El milagro. Mi primera vez fue en junio de 1993. Después vinieron otras -unas cuantas- pero esa marcó el sentido de mis andanzas. El infierno existe. La primera vez fue en Argelia, en los campamentos de refugiados saharauis. El infierno de los vivos. «Es inhumano, insoportable. No puede durar mucho», recuerdo que pensé, quise creer, […]
El milagro. Mi primera vez fue en junio de 1993. Después vinieron otras -unas cuantas- pero esa marcó el sentido de mis andanzas. El infierno existe. La primera vez fue en Argelia, en los campamentos de refugiados saharauis. El infierno de los vivos. «Es inhumano, insoportable. No puede durar mucho», recuerdo que pensé, quise creer, entonces. La República Árabe Saharaui Democrática ha cumplido este martes treinta y un años en el destierro. El infierno continúa.
Los tanques. En noviembre, el gobierno español vendió al ejército marroquí 1.200 blindados, equipados con ametralladoras, misiles anticarro y lanzagranadas, más de 800 vehículos militares y 10 patrulleras para la vigilancia de sus costas. Su precio supera los 195 millones de euros. Las exportaciones españolas de material bélico en 2005 alcanzaron los 419,45 millones de euros. La contribución hispana a una solución «pacífica» y «dialogada» al conflicto del Sáhara tiene ya en Marruecos a su mejor cliente y aliado.
Los peces. El rey de Marruecos ha firmado este lunes su nuevo acuerdo de pesca con la Unión Europea. El anterior expiró en 1999. Marruecos recibirá, durante sus cuatro años de validez, un total de 161 millones de euros. La flota europea capturará hasta 60.000 toneladas anuales de pescado. Con este convenio, «ilegal e injusto» para los saharauis, la Unión Europea podrá faenar en las aguas territoriales del Sáhara Occidental ocupado. «Para España es una gran satisfacción la firma de este acuerdo», ha reconocido la ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación, Elena Espinosa. De las 119 licencias pesqueras concedidas por Marruecos, 101 corresponden al Estado español.
Pensavientos. La primera vez, junio de 1993, campamento de refugiados de Ausserd. En una de sus escuelas, un grupo de críos recibe clase de castellano. En la pizarra, sola, una misteriosa frase: «la otra noche que era viento». En mi cabeza, una imagen, un deseo. La mar, las playas, las gentes del Sáhara. Libres. Viento.