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Entrevista a Agustín García Calvo, poeta, ensayista y filósofo

«El movimiento 15-M debe perder el miedo para acabar con la democracia»

Fuentes: El Faro de Vigo

El pasado 19 de mayo, el poeta y ensayista Agustín García Calvo encontró en la Puerta del Sol la rebelión que llevaba esperando desde que participó en las revueltas de los jóvenes frente al poder en varios países europeos durante la década de los años sesenta. Ante miles de personas, expresó los pilares de un […]

El pasado 19 de mayo, el poeta y ensayista Agustín García Calvo encontró en la Puerta del Sol la rebelión que llevaba esperando desde que participó en las revueltas de los jóvenes frente al poder en varios países europeos durante la década de los años sesenta. Ante miles de personas, expresó los pilares de un pensamiento a contracorriente, que fija en la democracia su principal enemigo como «régimen subyugado al poder del dinero». Algunos vitorearon sus palabras; otros, simplemente, no le entendieron. A falta de proponer un modelo político alternativo al actual, de las palabras de García Calvo se deduce su lucha por situarse en el inconformismo y el escepticismo costantes. Advierte que los medios son instrumentos abandonados a ese «régimen». Cuando se publican ideas como las suyas es por un «imprevisto o un error». Estas páginas son, pues, un resquicio por el que se cuelan algunas de sus reflexiones.

– En su alocución de la Puerta del Sol, recordaba a los jóvenes el movimiento de descontento que usted vivió hace más de cuarenta años…

– Lo más vivo y lo que más vale de esta rebelión de gente menos formada -llamarlos jóvenes me suena a fascista- es que los que empezaron con esto no sabían lo que hacían. Lo importante es que no estaban obedeciendo a planes previstos, sino que les venía de más abajo, provocado por un descontento contra el régimen del bienestar, el que nos ha tocado padecer en estos años. La continuación ha tendido por el afán de hacer algo real y realista obedeciendo a los mismos métodos y trucos que el régimen mismo tiene normalmente en uso, con lo que las asambleas dejan de ser libres y sin número y se convierten en congresos y parlamentos de los que mandan. Mi actitud desde entonces ha sido, junto con unos cuantos de ellos, la de tratar de mantener el sentido originario con el que saludé el 19 de mayo, esta llegada inesperada de la manifestación del descontento general.

– Habla del término futuro como una coartada del sistema político de nuestro tiempo, ¿qué propone usted como alternativa?

– No es una coartada, sino una necesidad. Trata de imaginarte el dinero funcionando sin futuro o trata de imaginar un Estado que consista en otra cosa que la planificación y la previsión. No se trata de una coartada; es una necesidad para el mantenimiento de este orden que consiste en cambiar para seguir lo mismo. Cuando algo de abajo, del pueblo, se levanta contra ellos, está claro que no puede contar con futuro de ninguna especie. Para poder hacer algo, hay que irlo inventando y encontrando, sin tenerlo previsto. Los descontentos no pueden utilizar los trucos de la democracia: ni contarse, ni votarse, ni tener éxito con las grandes manifestaciones que a la televisión le gustan.

– Usted no cree que ellos estén seguros de poder cambiar el sistema político actual…

– No se trata de creer. La fe le pertenece al régimen. En el antiguo era la fe religiosa y el actual es la fe en el dinero, el orden y la democracia. Entre la gente de abajo, lo que pasa es que hay disidencia de actitudes entre los que se juntan en asamblea. Por un lado, una mayoría que va a tender a marcar un fin y un futuro, y organizar manifestaciones y cosas así. Otra sigue sintiendo que esto no se produjo para conseguir esas reivindicaciones al poder.

– Hoy por hoy, ¿cree que la revolución 15-M ha servido de algo?

-¿Si ha servido de algo? Claro. Entre otras cosas, la repercusión que ha tenido en el mundo desarrollado que se rige por la democracia, en Dinamarca, en Nueva York… Esto ha servido para demostrar que no ha sido una «cosita» española y de una reclamación contra un reglamento de trabajo, sino algo que iba más a fondo. Una rebelión contra el régimen del bienestar sin más, entero. Esto es lo que se ha puesto de relieve y no se borra. Esto no está muerto. El pasado jueves volví a acudir a tratar de mantener el sentido originario del movimiento con otra gente.

– El movimiento espontáneo que ha surgido, ¿se llevará por delante el régimen del que usted habla?

-No me mandes hacer profecías… Lo de espontáneo es equívoco. No ha sido espontáneo, sino que ha surgido de la hartura del régimen. Ha salido de eso que se llama pueblo, que no existe, gracias a que nunca estamos contentos del todo. Así debe seguir surgiendo frente a un régimen en el que Estado y capital están confundidos. Lo importante es que en las rebeliones contra el régimen no puede haber reclamaciones particulares, es a su caída a lo que se va. Claro que esto no se hace de la noche a la mañana ni hay por qué esperarlo, con lo que no cabe más que seguir con paciencia, tratando de descubrir los engaños de la democracia, porque la primera acción es contra esa fe que el capital y el Estado necesitan.

