Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Introducción del editor de TomDispatch
Después de casi dos meses en suspenso y la pérdida (posiblemente temporaria) de su guerra aérea de
Todo suena muy limpio. El año pasado, hubo 75 ataques limpios de ese tipo, 303 desde 2004, que posiblemente mataron a miles de __s en esas áreas fronterizas. De hecho, el mundo de la muerte y la destrucción siempre tiende a parecer limpio y «preciso» si se guarda la distancia, si uno se queda en el cielo como los implacables dioses de otrora o a miles de kilómetros de sus objetivos, como los «pilotos» de esos aviones robóticos y los responsables políticos que los envían.
Sobre el terreno, claro, las cosas son mucho más desaliñadas, desagradables e inquietantemente humanas. El Buró de Periodismo de investigación basado en Londres, ha calculado que los ataques de drones de EE.UU. en Pakistán han matado, a lo largo de los años, por lo menos a 168 niños. En una situación irritada e irritante en ese país, con los militares y el gobierno civil en disputa, con rumores de golpe en el aire y fronteras todavía cerradas a suministros estadounidenses para la guerra afgana (desde un «incidente» en el cual los ataques aéreos estadounidenses mataron hasta a 26 soldados paquistaníes), los profundamente impopulares ataques de drones solo aumentan las tensiones. No importa a quién maten, incluidas personas de al-Qaida, también intensifican la cólera y empeoran la situación en lugar de mejorarla. Son, por su naturaleza, armas contraproducentes y su imagen en EE.UU. de precisión, de alta tecnología, que hace ganar guerras, indudablemente tiene un instantáneo efecto negativo sobre los que las pierden. Los drones no pueden hacer otra cosa que ofrecer un sentimiento peligroso y engañoso de omnipotencia, un sentimiento de que no importa la legalidad, de que todo es posible.
Si, como ha comentado Nick Turse desde hace tiempo en su reportaje sobre nuestras últimas armas maravillas, los drones son, a fin de cuentas, instrumentos de guerra contraproducentes, nadie se ha dado cuenta todavía. Después de todo, nuestros planificadores militares proyectan ahora una inversión de al menos 40.000 millones de dólares en la floreciente industria de los drones durante la próxima década para más de 700 drones de mediano y gran tamaño (y quién sabe cuánto se invertirá en versiones más pequeñas).
El trabajo de Turse sobre los drones en su serie en TomDispatch de la cara cambiante del imperio se basa en realidades pocas veces señaladas, ocultas en documentos de
El futuro de desastre y fuego de la guerra robótica
70 drones caídos y el nuevo modo de guerra estadounidense
Nick Turse
Cazabombarderos jet estadounidenses pasaron aullando sobre el campo iraquí dirigiéndose hacia el drone Predator MQ-1, mientras su ‘tripulación’ en California observaba impotente. Lo que había comenzado como una misión de reconocimiento común estaba evolucionando de una forma dramática. En un instante, los jets atacaron y todo había pasado. El Predator, uno de los infatigables robots cazadores/asesinos de
Un informe sobre el fin espectacular del drone de casi 4 millones de dólares en noviembre 2007 está incluido en una colección de documentos de investigación de accidentes de
Esos informes oficiales, obtenidos en algunos casos por TomDispatch mediante
Los desastres aéreos descritos llaman la atención no solo de las limitaciones técnicas de la guerra de drones, sino de mayores defectos conceptuales en semejantes operaciones. Lanzados y aterrizados por tripulaciones cercanas a los campos de batalla en sitios como Afganistán, los drones son controlados durante sus misiones por pilotos y operadores de sensores -a menudo múltiples equipos durante muchas horas- desde bases en sitios como Nevada y Dakota del Norte. A veces son vigilados por «vigilantes» de contratistas privados de seguridad en bases de EE.UU. como Hurlburt Field en Florida. (Un reciente informe de McClatchy informó de que se necesitan casi 170 personas para mantener en vuelo un solo Predator durante 24 horas.)
