¿Qué hizo Francia en pleno genocidio en Ruanda?¿Utilizó Francia vehículos de la ONU para intervenir militarmente en Costa de Marfil y retirar al presidente que no le estaba beneficiando económicamente (todo lo que querían)? En la República Centroafricana cazarán al malo de la película (ya tiene nombre, se llama Abdallah Hamat, centenares de muertes mediante), […]
¿Qué hizo Francia en pleno genocidio en Ruanda?¿Utilizó Francia vehículos de la ONU para intervenir militarmente en Costa de Marfil y retirar al presidente que no le estaba beneficiando económicamente (todo lo que querían)? En la República Centroafricana cazarán al malo de la película (ya tiene nombre, se llama Abdallah Hamat, centenares de muertes mediante), y organizarán unas «elecciones democráticas» que todo lo curan. De ahí, saldrá un resultado que se dará como válido. Y de la inseguridad alimentaria, la subnutrición, las carencias sanitarias, el expolio de los recursos naturales, la neocolonización, la militarización del continente y otros asuntos menores, no habremos hablado. Ahora, una calidad democrática excepcional.
Francia, como ya ocurrió con la República Democrática del Congo, Malí y Costa de Marfil tomó la decisión hace unos meses de ejercer de potencia colonial en el continente africano. Para ello, utiliza el paraguas de la ONU. Sin embargo, hay un matiz en la República Centroafricana que sería oportuno tener en cuenta: si Francia conidera que se están cometiendo crímenes de guerra por parte de comandantes que defienden al Gobierno, ¿Cómo aceptar la invitación del gobierno centroafricano a triplicar sus fuerzas? Pues la ha aceptado.
El comandante en cuestión es Abdallah Hamat, lugarteniente del presidente del país, Michel Djotodia. Se hace llamar general y a él le responsabilizan de varias matanzas y requisamientos de materiales y vehículos. Ascendió al poder militar al custodiar a Djotodia hasta la entrada en el Palacio Presidencial para alcanzar el estatus que tiene hoy. Y coordinó varios ataques decisivos en la expulsión del presidente FranÇois Bozizé.
El ataque que ha puesto a Abdalla Hamat en el centro del tablero tuvo lugar el 10 de noviembre y algunas organizaciones no gubernamentales apuntan a que podría tener un trasfondo religioso. Gerard Araud, representante de Francia ante Naciones Unidas, fue diligente en su respuesta ayer a la salida del Consejo de Seguridad: «Es un matón».
Francia ya cumplió un delicado papel durante el genocidio de Ruanda entre 1993 y 1994. Recibió duras acusaciones de colaborar con la huida de hutus hacia el Congo. Aquel parche está observado por muchos analistas como el germen de muchos conflictos larvados en la región central de África.
Desde la diplomacia francesa se habla de un proyecto de resolución en los próximos días y un informe del secretario general Ban Ki-moon en los próximos tres meses, tiempo que se antoja extremadamente largo si se está hablando de un «pregenocidio», tal y como ha puesto sobre la mesa precisamente el gobierno francés. Sin embargo, la realidad es así de tozuda, se ha puesto de manifiesto un escenario perfecto para que la primera semana de diciembre se celebre una Cumbre sobre la Seguridad y la Paz en África en la capital de Francia, París. Parece que parte del futuro del continente se decidirá precisamente en la capital de la metrópoli.
Por las palabras pronunciadas en Naciones Unidas tras la reunión del Consejo de Seguridad de ayer, se desprende que lo que entienden por una situación de «anarquía», «caótica» y de «pregenocidio», sería interreligioso toda vez que «musulmanes anti-Seleka» están combatiendo en nombre del Gobierno centroafricano. Aunque fuentes locales no dejan de insistir en que la desestabilización es general por la falta de control, no vinculada a la religión. La bandera del islamismo es grande y podría tapar todo lo demás. O quizás sea la Corte Penal Internacional la que en unos días nombre un cabeza de turco a cazar y que representará al malo de la película. En cuanto lo pillen, mucho ojo que en los últimos finales, véase Gadafi, no ha habido ni juicio.
Por tanto:
1. Buscar al malo de la película, que tapará otros problemas más graves de inseguridad alimentaria, sanitaria, carencia de educación, expolio de recursos naturales y otros asuntos ‘menores’: todas las papeletas las tiene Abdallah Hamat.
2. La CPI tiene que darle el título de malo oficial. Lo que hizo con Gbagbo es una vergüenza que sirve como ejemplo.
3. Quizás ocurra antes que el paso 2. La bandera del «islamismo radical» está de camino para taparlo todo.
4. Cazarán al malo de la película, centenares de muerte mediante, y organizarán unas «elecciones democráticas». De ahí, saldrá un resultado que se dará como válido. Y de la inseguridad alimentaria, la subnutrición, las carencias sanitarias, el expolio de los recursos naturales, la neocolonización y ‘otros asuntos menores’, no habremos hablado. Ahora, una calidad democrática excepcional.
Por supuesto que la ayuda humanitaria e internacional tiene que intervenir en la República Centroafricana, pero no al dictado de Francia, no enviando a más soldados antes de utilizar la diplomacia sobre el terreno. No después de desoír todo tipo de denuncias respecto a lo que estaba ocurriendo. Y no como se ha hecho en Libia, en Malí, en Costa de Marfil. Estamos asistiendo a la neocolonización amparada por la ONU, que con su organigrama, no conoce otra forma de intervenir.
Fuente: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=3&id=3802