Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Un día el hecho significativo en los titulares fue que la Comisión del 11-S no encontró un vínculo entre Irak y al-Qaeda. Fue un golpe para la administración Bush, especialmente para su contingente neoconservador, que debe comprender que su credibilidad disminuye, aunque lucha por permanecer en el poder e implementar obstinadamente su agenda de cambio de régimen en el sudoeste asiático. Al día siguiente el hecho en los titulares fue que la misma comisión descubrió que ocho de los secuestradores del 11-S habían cruzado entre Afganistán e Irán entre octubre de 2000 y febrero de 2001, con conocimiento de los guardias fronterizos iraníes y con órdenes oficiales de no sellar sus pasaportes. En otras palabras, dice el informe: no ha habido un vínculo de al-Qaeda con Irak (ocupado ahora por tropas de EE.UU.), pero ha existido con Irán (no ocupado por las tropas de EE.UU.) El presidente de la Comisión, Thomas H. Kean, ha dicho específicamente que este paso de saudíes por Irán presenta la posibilidad de que Irán y al-Qaeda hayan tenido una relación operativa. Debe haber mucha gente que piensa (como algunos quieren que piense): «La CIA fastidió la seguridad, así que no atacamos al país correcto. Resulta que Irán es un enemigo mucho más serio».
La CIA, que comprende cómo se puede usar y abusar los hechos, subrayó de inmediato que no existe evidencia alguna de un vínculo operativo entre Teherán y los ataques del 11-S. (La propia CIA ha sido, a propósito, maltratada por el informe de la Comisión que la culpa – por «fallas de inteligencia», en lugar de la Oficina de Planes Especiales – de recolectar y diseminar desinformación a favor de la guerra). De nuevo, de manera predecible, funcionarios iraníes desmintieron toda conexión Irán/al-Qaeda, subrayaron la dificultad de controlar una frontera tan larga y expresaron su voluntad de mejorar las relaciones con EE.UU. El «embajador» iraquí en Washington (es interesante que sea un ciudadano estadounidense) declaró ante la prensa que Irán ha cooperado realmente con el actual gobierno «de transferencia» y que ha detenido a combatientes afganos, algunos de los cuales podrían haber ido en camino a Irak. (El nuevo «gobierno» de Iyad Allawi probablemente no se siente inclinado a contribuir a la campaña de vilipendio contra Irán. Allawi es bien conocido como antiguo agente de la CIA, pero puede tener motivos para oponerse a planes de EE.UU. en cuanto al vecino Irán chií.)
Sin embargo, este hecho sobre esos ocho hombres que hace tres o cuatro años cruzaron la frontera afgano-iraní, es una información potencialmente poderosa, del tipo que se puede esperar que los neoconservadores exploten al máximo. El cambio de régimen en Irán es, después de todo, un importante objetivo neoconservador (aunque no constituya una política oficial de EE.UU.) Un funcionario del gobierno declaró a Jenifer Johnston del Sunday Herald que «habrá mucha intervención en los asuntos internos de Irán» en un segundo período. Los neoconservadores saben que si Bush es reelegido, podrán realizar sus planes.
Este nuevo hecho manipulable sobre el cruce de fronteras es una excelente adición al archivo contra Irán que están creando. Aquí vemos supuestamente a los círculos oficiales iraníes interactuando de alguna manera con las vidas de algunos terroristas de al-Qaeda, por lo menos en la frontera afgana. (La cuestión de las fronteras en general, y la responsabilidad por su vigilancia, ha sido un tema desde el inicio de la ocupación de Irak. Considerando la longitud y la porosidad de las fronteras – con Arabia Saudí, Jordania, Siria, Irán, Kuwait – y la inevitabilidad de la oposición a la ocupación de EE.UU. en toda la región, podemos esperar que vengan más acusaciones de que gobiernos inamistosos están secundando las infiltraciones «terroristas» a Irak, mientras se preparan acciones contra esos gobiernos.) Se puede edificar sobre ese factoide, para construir una espantosa historia en la que ciertos ulemas iraníes tienen conocimiento previo de, y contribuyen a, el 11-S. Si es manejado con habilidad, un cuento semejante puede generar suficiente apoyo público para cualquier cosa que se quiera hacer en Irán (y si en el futuro, resulta que la acción de EE.UU. estaba basada en mentiras… bueno, lo hecho hecho está y es poco probable que los mentirosos tengan que responsabilizarse ante un tribunal). En todo caso, este anuncio del viaje por Irán de tantos secuestradores del 11-S es un punto a favor de los neoconservadores, al sobrevenir justo después de que su caso anterior para el ataque a Irak se derrumbó por completo.
