento Clinton-Trump monopolizaba la actualidad en los medios de EEUU.
He ahí pues por qué conocemos con antelación el cuadro general pero también a los protagonistas del próximo gran enfrentamiento social y político que marcará los próximos años en EEUU. Para empezar, el cuadro general se sitúa tanto en el interior como en el exterior del Partido Demócrata, ya que los partidarios de Bernie Sanders están divididos sobre la cuestión de la posibilidad de reformar este partido. De todas formas, tanto quienes esperan aún reformar este partido como quienes no tienen ninguna ilusión, están toda/os de acuerdo en mantener su unidad y colaborar estrechamente cuando se trate de llevar a cabo las luchas reivindicativas. De hecho, incluso quienes han seguido fielmente las instrucciones de Sanders, no se han limitado a volver al redil del Partido Demócrata. Han creado algo que se parece como dos gotas de agua a un movimiento o a una organización independiente y que se llama «Our Revolution» (Nuestra Revolución), dejando a los próximos acontecimientos la tarea de decidir si esta estructura organizativa fresca evolucionará o no hacia el célebre «Tercer Partido» de masas…
La imagen es aún más clara en lo que concierne a la/os protagonistas del enfrentamiento que se dibuja ya en el horizonte visto que éste… ya ha comenzado. Lo primero que impresiona es que este enfrentamiento tendrá lugar en distintos frentes, será global, general. Es decir, que será tanto ideológico y social como -al mismo tiempo- político y económico, dado que incluye la lista siguiente, en absoluto exhaustiva, de luchas sociales ya en curso: La lucha de masas de las Naciones Indígenas, unidas como nunca desde hace siglos, contra los gigantes del petróleo y los bancos que financian la construcción del oleoducto que atraviesa sus tierras y que amenaza directamente con contaminar el agua del río Missouri del que beben. La lucha antirracista en curso de la/os Afro-Americana/os, que ha desembocado en el nacimiento de la organización nacional de masas Black Lives Matter, que representa un enorme salto cualitativo, al atacar a las raíces económicas y sociales de la opresión racial. La lucha de las minorías raciales y nacionales oprimidas (Afro-Americana/os, Latina/os, Asiática/os,…) contra los «símbolos» de sus opresores (himno nacional, bandera, etc.). La lucha prolongada de masas de millones de trabajadores pobres e infrapagados por el aumento del salario mínimo de 8 a 15 dólares la hora y el levantamiento de obstáculos a la lucha sindical y la creación de sindicatos. La lucha de ciudadanos de origen latino-americano por la legalización de 13 millones de trabajadora/es sin papeles que viven en EEUU. Y también, las luchas de cientos de miles de veterana/os de la armada americana indigentes que se suicidan cada año a millares. Las mujeres que defienden derechos adquiridos en décadas pasadas por sus luchas y amenazados hoy directamente por la ofensiva oscurantista y reaccionarios. La lucha de la/os esclava/os de estos tiempos modernos que son la/os casi 2,5 millones de prisionera/os que llevan a cabo desde hace cuatro semanas la primera huelga general en las cárceles (gran parte de ellas privadas) de EEUU. Decenas de millones de ciudadana/os que demandan cambiar radicalmente y ya el sistema político antidemocrático y corrompido. Toda/os la/os cada vez más numerosa/os que luchan contra la industria fósil y su papel determinante en la catástrofe climática. Y evidentemente las luchas de las jóvenes generaciones llamadas «Millennials», que declaran en su gran mayoría… socialistas, rechazan el capitalismo y definen como su primera prioridad la redistribución de la riqueza. No hace falta recordar que todas estas luchas y todas estas resistencias movilizan a cientos de miles de ciudadana/os norteamericana/os y son apoyadas por otras decenas de millones más. (1)
Pero, atención: En nuestro mundo actual, no hay acontecimientos «ineluctables» ni evoluciones históricas «inevitables«. El desarrollo, la maduración, la orientación y la victoria final de este gran movimiento popular norte-americano en curso de formación depende -también- del apoyo concreto y de hechos que la izquierda política y sindical europea sepa ofrecerle. Sin olvidar que esta izquierda europea tiene además todo el interés en ligar su suerte a la del movimiento norte-americano, ya que la locomotora que es este movimiento americano radical y de masas puede, como ningún otro en el mundo, tirar de ella y hacerle salir de la ciénaga de la derrota y del descrédito en la que está hundida hoy
Así pues, que la izquierda política y sindical europea deje de desinteresarse escandalosamente por lo que pasa en EEUU y que se apresure -por fin- a incluir en sus planes al movimiento popular norteamericano y sobre todo, a ponerse en contacto lo antes posible con él para (co)organizar luchas comunes y tomar iniciativas comunes de envergadura a la altura de los retos de nuestros tiempos tan difíciles. ¡Y todo esto por la razón de peso suplementaria de que, según todos los índices existentes, no sólo nuestra suerte, sino también la de este planeta dependerá, prioritariamente, del desenlace final de la lucha de clases en el corazón de la superpotencia mundial, en el interior de los Estados Unidos de América!
Notas
1. Para una información de primera mano rica, detallada y diaria sobre todo lo que pasa en EEUU y que interesa a los movimientos sociales y la izquierda norteamericana, está el Facebook » Europeans for Bernie’s Mass Movement « : https://www.faceb
Traduccion: Fátima Martín
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.