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Sáhara Occidental

El mar indomable

Fuentes: El salto [Foto: Barcos pesqueros marroquíes en Essaouira, suroeste de Marruecos]

Los acuerdos pesqueros firmados por la UE-Marruecos estarían contribuyendo a perpetuar y profundizar la ocupación. Diversas empresas españolas se estarían beneficiando de la pesca de la sardina y el pulpo saharauis

Aisha no sabe nadar y a pesar de ser flaca y frágil, explica que confía en el mar que la vio nacer en el exilio. Sería capaz de lanzarse al Océano para anudar entre ellas todas las redes de los barcos de arrastre que faenan y esquilman el fondo marino. A esta niña refugiada saharaui de 13 años que vive en Sevilla le encantaría un boicot de corte poético. Una acción cocinada a fuego lento para cambiar el mundo a dentelladas. “Algún día seré yo quien pesque desde la playa de Bojador y venderé mi pescado en Rabat”.

El agua del Atlántico es inabarcable, sin embargo, el pueblo saharaui tiene la delicadeza de poder abrazarlo en sus mentes. Tanto los que viven en los territorios ocupados como los que habitan en la sequedad inhóspita de los campamentos de refugiados a cientos de kilómetros de distancia. Y sí, en el Sáhara Occidental han ocupado las casas, las pertenecías, pero no los sueños. Ni el mar. Porque ambos son indomables.

El 23 de diciembre de 2020, en plena campaña navideña, colmada de encuestas, reportajes y especiales sobre la prudencia de no hacer cenas familiares de más de seis personas, todos tenían la sabrosa manía de coincidir en algo: había que cercar al virus en el ocaso de un año que pasó a la historia como el intento más sonado de decrecimiento a escala mundial. La noticia la habían matado hacía rato.

En 2019 las capturas en aguas del Sahara Occidental ascendieron a las 1.067.000 toneladas con un valor total de 496.408 millones de euros. Y las exportaciones hacia la UE, en el mismo año, ascendieron a 124.900 toneladas, que suponen 434.437 millones de euros

Ese mismo día, la Comisión Europea publicaba un informe que no tenía tanto dulce para abrir los informativos de la noche. De hecho, era excesivamente salado. Según los datos de 2019, las capturas en aguas del Sahara Occidental ascendieron a las 1.067.000 toneladas con un valor total de 496.408 millones de euros. Y las exportaciones hacia la UE, en el mismo año, ascendieron a 124.900 toneladas, que traducido en valor económico supone 434.437 millones de euros. La lectura en voz alta de estas cifras no deja duda del valor económico de la riqueza de las costas saharauis —sin contabilizar la pesca furtiva que esquiva cualquier encuesta y las artimañas utilizadas por armadores y gobiernos para hacerse invisibles frente a la ley—, pero las principales ganancias son para empresas marroquíes y europeas.

El documental de reciente creación Ocupación S.A. (2020) explora con más detalle el ecosistema de la pesca en el Sahara Occidental; unas aguas en disputa de las que Marruecos se aprovecha para escupir titulares como el de que es el mayor productor de pescado en África y el país 17 en el mundo. Y lo cierto es que el sector de la pesca aporta entre un 2% y un 3% del PIB marroquí representando más de la mitad de las exportaciones totales alimenticias. Además, la ironía es que es uno de los primeros productores de pulpo del mundo a pesar de que sus caladeros se han reducido drásticamente. Quizás sea normal que la espera saharaui haya pasado de mirar siempre desde el mismo porche a vislumbrar el futuro desde una trinchera abierta desde noviembre de 2020 cuando Marruecos rompió el alto el fuego con el Frente Polisario después de 30 años. El mecanismo de relojería llevaba tiempo esperando dar las 12 campanadas.

