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Entrevista al activista y defensor de DDHH saharaui, Brahim Noumria (y III)

El humo que nunca será lluvia

Fuentes: Rebelión

Cuando Rebelión publicaba, el pasado miércoles, la primera parte de esta charla (*) con el activista saharaui Brahim Noumria habían pasado pocos días del inicio de una nueva huelga de hambre por parte de los presos políticos saharauis en las cárceles marroquíes. Uno de ellos, Louali Amidán, se encontraba en una situación crítica debido a […]

Cuando Rebelión publicaba, el pasado miércoles, la primera parte de esta charla (*) con el activista saharaui Brahim Noumria habían pasado pocos días del inicio de una nueva huelga de hambre por parte de los presos políticos saharauis en las cárceles marroquíes. Uno de ellos, Louali Amidán, se encontraba en una situación crítica debido a las secuelas de huelgas anteriores y el propio Noumria había escrito una carta, dirigida a las organizaciones internacionales de DDHH pidiendo que insistieran en la presión al Gobierno de Marruecos de cara a abrir el diálogo con los presos y poner fin a esa huelga.

Desde su perspectiva, «cuando las dificultades se multiplican, y las puertas se cierran, uno acude incluso a opciones que le parecen de por sí imposibles. Si escribí esa carta para las ONGs internacionales fue porque conozco bien la situación de ese joven de 23 años, que fue operado durante la huelga de hambre de 51 días del 2005 y, además, porque aunque cualquiera de los activistas saharauis saben que el coste de la militancia es alto, yo también sé lo duro y difícil que es pasar por esa experiencia. De todos modos, y con respecto a los presos políticos, creo que debíamos pensar en hacer algo duradero; porque no es posible que cada vez que se libere a un grupo se paren las acciones de protesta sabiendo de antemano que otros van a ser detenidos y que habrá que empezar de nuevo en días o, quizás en semanas. La lógica nos obliga a formar, ya, una red que se ocupe de los represaliados por asuntos políticos. Desde mi punto de vista, si nos adelantamos a lo que sabemos que va a ocurrir, conservaremos más tiempo la energía de la lucha y le daremos mayor continuidad«.

La llamada del fuego

Por otra parte, y en lo que refiere a la vuelta a las armas como única vía que los sectores juveniles del pueblo saharaui ven para precipitar algún tipo de cambio en la situación de un conflicto, que no sólo ha marcado su vida, sino que condiciona de manera absoluta su futuro, Noumria reconoce que «el estancamiento del tema saharaui abre paso a la extensión de ideas como ésta. Es imposible que ningún pueblo, tampoco el saharaui, acepte la vida en el exilio o, en el otro lado, la vida bajo la ocupación sin recurrir todos los medios de resistencia. La vuelta a las armas es una de las opciones que siempre están sobre la mesa, aunque el Frente Polisario intenta que se respete la voluntad del pueblo saharaui sin que tenga que haber más derramamiento de sangre. Todos los saharauis coinciden en que la guerra no beneficia a ninguno de los dos pueblos, ni al marroquí y al saharaui. No cabe duda de que los saharauis fueron obligados a recurrir a las armas para defenderse de la invasión bárbara y de la guerra sucia de Marruecos. De hecho, todo el mundo (incluso la ONU) reconoce la legitimidad de la lucha del Frente Polisario como movimiento de liberación.

La guerra no es algo nuevo en nuestro mundo, pero sí lo es la falta de respeto a la legalidad internacional y a la carta magna de la ONU, en lo concerniente a la descolonización. También es nuevo el silencio de la comunidad internacional sobre las barbaridades cometidas por Marruecos en los territorios ocupados del Sahara Occidental o la oposición a que se publique el último informe del Alto Comisionado de Derechos Humanos en la ONU sobre la situación de los DDHH en el Sáhara Occidental. Pero lo que realmente destaca más por su novedad es que países que supuestamente defienden los DDHH en el resto del planeta le vendan armas y materiales de tortura a Marruecos.

