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En el Día de Gracias, uno de cada 6 estadunidenses padece hambre y hay 610 mil sin techo

El índice de pobreza más alto de los países de la OCDE; supera el 17%

Fuentes: La Jornada

Este jueves se celebra el Día de Acción de Gracias y millones preparan el tradicional banquete y las grandes cadenas comerciales compiten por ver quién puede abrir sus puertas más temprano para iniciar lo que esperan será una muy próspera temporada navideña, mientras las noticias festejan que la Bolsa de Valores ha llegado a alturas […]

Este jueves se celebra el Día de Acción de Gracias y millones preparan el tradicional banquete y las grandes cadenas comerciales compiten por ver quién puede abrir sus puertas más temprano para iniciar lo que esperan será una muy próspera temporada navideña, mientras las noticias festejan que la Bolsa de Valores ha llegado a alturas sin precedente y empresas reportan ganancias récord; en apariencia, todo está muy bien, si uno ignora los índices de hambre sin precedente, los cientos de miles sin techo, los millones de desempleados y la mayor desigualdad económica vivida desde la gran depresión.

La gran recesión que estalló en 2007 aceleró las tendencias que se habían desarrollado durante las últimas tres décadas, sobre todo en la anulación de empleos de ingreso medio -el gran motor del auge estadunidense posguerra- y la masiva concentración de riqueza en el uno por ciento más rico. Ahora Estados Unidos se destaca por la mayor desigualdad de riqueza en el mundo avanzado.

Durante la gran recesión se esfumaron entre 7.5 y 8 millones de empleos, la mitad en sectores que pagaban salarios de nivel clase media, pero sólo 2 por ciento de los 3 millones 500 mil empleos recuperados desde el fin oficial de esa recesión, en junio de 2009, son de dicho nivel de ingreso. Según reportó Ap a principios de este año, cerca de 70 por ciento de los empleos recuperados son de bajo ingreso, por 29 por ciento de ingreso alto.

Durante esta gran recesión, entre 2007 y 2009 el ingreso real promedio por familia se desplomó 17.4 por ciento, pero al concluir esa crisis el uno por ciento más rico capturó 121 por ciento del incremento en ingresos en los dos primeros años de la recuperación, mientras el ingreso del 99 por ciento restante se encogió .4 por ciento, según las investigaciones del economista Emmanuel Saez, de la Universidad de California en Berkeley.

Con ello, los más ricos alcanzaron los niveles más altos de ingreso registrados en un siglo: el 10 por ciento más rico captó 48.2 por ciento del ingreso nacional, el uno por ciento más rico más de 20 por ciento, según cifras analizadas por el Instituto de Política Económica. El porcentaje ahora captado por ese uno por ciento más rico es más del doble de lo que obtenía hace tres décadas (10 por ciento en 1979).

En 2012, en Estados Unidos 46 millones y medio de personas se clasificaban como pobres -la cifra más alta registrada en los 54 años que se ha medido, reportó el Servicio de Investigaciones del Congreso. El índice de pobreza en 2013 es de más de 17 por ciento, el más alto de todos los países de la OCDE. El índice de pobreza de menores de edad era aún más alto: 23 por ciento, lo cual significa que más de uno de cada cinco menores de edad en Estados Unidos vive en la pobreza.

Una séptima parte de la población estadunidense depende ahora del programa de asistencia alimenticio del gobierno federal -casi 48 millones, según las estadísticas más recientes de julio de 2013. En 2007, cuando inició la recesión, unos 26 millones dependían de este programa. A pesar de ese incremento de 77 por ciento, el Congreso está recortando gastos en este programa.

Uno de cada seis estadunidenses enfrenta hambre, según la organización Feeding America. En 2012, 49 millones de personas se encontraban en hogares considerados inseguros de alimento, casi 15 por ciento de todos los hogares, según cifras oficiales. Seis millones de hogares accedieron a servicios de alimento de emergencia.

En tanto, hay unas 610 mil personas sin techo en este país; casi la cuarta parte son menores de edad, de acuerdo con cifras oficiales basadas en sondeos, aunque expertos sospechan que son muchos más. Más de 57 mil son veteranos militares. Dos tercios estaban en un albergue de emergencia o en programas de vivienda transitoria, el otro tercio en las calles. La cifra se ha reducido modestamente en los últimos tres años, pero en las dos principales ciudades del país, Nueva York y Los Ángeles, se han registrado incrementos a cifras récord en los últimos años. De acuerdo con datos del gobierno federal, hay 53 mil 800 personas sin techo en Los Ángeles, un incremento de 27 por ciento respecto del año anterior. En Nueva York, más de 64 mil, un incremento de 13 por ciento, índices no vistos desde la gran depresión, señaló el New York Times.

No sorprende que los estadunidenses estén viviendo con un nivel sin precedente de ansiedad económica, como reporta el Wa-shington Post, que en una de sus encuestas registra que más de 6 de cada 10 trabajadores se preocupan por perder su empleo por razones económicas, y uno de cada tres dice preocuparse mucho por eso, cifras récord en sondeos sobre este tema. De los que tienen ingresos más bajos, 85 por ciento teme que no tendrá suficiente para pagar sus costos de vida.

Entre las explicaciones por el estancamiento de los salarios de los trabajadores y la creciente brecha económica prevalece la de los cambios tecnológicos y la nueva era digital, pero una investigación reciente del Centro para la Investigación Económica y Política encuentra que no hay evidencia para apoyar esta tesis. La redistribución de ingreso hacia los más ricos que se ha intensificado desde 2000, pero que empezó hace tres décadas, es resultado, argumentan, de una combinación de factores, entre ellos el ataque para debilitar a los sindicatos (la tasa de sindicalización se ha desplomado a 6.6 por ciento del sector privado, y 11.3 por ciento si se incluye el sector público, de su punto máximo del 35 por ciento en los años 50, y más de 20 por ciento en los 70), políticas de comercio internacional que han permitido que empresas trasladen al gusto operaciones industriales y la desregulación de sectores claves y sobre todo el financiero. O sea, no es por razones objetivas de transformación de la economía, sino por decisiones políticas.

Esto es sólo parte de una larga y continua guerra de clase contra la gente trabajadora y los pobres. Es una guerra conducida por un liderazgo empresarial de alta conciencia de clase, resume Noam Chomsky en una entrevista reciente publicada en el nuevo libro Chomsky’s OCCUPY, de Zuccotti Park Press, al abordar la situación económica y política de Estados Unidos. Agregó que también «ilustra el destrozo considerable del sistema entero de democracia… El 70 por ciento de la población está virtualmente privado de derechos de representación política; tiene casi nula influencia sobre política, y al subir la escala (económica) uno obtiene más influencia. En la cima, básicamente uno controla el show».

Así, para la mayoría, no hay mucho por lo cual dar gracias.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/11/28/mundo/027n1mun