Los acuerdos de pesca o la ocupación financiada por la UE

Es la Cosa Nostra. Un banquete a cargo de Bruselas. La teoría legal es esta: El 12 de febrero de 2019, el Parlamento Europeo aprobó el nuevo acuerdo de colaboración sobre pesca sostenible entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos con unas contrapartidas económicas de 153,6 millones de euros para cuatro años (48,1 millones para el primer año; 50,4 millones para el segundo; y 55,1 millones para los dos últimos). La duración del protocolo que lo acompañará se prevé de cuatro años, con un total de 128 barcos comunitarios, de los cuales 92 son españoles.

La UE se apresuró a destacar que con este acuerdo “garantizan normas, gestión científica y empoderamiento social uniforme, centrándose en la sostenibilidad medioambiental, el crecimiento local, los derechos humanos y la responsabilidad compartida”. No obstante, la imaginada sostenibilidad consiste en que Marruecos cede a los navíos europeos el derecho de explotación de sus zonas económicas exclusivas, incluidas las del Sahara Occidental, donde se encuentran los principales bancos de sardinas, pulpos y otras especies demandadas en el mercado.

Marruecos cede a los navíos europeos el derecho de explotación de sus zonas económicas exclusivas, incluidas las del Sahara Occidental, donde se encuentran los principales bancos de sardinas, pulpos y otras especies demandadas en el mercado

Como señala Felipe Daza, coordinador de investigación del Observatorio de Derechos Humanos y Empresas en el Mediterráneo, “la Comisión Europea ha negociado y cerrado acuerdos entre la UE y Marruecos que incluyen los recursos naturales del Sáhara Occidental sin contar con el consentimiento y aprobación de la población saharaui. La explotación en un Territorio no Autónomo por una potencia administradora solo sería lícita si se llevara a cabo en beneficio de la población de dicho territorio, en su nombre, o con el consentimiento de sus representantes. Pero ninguno de estos supuestos se garantiza en el caso del Sáhara Occidental”. En corto. Sería algo así como arrojarse de bruces en la certidumbre del negocio que tiene montado Bruselas a costa de la vida y el futuro del pueblo saharaui.

La pregunta entonces es ¿qué gana Marruecos con este acuerdo? Una cuantiosa contribución económica compuesta de dos partes.

La primera es la consolidación de sus propias empresas pesqueras que lideran el sector ya que buena parte de lo que se comercializa en España llega a través de empresas marroquíes que operan en Dajla, pero con socios e incluso capital extranjero, europeo, francés o español, entre otros.

En el informe Los tentáculos de la ocupación publicado en septiembre de 2019, se detallan nombres de armadores (PULMAR), empresas importadoras-exportadoras (Canosa de Frigoríficos Camariñas y Congelados del Estrecho), empresas de la industria transformadora (Grupo Conservas Garavilla) o de la industria auxiliar (Mivisa) implicadas en una práctica que violaría el derecho internacional. Entre las empresas de ámbito español que importan materia prima del Sáhara Occidental para su comercialización y distribución se localizan mayoritariamente en Galicia como Salgado Congelado SL, Discefa, Canosa o Profand. Pero existen otras como Krustagroup o Unión Martín. Todas estas empresas se encargan de abastecer a mayoristas (Makro), grandes superficies (el Corte Inglés), supermercados (Carrefour, Mercadona o Lidl) hoteles, restaurantes y colegios.

La segunda parte iría enfocada en un apoyo sectorial para promover el desarrollo y reforzar su capacidad administrativa y científica. Como se explica en el Los tentáculos de la ocupación, “desde el 2002 y a instancias del Rey Mohammed VI, Marruecos ha desarrollado un programa de acondicionamiento y creación de pueblos de pescadores que se enmarca dentro de la política demográfica que ha convertido a la población saharaui en una minoría dentro del Sahara ocupado, estrategia esencial para la anexión del Sáhara Occidental en Marruecos”. Una buena parte de estos pueblos han sido desarrollados dentro del Plan Halieutis, una estrategia que incluye al Sahara Occidental como territorio marroquí y que recibe financiación procedente de la UE, como contrapartida a los acuerdos de pesca.