– En su intervención en Madrid, usted les hizo a los manifestantes un pequeño o gran reproche, que criticaran algo y propusieran, en su lugar, más de lo mismo…

– Preveía lo que venía por delante, la mala vía, la de la mayoría, creer que hay que tener reivindicaciones que proponer. Que éste es el mal camino se lo he dicho muchas veces acudiendo al síntoma del aburrimiento. Cuando se tratan de verdad las cosas, a fondo, cuando se trata de dar voz al descontento, en una asamblea nadie se aburre nunca, siempre hay cosas que decir. Cuando se empiezan a discutir proyectos y a votar, entonces el aburrimiento cae como una losa sobre la asamblea.

– ¿Por qué insiste tanto en su crítica al ejercicio de votar o cuantificar el número de personas que acuden a las llamadas asambleas?

– La democracia está fundada en creer que cada uno sabe lo que quiere y lo que vota. En poder contar los votos para que después la mayoría pueda hacer pasar por todo. Por mucho que insista, es el régimen al que se ataca y no se puede imitarlo.

– Y, frente a los «engaños» de la democracia, ¿qué?

– Nada, seguir…

– ¿Cuál es su modelo de sistema político o de convivencia en sociedad?

– Tentativas y ensayos se pueden ir haciendo. Las hubo entre los hippies en California en el sesenta y tantos, antes en la Guerra Civil en pueblecitos para ensayar formas de vida. Siempre se trata de ver cómo se puede vivir y convivir sin dinero, es decir, luchar contra el miedo de lo que pasaría si esto se hunde y combatir la supuesta necesidad de que la realidad tiene que ser así. Combatir eso es el frente el que estamos luchando.

– ¿Cómo ha sido su relación personal con el dinero a lo largo de su vida?

– La de un «medio privilegiado» que siempre he sido. Nunca he sido ni pobre ni oprimido. Tengo esta casa con algo de dinero que dejó mi padre, y aunque sufriendo bastante este Estado muchos años como catedrático, mi relación con la Hacienda y con el dinero ha sido siempre ambigua y contradictoria, tratando de hacer trampa cuando se puede y escurriéndome cuando podía. No tiene nada de particular ni de ilustre.

– Sin recurrir a profecías, ¿cree que ese miedo lo romperán quienes están detrás del 15-M?

– Una persona siempre está hecha en contradicción. Hay una parte del miedo en la que uno es un cliente o un súbito sin más. Luego hay una parte por debajo que entra en contradicción, en la que estamos en la actualidad.

– ¿Qué opina de los medios y de los periodistas?

– Los medios de información de masas están al servicio del poder, no creo que haya que decirlo. Hay grados, los que han nacido bajo el régimen, como la televisión, que no dejan ni un resquicio al pensamiento. Por eso, desde el principio tomé la decisión de negarme a aparecer en ella. La prensa, la radio, que vienen del antiguo régimen, se ve que tienen más resquicios y más posibilidades de meter la nariz, y por eso no he dejado de intentarlo, por si acaso se puede decir algo que no está dicho y lo que se repite todos los días. Si algo bueno se cuela, es por equivocación.

– ¿Cómo cree que las personas de la Puerta del Sol percibieron su mensaje?

– Una mayoría lo percibieron mal, pensando que iban a conseguir cositas de esas, reivindicaciones. Otra parte se quedó sin saber qué hacer. Cuando les dije que esto, para hacer algo, tenía que no tener futuro, muchos de ellos respondieron como si eso mismo les saliera del corazón.

– ¿Le reconocieron?

– No. Desgraciadamente nunca he logrado que mis libros se vendan mucho, de manera que se puede asegurar que la mayoría no me conocían. Por fortuna.

– Por fortuna…

– Por fortuna, así valía más la respuesta con la que me acogieron.

– Le voy a plantear algunas palabras que suele utilizar en sus artículos sobre pensamiento político para que me diga lo primero que se le venga a la cabeza: Realidad…

– Contradicción.El sitio donde el ideal impuesto desde arriba, desde el dios matemático y la resistencia desde abajo, de lo desconocido, se encuentran.

– Estado.

– El régimen actual, lo mismo que el capital. Consisten en un orden desde arriba: creer que nos pueden ordenar la vida.

– Verdad.

– Algo que en la realidad no se da. En la realidad no nos cabe más que el descubrimiento de las mentiras y de la fe sobre la que la realidad está constituida.

– Ciencia.

– Al servicio de los gobiernos, solo que por fortuna tampoco es íntegra y, de vez en cuando, hay investigadores que descubren los problemas siempre vivos y nunca resueltos. La inmensa mayoría de la ciencia se dedica a convencernos que se sabe lo que es el mundo.

– Televisión.

– Todos esos medios están sometidos al poder, no puede colarse ni una imagen ni una palabra que no sea contribuir a la mentira que nos hace creer en la realidad como si fuera una verdad.

– ¿El movimiento 15-M ha fracasado o ha triunfado?

– Yo estoy en él. Ésa es una pregunta para los políticos y los banqueros. No me la puedes hacer ni a mí ni al movimiento, porque aquí no hay ni éxito ni fracaso, simplemente un descubrimiento del descontento con el régimen establecido. Es un sentimiento que se renueva y que encuentra las formas de rebelarse, cuando puede hacerlo.

Fuente: http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2011/07/11/movimiento-15-m-debe-perder-miedo-acabar-democracia/562029.html