El plan de EE.UU.: una «Insurrección Popular»
Parece que hay planes para una repetición de 1953, cuando la CIA en uno de los éxitos de los que se vanagloria, derrocó a Mossadegh y devolvió el Trono del Pavo Real al sha. No habrá una invasión, sino lo que algunos han llamado una «insurrección popular». Una insurrección popular en Irán, planificada en Washington, podría parecer un oxímoron. Pero tal vez podemos ver la insurrección como un guión de cine, creado por alguna refinada mente neoconservadora.
En ella, los jóvenes de un país muy juvenil (que carecen de toda conexión con la era del brutal sha, que terminó en enero de 1978-9 con la más auténtica revolución popular jamás vivida por una nación musulmana), la gente insatisfecha con el orden existente, se alza y derroca a los ulemas. Estos son jóvenes que, en lo que funcionarios del Departamento de Estado han efectivamente concedido que es una forma de «democracia», están insatisfechos con el complejo proceso legislativo que da a los clérigos musulmanes demasiada influencia sobre sus vidas.
Están influenciados por la cultura popular estadounidense, saben mucho sobre EE.UU. de sus parientes que han vivido allí, y algunos están dispuestos a trabajar con estadounidenses para posibilitar la «insurrección popular». El entorno en el que viven es suficientemente opresivo para llevarlos a pedir un cambio, pero es suficientemente libre para permitir la discusión y la organización, y para coordinarse con exiliados (como el hijo del antiguo sha). Una serie de acciones del tipo mencionado, de «intervención en los asuntos internos de Irán», realizada en conjunto con estos disidentes (y tal vez otros) derroca el régimen existente, mediante una insurrección bien planificada, reemplazando el régimen por otro pro-EE.UU., democrático y favorable a la globalización. Acepta recibir bases militares de EE.UU., renuncia a toda intención de tener armas nucleares (como las que poseen estados cercanos), reforma su Islam, reconoce a Israel y contribuye a una solución exhaustiva del «problema del Medio Oriente.» Ése es el guión.
Algunos están convencidos de que no habrá un ataque contra Irán, argumentando que la administración Bush está puesta a prueba y en situación embarazosa en Irak. Pero la mencionada «intervención en los asuntos internos de Irán» (en otras palabras, la subversión) ya está presumiblemente en silenciosa preparación. Una acción ulterior debe verse acompañada por propaganda contra Irán que suene verosímil al público estadounidense. El anuncio de supuestos vínculos Irán/al-Qaeda aparece en momentos en los que el gobierno de EE.UU. insiste en que Irán trata de producir armas nucleares, en violación de tratados que ha firmado. EE.UU. arguye que Irán ni siquiera necesita generar electricidad con energía nuclear y que todo el programa es militar en su carácter. (En realidad el programa nuclear se origina en los años 50 del siglo pasado y en los años 70 EE.UU., Alemania y Francia firmaron todos contratos para construir reactores nucleares en el Irán del sha. Mientras tanto, Irán discutió con Israel la compra de misiles Jericho capaces de transportar ojivas nucleares.
La ulemocracia que llegó al poder con Khomeini se opuso a la energía nuclear en general, pero desde principios de los años 90 Irán negoció con Rusia de post Guerra Fría para completar el reactor Bushehr. Putin insiste en que Rusia continuará con un acuerdo perfectamente legítimo. (Si eso ocurre, la planta podría ser completada el próximo año o a más tardar en 2007.) EE.UU. señala que los investigadores de la IAEA detectaron trazas de uranio enriquecido en centrífugas de gas en la instalación Nantanz. Irán niega que posea uranio enriquecido.
Israel, las bombas nucleares y Bush
Jane’s Intelligence Digest sugiere que Israel está pensando en un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iranias, como en Osiraq, 1981.