En otras palabras, las misiones de drones, como los propios robots, tienen muchas partes en movimiento y mucho puede salir y sale mal. En ese incidente del Predator en noviembre de 2007 en Iraq, por ejemplo, una falla electrónica hizo que el avión activara su mecanismo de autodestrucción y se estrellara, después de lo cual los jets estadounidenses destruyeron los restos para impedir que cayeran en manos enemigas. En otros casos, drones -conocidos oficialmente como aviones de pilotaje remoto, o RPAs- se descompusieron, escaparon del control y a la supervisión humana, o se autodestruyeron por motivos que van de error del piloto y mal tiempo a fallas mecánicas en Afganistán, Yibuti, el Golfo de Adén, Iraq, Kuwait y diversos sitios más no especificados o clasificados, así como en EE.UU.
En 2001, los drones Predator de
Hay que considerar que los más de 70 accidentes registrados en esos documentos de
No precisa un meteorólogo… ¿Verdad?
En los informes desclasificados queda claro cómo se realizan las misiones -y a veces fracasan- incluyendo uno suministrado por
Su comandante nunca llegó tuvo la oportunidad de responder. A falta de equipamiento para eludir el mal tiempo tiempo, que se encuentra en aviones más sofisticados o de sensores a bordo que orientan al piloto ante condiciones meteorológicas adversas, y con una tormenta de arena que interfirió con el radar de tierra, los «severos efectos climáticos» superaron al Predator. En un instante se cortó el vínculo entre el piloto y avión. Cuando volvió a la vida por un momento, el personal pudo ver que el drone caía en picado. Luego perdieron durante un segundo el enlace de datos y fue el final. Unos minutos después, las tropas en tierra enviaron un mensaje de radio para decir que el drone de 4 millones de dólares había caído cerca de ellos.
Un mes después un drone Predator despegó de la pequeña nación africana de Yibuti en apoyo a
El personal de esa misión -el piloto y el operador del sensor- había sido enviado de
Una investigación terminó por establecer que si el personal hubiera realizado las verificaciones adecuadas de los instrumentos, habría notado una discrepancia de entre 100 y
Tormentas, nubes, humedad y errores humanos no son los únicos peligros naturales para los drones. En un incidente de noviembre de 2008, el personal de una misión en el Aeropuerto de Kandahar lanzó un Predator un día azotado por el viento. Después de un vuelo de cinco minutos, mientras el avión todavía estaba en la gran base estadounidense, el piloto se dio cuenta de que el avión ya se había desviado de la ruta programada. Para realizar una corrección, inició un giro que -debido a la naturaleza agresiva de la maniobra, las condiciones de viento, el diseño del drone, y el peso desequilibrado de un misil en solo un ala- se inició con una voltereta del avión. A pesar de todos los esfuerzos del piloto, la nave comenzó a caer, se estrelló en la base y estalló en llamas.
Naves descontroladas
Ocasionalmente, los RPA simplemente han escapado del control humano. Durante ocho horas, un día de febrero de 2009 por la tarde, por ejemplo, cinco equipos diferentes transfirieron los controles de un drone Predator, de uno al otro, mientras volaba sobre Irán. Repentinamente, sin advertencia, el último de ellos, miembros de
En noviembre de 2009, un Predator lanzado desde el Aeropuerto Kandahar en Afganistán perdió contacto con sus manipuladores humanos 20 minutos después del despegue y simplemente desapareció. Cuando el personal de la misión no pudo controlar el drone, convocó a especialistas en enlace de datos pero no lograron encontrar el avión errante. Mientras tanto, los controladores del tráfico aéreo, que habían perdido el avión en el radar, ni siquiera podían ubicar la señal de su transponedor. Fracasaron numerosos esfuerzos por hacer contacto. Dos días después, cuando al drone se le habría acabado el combustible,
Curso de caídas
A mediados de agosto de 2004, mientras las operaciones de drones en el área de responsabilidad del Comando Central (CENTCOM) funcionaban a un ritmo muy intenso, el personal de una misión de Predator comenzó a oír una cascada de alarmas de advertencia que indicaban fallas de motor y alternador, así como un posible fuego en el motor. Cuando el operador de los sensores utilizó su cámara para escanear el avión, el problema se identificó rápidamente. Su cola había estallado en llamas. Poco después se descontroló y se estrelló.
