Las ceremonias conmemorativas que están planeadas para el 10mo. Aniversario de la masacre del 11/9 son de patetismo para las víctimas y sus familiares, de abalanzas tanto para la persecución de los que apoyan a los atacantes como al desempeño de los primeros en responder y a nuestros soldados en el exterior. Las banderas y […]
Las ceremonias conmemorativas que están planeadas para el 10mo. Aniversario de la masacre del 11/9 son de patetismo para las víctimas y sus familiares, de abalanzas tanto para la persecución de los que apoyan a los atacantes como al desempeño de los primeros en responder y a nuestros soldados en el exterior.
Las banderas y la música marcial subrayarán la atmósfera combinada de dolor y agresivo desafío ante aquellos terroristas que podrían amenazarnos. Estos actos serán momentos de silencio respetuoso y algunas expresiones de ira y ferocidad.
Pero muchos norteamericanos podrían desear hacer una pausa para reconocer -u olvidar- esas reacciones, algunas exageradas, al 11/9 que han hecho daño a nuestro país. ¿De qué manera, en esta forma adelantada, podemos respetar el 11/9?
He aquí algunas sugerencias:
- No exagerar la fuerza de nuestro adversario a fin de producir un clima de histeria que provoque la represión de las libertades civiles, representada por la exaltada Ley Patriota, e inmenso daño a largo plazo a nuestra economía. Considérese al enorme desvío de billones de dólares de las necesidades civiles internas debido a la enorme expansión y malgasto en los presupuestos militares y de seguridad.
- No permitir a nuestros líderes mentir y exagerar como cuando nos dijeron que había células financiadas de al-Qaeda, suicidas y llenas de odio, por todo el país. Nunca estuvieron aquí. En realidad, las invasiones al por mayor a Irak y Afganistán se convirtieron en razones de reclutamiento para más ramas de al-Qaeda, allí y en otros países -un hecho reconocido por el entonces jefe de Estado Mayor del Ejército George Casey y el entonces director de la CIA Porter Goss.
- No crear un clima de temor o monopolizar una definición partidista del patriotismo a fin de silenciar la disidencia de otros partidos políticos, la ciudadanía o los injustamente arrestados o acosados.
- No tolerar a presidentes que violan nuestra Constitución o comienzan guerras sin discusión en el Congreso y una declaración de guerra (Artículo 1, Sección 8, Párrafo 11). No permitirles que desobedezcan las disposiciones federales y los tratados internacionales para meternos en la arena movediza de sus guerras ilegales y mal encauzadas.
- No permitir al Congreso que emita un cheque en blanco sin pasar el normal proceso de audiencias del Comité de Asignaciones para las enormes exigencias presupuestarias del poder ejecutivo para financiar las guerras de Irak. Afganistán-Pakistán y otras no declaradas..
- No permitir al poder ejecutivo que realice sin aprobación judicial recurrentes actos inconstitucionales e ilegales, como la intervención telefónica y otros métodos de vigilancia de los norteamericanos, además de arrestos sin acusaciones, encarcelamiento indefinido, tortura y negativas de habeas corpus y otros derechos al debido proceso establecidos por nuestros Padres Fundadores. El Congreso no ha aprobado reformas para detener el ejercicio continuado de un poder presidencial dictatorial sin límites.
- No permitir al gobierno ocultar al pueblo los horrores de la guerra al prohibir fotos de bajas norteamericanas, la operación de crueles y secretas prisiones; acoso a periodistas; y negarse a contar las bajas civiles en Irak, Afganistán y Pakistán. Hay demasiada intimidación a los soldados que regresan -muchos de ellos dañados de por vida- para que no cuenten a la gente lo que experimentaron y piensen acerca de esas guerras y su gran externalización a las corporaciones que especulan con la guerra.
- No permitir a los líderes que violen principios norteamericanos como la tortura u otros crímenes de guerra prohibidos por las Convenciones de Ginebra. Ni que los altos jefes militares o miembros del poder ejecutivo estén por encima de nuestras leyes y eludan su responsabilidad.
- No permitir a nuestro Congreso que abdique o transfiera su propia autoridad constitucional a manos del presidente. Nosotros, el pueblo, no hemos cumplido lo suficiente con nuestros deberes cívicos para obligar a nuestros representantes en el Congreso a cumplir sus obligaciones bajo la Constitución de decidir, y vamos a la guerra y actuamos como perros de presa de la conducta del presidente. La guerra de Libia fue decidida y financiada por el presidente Obama sin aprobación congresional.
- Denunciar a los que en los medios noticiosos se convierten en voceros del presidente y sus ministerios implicados en estas hostilidades. ¿Qué más están haciendo realmente los militares en Libia, Somalia y Yemen más allá de la versión oficial? ¿Con qué autoridad legal?
Adicionalmente, exigir que los medios noticiosos busquen los hechos inconvenientes, no importa las consecuencias, a diferencia del período previo a la invasión de Irak.
El famoso teólogo-filósofo norteamericano Reinhold Niebuhr escribió de manera adecuada hace décadas que «hasta el fin de la historia, los órdenes sociales probablemente se autodestruirán en su esfuerzo por demostrar que son indestructibles».
Al final, todos los imperios se comen a los suyos y se autodevoran.
Ralph Nader es un defensor de los consumidores, abogado y autor de Solo los súper ricos pueden salvarnos. Él está proponiendo a la gente en todo el país que se reúna el 10 de septiembre en sus pueblos y ciudades para discutir la manera de evitar la reacción exagerada a las amenazas.