Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
En el día de la independencia, 20 de marzo, y luego el 30 de abril, la víspera del Día del Trabajo de Túnez, el presidente interino de Túnez Fouad Mebazaa -el legislador que transmitió las decisiones del régimen autoritario de Ben Ali al Congreso desde 1987- llamó al pueblo tunecino a la reconciliación nacional sin especificar sus términos y condiciones. Su llamado se hizo eco de la campaña dirigida por el primer ministro interino Beji Caid Essebsi -miembro de la tristemente célebre guardia vieja de Bourguiba- y las fuerzas de seguridad que instaban a la sociedad tunecina a dar vuelta la página y seguir adelante. El gobierno interino de Túnez intenta monopolizar los discursos sobre la reconciliación y tiende a legitimar abusos cometidos por las fuerzas de seguridad durante el régimen de Ben Ali en los últimos 23 años. Esta versión de reconciliación busca solamente el refuerzo de una «cultura de impunidad» porque la amnistía vendrá a costa de la justicia para las víctimas. Sin rendimiento de cuentas y reconocimiento de los crímenes cometidos, la amnistía significa amnesia oficial, creando divisiones políticas. Más importante aún es que la reconciliación no puede tener lugar sin poner a las fuerzas de seguridad bajo control democrático. Los tunecinos esperan que fuerzas de seguridad reformadas respeten la ley -en especial los derechos humanos- que trabajen de manera profesional, se mantengan apolíticas, y sean responsables por sus actos. La reforma del sector tunecino de la seguridad es crítica para restaurar la confianza pública en las instituciones del Estado. Aunque el Servicio de Seguridad del Estado (SSS) del Ministerio del Interior ha sido desmantelado, no ha habido una investigación seria de los agentes involucrados en maltratos, arrestos arbitrarios, detenciones, interrogatorios, torturas o ejecuciones extralegales y sumarias. Además, oficiales de diferentes servicios de seguridad que estuvieron involucrados en la matanza y la tortura de manifestantes han sido transferidos e incluso promovidos a otras oficinas. El pueblo tunecino teme efectivamente que vestigios de las fuerzas de seguridad se propongan propagar el pánico y el caos a fin de crear una atmósfera de inseguridad que podría retardar una transición política.
EE.UU. tiene que dejar en claro al gobierno interino de Túnez que la reconciliación y reforma del sector de la seguridad deben complementarse a fin de enfrentar el pasado y construir el futuro. La garantía de derechos humanos esenciales -libre expresión, organización abierta y pacífica y la movilización por el cambio social y político- no pueden ocurrir sin un compromiso sólido con la transparencia y la responsabilización. Esto sucederá solo a través del fortalecimiento de un gobierno efectivo y la profesionalización de los servicios de seguridad centrada en la dignidad humana. La revuelta tunecina fue una busca de dignidad y un rechazo a una forma autocrática de gobierno, que pueden comenzar por una investigación legal de las fuerzas de seguridad identificadas como responsables de abusos de los derechos humanos. El rendimiento de cuentas debe basarse en una justicia imparcial, en lugar de una amnesia que postergue una genuina reconciliación y agrave la crisis de confianza entre el gobernante y los gobernados.
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Noureddine Jebnoun se especializa en Medio Oriente y África del Norte. Sus intereses pedagógicos incluyen instituciones políticas, democratización y autoritarismo, movimientos políticos islámicos, violencia política, desafíos de seguridad, conflictos étnicos y sectarios y asuntos sociopolíticos del Norte de África. El doctor Jebnoun fue profesor visitante de asuntos árabes y de Medio Oriente en la Universidad Maureen de Montana y del Centro Mike Mansfield (2008-2010), entre numerosas actividades académicas en varios países
Fuente: http://www.jadaliyya.com/