El 17 de enero se filtraron una serie de documentos en la prensa sudafricana que revelaron la existencia de un plan para iniciar una campaña de relaciones públicas, encubierta y a gran escala, que contaba con un presupuesto de 600.000 dólares y que estaba financiada mayoritariamente por el lobby farmacéutico con base en EE.UU. La […]
El 17 de enero se filtraron una serie de documentos en la prensa sudafricana que revelaron la existencia de un plan para iniciar una campaña de relaciones públicas, encubierta y a gran escala, que contaba con un presupuesto de 600.000 dólares y que estaba financiada mayoritariamente por el lobby farmacéutico con base en EE.UU. La meta era desestabilizar los esperados planes del Gobierno para la reforma de las leyes de propiedad intelectual, y conseguir que no entren en vigor salvaguardas de salud pública que a día de hoy están ausentes en el sistema de patentes.
Médicos Sin Fronteras (MSF) expresa su satisfacción ante la constatación de que el Gobierno de Sudáfrica está dispuesto a resistir a las presiones de la industria farmacéutica, a pesar de que esta no cesa de intentar socavar los esfuerzos que está haciendo el país para reformar las leyes de patentes y mejorar el acceso de los pacientes a medicamentos asequibles.
No obstante, las declaraciones del consejero delegado de Bayer Marijn Dekkers acerca de que la compañía para la que trabaja no desarrolló un medicamento contra el cáncer para los indios, sino para los pacientes occidentales que puedan permitírselo, resume las verdaderas intenciones de la industria farmacéutica multinacional, según el doctor Manica Balasegaram, director de la Campaña de Acceso a los Medicamentos (CAME) de Médicos Sin Fronteras. «Bayer está admitiendo a las claras que los fármacos que desarrollan van a ser deliberadamente repartidos entre sus pacientes más ricos». José Antonio Bastos, presidente de MSF, responde más en este video, donde se explica la trama de Sudáfrica también: http://www.youtube.com/watch?v=rs-X7iCw8E4#t=22
través de las iniciativas en las que está trabajando el Gobierno sudafricano, se lograría asegurar que las compañías farmacéuticas no puedan extender los monopolios mediante el registro de nuevas patentes para medicamentos cuando estos no suponen una novedad. Se trata de una práctica muy extendida a través de la cual se combinan dos medicamentos en una sola tableta, o se cambia ligeramente una formulación, y con la que las farmacéuticas pretenden lograr la ‘perennidad’ de las patentes bloqueando injustamente la competencia genérica. Las farmacéuticas consiguen así mantener los precios de los medicamentos muy altos y limitan la capacidad de los pacientes para acceder a los mismos.
Países como Brasil e India han conseguido un equilibrio correcto entre la promoción de la salud pública y el acceso a los medicamentos, sin que por ello las compañías farmacéuticas se hayan visto afectadas en la protección de sus derechos de propiedad intelectual, pues se les sigue concediendo las patentes sobre aquellos desarrollos que resulten verdaderamente innovadores. Las nuevas políticas de propiedad intelectual surafricanas, en el caso de que llegaran a aprobarse, se pondrían al nivel del conjunto de leyes de propiedad intelectual de otros países de renta media y también estarían acordes a la normativa internacional. Además, se sentaría un precedente positivo para otros países africanos que también están inmersos en procesos de reforma de su ley de patentes para tratar de asegurar que sus ciudadanos tengan acceso a los medicamentos que necesitan.
«Gracias a la filtración de estos documentos, ahora sabemos que Sudáfrica representa la ‘zona cero’ para las compañías farmacéuticas, y que éstas se están preparando para iniciar inminentes batallas legales contra los Gobiernos de los países con ingresos medios que pretendan facilitar el acceso de su población a los medicamentos asequibles», declara el Dr. Manica Balasegaram, director ejecutivo de la Campaña de MSF para el Acceso a Medicamentos Esenciales (CAME). «La industria farmacéutica no quiere que Sudáfrica reforme su sistema, y por supuesto no quiere que toque sus leyes de patentes, pues sabe que muchos otros países tratarían de seguirán el ejemplo».
Dado que actualmente Sudáfrica concede patentes ciegamente y sin hacer un examen de calidad previo, patentando más medicamentos incluso que EE.UU. y Europa, el país a menudo no puede acceder a los medicamentos genéricos que sí están disponibles en otros países. Además, la enorme cantidad de patentes farmacéuticas que están en vigor en Sudáfrica hace que se produzcan enormes demoras en lo que respecta a la introducción de la competencia genérica. En algunos casos, tal como ocurre con el imatinib, un medicamento anticancerígeno, Sudáfrica paga hasta 35 veces más por el producto original que otros países en los que existe una sólida competencia genérica.
Las tácticas de las compañías farmacéuticas para retrasar la reforma suponen un intento para asegurar la «perennidad» de tantos medicamentos como sea posible antes de que entren en vigor los cambios, ya que esto les permitirá seguir capitalizando los monopolios de mercado e incrementar sus ganancias.
«Los esfuerzos de la industria farmacéutica para minar la reforma de la ley de patentes no sorprenden a nadie, ya que se trata de las mismas compañías que hace más de una década, cuando la epidemia del VIH/SIDA estaba en su mayor apogeo, intentaron negar el acceso de los surafricanos a antirretrovirales asequibles», afirma Andrew Mews, coordinador general de MSF en Sudáfrica. «La historia se repite ahora con los medicamentos para tratar la tuberculosis resistente, el cáncer, y otras enfermedades, ya que muchos de los medicamentos continúan patentados y cuentan con precios que están fuera del alcance de los pacientes y del departamento de salud».
«Hemos visto extraordinarios resultados desde que empezamos a presionar a las compañías farmacéuticas para que permitiesen la entrada, comercialización y uso de antirretrovirales genéricos en Sudáfrica y hemos demostrado que unos precios más bajos, además de mejorar el acceso de los pacientes al tratamiento, no dañan ni la investigación ni el desarrollo de nuevos medicamentos. El Gobierno sudafricano está bien posicionado para agilizar los cambios necesarios, aprobar la nueva política y mejorar la implementación de la nueva normativa de patente.