Mientras continúan desarrollándose acontecimientos en el norte de África con implicancias geopolíticas a nivel mundial, los alcances de las revueltas en el mundo árabe -que responden a múltiples causas- son motivo de análisis y de un debate que deja entrever distintas matrices ideológicas y experiencias históricas a la hora de analizar tan complejo escenario. Gobiernos […]
Mientras continúan desarrollándose acontecimientos en el norte de África con implicancias geopolíticas a nivel mundial, los alcances de las revueltas en el mundo árabe -que responden a múltiples causas- son motivo de análisis y de un debate que deja entrever distintas matrices ideológicas y experiencias históricas a la hora de analizar tan complejo escenario. Gobiernos y sectores de la izquierda latinoamericana han manifestado, mayoritariamente, el rechazo a la intervención de la OTAN, de los Estados Unidos y los países de la Unión Europea en el caso de Libia. Seis meses antes de los bombardeos que produjeron más de 50 mil muertos, Fidel Castro anticipaba: «Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días». En tanto, para algunos intelectuales europeos las revueltas de la población árabe en general y, en particular la de Libia, deben ser consideradas verdaderas «revoluciones» sociales que buscan un nuevo paradigma democrático de desarrollo y por consiguiente, merecen mayor atención por parte de Latinoamérica, cuyas experiencias políticas recientes tienen similitud con las revueltas árabes, más allá de la intervención de las potencias imperiales a través de la OTAN.
En Buenos Aires, justamente, tuvo lugar un coloquio internacional «Las Revoluciones árabes y la nueva geopolítica mundial, organizado por el periódico Le Monde Diplomatic, Cono Sur. Uno de los exponentes del pensamiento latinoamericano es Luis Britto García, venezolano, titular emérito de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de su país. Luis Britto García , en este dialogo, nos clarifica lo que ha priorizado el pensamiento latinoamericano frente a los acontecimientos ocurridos en distintos países árabes y, fundamentalmente en Libia.
– En la presentación de la mesa donde Usted participará como ponente se dice que «llama la atención el silencio por parte de Gobiernos progresistas de Latinoamérica frente a las revueltas árabes». A la vez que se resalta «lo sorprendente de este silencio» dado que estos gobiernos- llegados al poder mediante las urnas- tienen mucho en común con los movimientos insurreccionales árabes. ¿Coincide usted con este planteo?
-LBG: Debo admitir que me llamó la atención la postura que se fija de antemano en el programa que se ha entregado a los participantes. Lo mismo le ocurrió a mi compañera de mesa, Elizabeth Carvalho, de Brasil, periodista y escritora. Lo hemos comentado. Desde mi visión, lo que está pasando en el mundo árabe es muy distinto a lo que aconteció en Latinoamérica. Por supuesto que reivindico las revueltas de Túnez, o de Egipto, pero hay otra, sumamente dudosa y es la de Libia, donde los hechos se han basado en una guerra civil impulsada por intereses de un grupo de los países integrantes de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN)- Estados Unidos, Francia e Inglaterra-, quienes han apoyado a los opositores al Gobierno de Gaddafi con recursos económicos y armas. Además no hay que omitir que de ese país salen 76.557 mil millones de dólares en petróleo que mantienen funcionando a Europa.. No habilitan energías alternativas, saquean a países que sí la tienen. Tampoco es cierto que hubo silencio por parte de algunos países de nuestra región. Por ejemplo, en el caso de Venezuela, el gobierno ha defendido la autonomía, la no injerencia de fuerzas extranjeras para resolver el conflicto y el derecho que le asiste a todo pueblo de mantener y defender su autonomía. Debemos recordar que América Latina vive amenazada por parte de los Estados Unidos. Nuestro gobierno ha sido prudente e hizo serios intentos para que tanto la Liga Árabe como la Unión Africana propicien la paz. En ese sentido también trabajó el gobierno de Brasil, Bolivia y Ecuador.
Latinoamérica no tiene una mirada opuesta a las demandas de quienes vienen protagonizando protestas, revueltas, movilizaciones en los países árabes. Dado que las revueltas en líneas generales están motivadas por diversos factores: crisis alimentaria, crisis económica mundial, deterioro generalizado de la calidad de vida de la población, etc. y esto se extiende al tercer mundo. Es cierto que ha habido autocracias muy apoyadas por occidente y que han dejado insatisfechas las necesidades de la gente. Esto es similar a lo vivido durante la década de los 90 en Latinoamérica con la aplicación de medidas neoliberales inspiradas en el Consenso de Washington. Esta realidad es similar en Túnez, Egipto, Bahrein pero en Libia me parece distinto al estar directamente vinculada por la disputa en el control de los hidrocarburos. Esa guerra, la de Libia, es una guerra por el petróleo.
-¿Cuál ha sido el papel de los medios hegemónicos frente a los acontecimientos Libios?
-LBG. Te respondo con un dicho: En una guerra la primera baja es la verdad. La guerra civil en Libia o el intento de agresión empieza con bombardeos que nunca se comprobaron, tampoco existieron imágenes convincentes de los manifestantes agredidos. Los corresponsales de TELESUR no lo pudieron verificar. Fabricaron mediáticamente un grupo de víctimas para justificar un bombardeo masivo que lleva varios meses y 60 mil muertos. Incluso hasta los informes de vigilancia de los satélites rusos que cubren todo el planeta negaron estos bombardeos. El propio Pentágono confirmó que ese hecho no ocurrió.
Los medios seleccionaron actores para representar la toma ficticia de la Plaza Verde de Trípoli por parte de los opositores. Trasmitieron esa puesta en escena para internacionalizar la derrota del Gobierno Libio. Recordemos el video publicado por la BBC de Londres, acerca de una manifestación realizada en Trípoli para celebrar la caída del Primer Mandatario libio. Era completamente falso, ya que lo que mostraba era a un grupo reunido donde ondeaba la bandera de la India. ¿Donde quedó la credibilidad de este medio? Es una guerra hecha en fotoshop y se parece en mucho a situaciones vividas en América Latina.
-Usted habla de la existencia de una campaña internacional contra Venezuela que a la vez fomenta la islamofobia…
-LBG. La prensa del sistema inventó que existían campamentos de Al Qaeda en la Península de Macanao (Nueva Esparta), así como cohetes iraníes en Paraguaná. Se publicaron mentiras, tales como que Muammar Al Gaddafi se había refugiado en territorio venezolano. Todo es parte de una estrategia, Libia es Libia y Venezuela es Venezuela, Somos países del tercer mundo apetecibles por nuestras riquezas y blanco permanente de una agresión mortífera en el caso libio, y potencial en el nuestro. «La idea de la instauración de un Gobierno de transición en mi país ha sido uno de los temas centrales en la prensa de oposición. Ha sido persistente hasta hoy la idea de la derecha venezolana en asimilar a Chávez con Al Gaddafi e instalar la islamofobia, fomentando sentimientos de odio, y la discriminación sobre los inmigrantes árabes, ya hemos tenido muestras de ello.
¿Es posible pensar un escenario similar en Venezuela?
LBG. Desde luego que si y no desde la perspectiva de la instabilidad política. Como se sabe ha habido intentos de golpe de Estado, contra Chávez y Correa. Se dio un golpe de Estado en Honduras… A veces la agresión es directa o indirecta. Se trata, siempre, de la lucha por la hegemonía de los Imperios. Y Venezuela y Ecuador cuentan con grandes recursos naturales y estratégicos. Hay que destacar la importancia que adquiere frente a este panorama las políticas de integración en Latinoamérica.
Fuente: www.iadeg.com.ar