Esto ha sido discutido desde hace algún tiempo. (Israel, evidentemente, tiene sus propias armas nucleares, pero ve la adquisición de bombas atómicas por Irán o alguna de las naciones árabes como una amenaza existencial intolerable.) Es fácil imaginar que alguien en el proceso de planificación esté pensando en la relación entre este ataque y la insurrección popular en preparación. Mientras tanto, hay una iniciativa en el Congreso para generar legislación que respalde el «cambio de régimen» en Irán. Como en Irak, existen múltiples razones: Irán ha sido acusado de dar refugio a miembros de al-Qaeda, aunque Teherán dice, de manera bastante convincente, que detiene a todos los que encuentra. Irán ha sido acusado de complicidad en los ataques suicidas del 12 de mayo de 2003 en Riad. Irán ayuda a Hizbolá, la milicia chií libanesa, y a varios grupos palestinos. La misma fórmula que funcionó en el caso de Irak (amenaza de armas de destrucción masiva, conexiones con al-Qaeda, apoyo para alguna forma de terrorismo) está siendo aplicada en este caso, mientras 160.000 soldados combaten contra «insurgentes» a lo largo de las prolongadas fronteras de Irán con Afganistán e Irak. En esta situación, las observaciones del Comandante en jefe, el presidente Bush, son de gran interés, expresando sucintamente la dialéctica de la desinformación:
«El director interino McLaughlin dice que no existe una conexión directa entre Irán y los ataques del 11 de septiembre», dijo Bush. (El presidente está dispuesto a creer en el punto de vista del jefe temporal de la CIA, por el momento, no vaya a ser que se piense que está impaciente por cambiar el régimen en Irán.) Inmediatamente agregó, sin embargo: «Seguiremos buscando para ver si los iraníes tuvieron algo que ver… En cuanto a las conexiones directas con el 11 de septiembre, estamos buscando en los hechos para determinar si existió alguna». ¿ No suenan como noticias del futuro todos estos «si»? ¿No crees que preguntarán al director a largo plazo de la CIA, en el proceso de entrevista para su nombramiento: «¿Qué piensa usted sobre los vínculos de al-Qaeda con Irán?» «Hay, te aseguro, gente trabajando sin parar, imaginativamente, para encontrar una participación iraní (y siria) en el 11-S. El secretario de prensa de la Casa Blanca, Scott McClellan, ya ha declarado, cuando le preguntaron respecto a las conexiones iraníes con los secuestradores del 11-S: «Parece que es algo que se ha desarrollado con el tiempo». En este caso no hay un «si», sino la imputación de una relación definida y en desarrollo entre al-Qaeda e Irán. Mientras tanto, a pesar de las afirmaciones contrarias por parte de miembros de su propia administración, Bush califica a Irán de «sociedad totalitaria… Hace tiempo que expresé mi preocupación al respecto.»
El plan de cambio del mundo de los neoconservadores preocupados (que, hay que subrayar, podría ser adoptado en sus partes esenciales por una administración Kerry) apunta menos al enemigo original, al-Qaeda, que a una lista de gobiernos y pueblos diversamente poco cooperativos del Mediterráneo a Asia Central. Pero para avanzar por esa ruta tienen que utilizar el 11-S, mediante la manipulación de las emociones de las masas al enfrentar cada nueva tarea, y la asociación de cada nueva tarea con ese día especial en otoño de hace algunos años que significa que todo es diferente ahora, y que desde ahora, se aplican nuevas reglas. Si el vínculo Irán/al-Qaeda sigue siendo inflado en las semanas a venir (mientras se asocia más a Siria con varias «fuerzas del mal») sabremos que los neoconservadores, por más atribulados que estén, siguen controlando la política.
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(Más adelante, 20 de julio) Es de mal agüero ver justo ahora como James Woolsey, ex jefe de la CIA y jugador clave en el recientemente creado (tercer) Comité sobre el Peligro Presente (esta vez, el peligro es el «islamismo radical»), en el programa de Lou Dobb en CNN, repite con la mayor frescura informaciones ya desacreditadas sobre vínculos Sadam/al-Qaeda. También predice con confianza que se encontrarán más y más lazos entre Irán y al-Qaeda. Indudablemente sus colegas buscarán, y si buscan seguramente encontrarán, muchos lazos semejantes: más y más razones para odiar y temer a Irán. Confiarán en que la gente no sea suficientemente lista para observar que las fes religiosas de los yihadíes de bin Laden y de los ulemas de Irán son mutuamente antagónicas y que los militantes de al-Qaeda detestan el régimen iraní. El «wahabismo» saudí y el chiísmo iraní son incompatibles, exactamente como ambos lo son frente al laicismo baasista. Pero, de la misma manera como la administración Bush refundió con éxito (en la mente estadounidense) a al-Qaeda y el 11-S con Irak, puede tratar de hacer lo mismo con el 11-S e Irán.
Un equipo de trabajo co-dirigido por Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter (y en su época abogado del yihád anticomunista en Afganistán), acaba de cuestionar la política de Bush hacia Irán. Está bien; nos muestra que la elite no está unida en el tema de Irán y tal vez su división pueda incluso ayudar a impedir la intervención que amenaza. Pero mientras tanto Hazim al-Shaalan, ministro de defensa en el nuevo casi-gobierno de Irak, declara: «La intrusión iraní ha sido vasta y sin precedentes desde el establecimiento del estado iraquí». Con semejantes declaraciones, el régimen «plenamente soberano», encabezado por el agente de la CIA y criminal homicida Iyad Allawi, instiga los planes para una intrusión de EE.UU. en Irán.
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Gary Leupp es profesor de historia en la Universidad Tufts, y profesor adjunto de religión comparativa. Es autor de: «Servants, Shophands and Laborers in in the Cities of Tokugawa Japan; Male Colors: The Construction of Homosexuality in Tokugawa Japan»; e «Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women, 1543-1900». También colaboró en la implacable crónica de CounterPunch sobre las guerras contra Irak, Afganistán y Yugoslavia, «Imperial Crusades».
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