Marruecos y la Comunidad Internacional no deben dejar pasar esta oportunidad de solucionar pacíficamente el conflicto y, a la vez, ni Marruecos ni sus aliados deben esperar que el humo se convierta en lluvia, quiero decir, que el tiempo haga que las tesis del Polisario se flexibilicen aún más. El Polisario ha cedido todo lo podía cuando aceptó que el referéndum afectara sólo a las fronteras de 1975, sin incluir las del territorio que España entregó a Marruecos en el 57 como pago a su cooperación contra el ejército de liberación saharaui en la operación «Esponja». Ha cedido todo lo que podía cuando aceptó el alto el fuego sin la condición de poner las riquezas naturales saharauis (pesca y fosfatos) bajo control de la ONU , y aún más, cuando aceptó el plan Baker según el cual decenas de miles de marroquíes censados después de 1975 en los territorios ocupados podrán decidir sobre el futuro del pueblo saharaui .

Si Marruecos y sus aliados piensan que el Polisario va a ponerle en bandeja el territorio del Sáhara Occidental están muy equivocados. Eso no sucederá ni en sueños«.

Canarias, Garzón y el juicio de la Historia

En su gira por el Estado Español Brahim Noumria ha visitado el archipiélago canario, un territorio donde el movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui es especialmente relevante. Durante su estancia, el activista saharaui ha podido tomar el pulso a la clase política de las islas y en base a ello afirma que «Canarias se beneficiaría mucho de la solución del conflicto sahraui-marroquí , pero sólo si se logra que ésta sea duradera. Por esa razón y siguiendo esa lógica, se concluye que el gobierno canario debe presionar a favor del respeto a la legalidad internacional, porque es la única vía para la materializar el fin del conflicto.

En este punto, creo necesario puntualizar que hay una realidad absoluta que algunos partidos y responsables políticos ignoran, esto es, la decisión del pueblo saharaui, al precio que sea, de obtener su libertad y su independencia. Así el conflicto dure veinte o cien años más, ese no es un problema para los saharauis; más bien el problema es para Marruecos que seguirá arrastrando la carga económica que supone la ocupación y verá cómo su situación interna se deteriora cada vez más. Este es el mensaje que deben entender los políticos que creen, por ejemplo, que haber quitado el mural de piedra con la bandera del Frente Polisario, que ha sido vista durante años desde el aeropuerto de Gran Canaria, equivale a borrar la existencia del pueblo saharaui y, más allá, a borrar la solidaridad del pueblo canario con nuestra lucha».

La última parada antes de la despedida tiene nombre propio, Baltasar Garzón, el magistrado de la Audiencia Nacional Española que ha admitido a trámite una querella por genocidio contra trece altos cargos de la gendarmería marroquí. Dicha querella tiene que ver con los hechos sucedidos justo después de que España abandonara a su suerte al pueblo saharaui y entregara ilegalmente el territorio a Marruecos y a Mauritania en 1975.

Cuando se le pregunta por este proceso y uno lee su respuesta, no hay lugar para las dudas. «Bueno -dice-, sería demasiado largo analizar en profundidad la querella, pero si algún resumen cabe hacer es que si los asesinos marroquíes no son juzgados por Garzón, la historia se encargará de hacerlo tarde o temprano».

(*) En las dos partes de esta entrevista publicadas en Rebelión los días 2 y 4 de abril se identifican las siglas CODESA con el Comité de Defensa Saharaui, siendo lo correcto hacerlo con los Colectivos de Defensores Saharauis.

Ver también:

Entrevista al activista y defensor de DDHH, Brahim Noumria (I)

«Ni el Gobierno de Marruecos, ni sus aliados podrán matar la voluntad del pueblo saharaui de existir con dignidad»

Entrevista al activista y defensor de DDHH, Brahim Noumria (II)

«Los amigos del pueblo saharaui en el mundo no pueden dejarse someter al silencio pretendido por Marruecos»