En enero de 2007, un drone Predator volaba en algún sitio de la región del CENTCOM (sobre uno de los 20 países del Gran Medio Oriente). Después de 14 horas de una misión de 20 horas, el avión comenzó a fallar. Su motor falló durante 15 minutos, pero la información que transmitía se mantenía dentro de parámetros normales, por lo tanto el personal de la misión no se dio cuenta. Solo en el último minuto se dieron cuenta de que su drone estaba sucumbiendo. Como determinó una investigación posterior, una grieta expandida en el cigüeñal del drone hizo que el motor se paralizara. El piloto hizo planear el avión hacia un área deshabitada. Los niveles superiores lo instruyeron entonces para que lo estrellara intencionalmente, ya que no podría llegar rápidamente una fuerza de reacción rápida y llevaba dos misiles Hellfire así como «equipamiento clasificado» no especificado. Días después recuperaron sus restos.
El futuro de desastre y fuego de la guerra robótica
A pesar de todas las limitaciones técnicas de la guerra a control remoto descritas en los archivos de investigación de
Contando los miles de pequeños drones del ejército, uno de cada tres aviones militares -cerca de 7.500 máquinas- ya son robots. Según cifras oficiales suministradas a TomDispatch, cerca de 285 de ellos son drones Predator, Reaper, o Global Hawk de
Durante la última década, EE.UU. se ha vuelto crecientemente hacia los drones en un esfuerzo por ganar sus guerras. Los archivos de investigación de
A pesar de una década de refinamientos y mejoras tecnológicas, tácticas y estratégicas, el personal de
Además, la guerra de drones parece que está creando un siniestro sistema de incentivos económicos empotrados que pueden llevar cada vez a más bajas sobre el terreno. «En algunos programas de ataque, los miembros del personal tienen cuotas de revisión, es decir, que deben revisar una cierta cantidad de posibles objetivos en una determinada cantidad de tiempo», escribió recientemente Joshua Foust de The Atlantic sobre los contratistas privados involucrados en el proceso. «Porque son contratistas», explica, «su continuo empleo depende de su capacidad de satisfacer las mediciones de rendimiento declaradas. Por lo tanto tienen un incentivo financiero para tomar decisiones de vida o muerte sobre posibles objetivos de asesinato solo para conservar sus empleos. Debería ser una situación intolerable, pero como el sistema carece de transparencia o de estudio externo es casi imposible controlarlo o alterarlo».
A medida que las horas de vuelto aumentan de año en año, esos severos defectos se complican debido a una serie de fallas imprevistas y vulnerabilidades técnicas que saltan a la vista cada vez con más regularidad. Incluyen: insurgentes iraquíes que piratean señales de video de drones, un virulento virus informático que infecta la flota sin tripulación de
Durante la última década, la mentalidad de más-es-mejor ha llevado a más drones, bases de drones, pilotos de drones, y víctimas de drones, pero no a mucho más que eso. Los drones podrán ser efectivos en términos de generar recuentos de cuerpos, pero parece que tienen aún más éxito en la generación de animosidad y la creación de enemigos.
Los informes sobre accidentes de
Nick Turse es historiador, ensayista, periodista de investigación, editor asociado de Tomdispatch.com y actualmente es también profesor en el Instituto Radcliffe de
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Fuente: http://www.tomdispatch.com/blog/175489/
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