El investigador Daza sentencia de este modo: “La UE con la financiación del Plan Halieutis estaría contribuyendo a perpetuar y profundizar la ocupación, obstaculizando una posible solución política para el Sáhara Occidental basada en el derecho de autodeterminación y la legalidad internacional”. En febrero de 2019, en plena fanfarria por los acuerdos UE-Marruecos, El Salón Internacional del Sector Pesquero “Halieutis” financiado por el gobierno marroquí recibía la visita del ministro español de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, quien además fue antiguo embajador en el país. Y bebieron té. Todo en casa.

Palencia: Líder del pulpo en Europa

En el barrio de la Pescadería, en A Coruña, o en el romántico y melancólico puerto de Muros, el tema del pulpo es una cerilla del mejor fósforo. Que si el punto perfecto de cocción, que si la mejor taberna del territorio, que si la mejor feria de calle para testar el cefalópodo, o el tema que revienta manteles y subraya aquello de que las ideologías se marcan a fuego en la barra de un bar: que el pulpo que se come en Galicia y en el Estado español no sabe prácticamente nada de meigas y del arte románico. No es de aquí. Viene de fuera. Un saber popular que nadie del sector trata de ocultar y que un equipo de investigación de La Sexta pudo documentar en un reportaje.

“Marruecos ha desarrollado un programa de acondicionamiento y creación de pueblos de pescadores que se enmarca dentro de la política demográfica que ha convertido a la población saharaui en una minoría dentro del Sahara ocupado, estrategia esencial para la anexión del Sáhara Occidental”

Aitor, cocinero avezado y continuador de la saga familiar, regenta una de tantas cocinas especializadas en pulpo en la capital gallega. Responde al teléfono con ruido metálico al fondo: “En las lonjas gallegas el pulpo es cada vez más un animal que escasea… y si te preguntas de dónde viene el pulpo que ofrecen el 85% de los restaurantes turísticos la cosa está clara: del Sáhara”, explica este gallego que ha preferido no mojarse el delantal y mantener el anonimato de su negocio.

Una de las extrañas anécdotas geográficas relacionadas con el comentario del chef tiene lugar en Castilla León, concretamente en Palencia. Una ciudad que lo más parecido al mar que tiene son las agua del Rio Carrión que serpentea los límites de la urbe. Pues en el Polígono Industrial San Antolín, en la avenida de la Comunidad Europea, se encuentra la sede de Viveros Merimar, la empresa líder en Europa en comercialización del pulpo cocido, según explican en su página web.

Triple mortal con doble tirabuzón. Un ejemplo de impunidad que alarma al leer la descripción sobre la procedencia de su materia prima. “El pulpo con el que trabajamos en Viveros Merimar y que lleva la firma de la marca Meripul es de la variedad Octopus Vulgaris y procede de Dakhla, en Marruecos, una zona considerada tradicionalmente por los expertos del sector del pescado y marisco, como el lugar donde se obtiene el pulpo con la más alta calidad del mercado”. Al igual que la descripción de esta empresa, hay decenas que no ocultan de dónde obtienen su beneficio. “Una nueva estrategia debería apostar por lo imprevisible y el asombro… hacerle el boicot a estas empresas, ¿no?”, se pregunta la joven Aisha… Al menos queda aquello tan humano de abrazar la fe en esos otros mundos posibles.

Sebastián Ruiz-Cabrera. Wiriko.

Esta serie de investigación ha sido posible gracias a la ONG MUNDUBAT y a la financiación del Ayuntamiento de Madrid.

Aquí pueden ver completo el documental Ocupación S.A.

Artículos anteriores de la serie:

La mata del desierto

Violar la vida

Romper el viento

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/sahara-occidental/mar-indomable-pesca-plan-halieutis