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El muro y la esquizofrenia por las drogas que consume y armas que vende EE.UU.

Fuentes: CLAE

El presidente Joe Biden sorprendió al reconocer que Estados Unidos envía a territorio mexicano armas de fuego peligrosas, incluidos rifles de asalto y que este tráfico resta autoridad moral a su gobierno cuando aborda con su contraparte mexicana problemáticas de interés común como el trasiego de estupefacientes (en particular, el fentanilo) hacia el norte o los asuntos relativos a la extensa frontera compartida.

El expresidente de México, Porfirio Díaz, quien gobernó de 1876 a 1911 había señalado “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Hoy los une y separa un muro -reforzado con cámaras, detectores de movimiento, drones y los agentes de la Patrulla Fronteriza en sus vehículos, todo con el fin de cazar a seres humanos-, que oculta la esquizofrenia fronteriza sobre las drogas, venta de armas y el tráfico de personas, entre otros contrastes. 

El muro marca todo, pero tristemente se vuelve normal. El metal enterrado sin piedad en un desierto forma un muro serpentino a lo largo de cientos de kilómetros, con camionetas blancas y verdes de la Patrulla Fronteriza vigilando la periferia, es quizá el peor símbolo de un país que dice ser líder del orbe pero que, a la vez, le teme al mundo, señalan David Brooks y Jim Cason en La Jornada.

Del lado mexicano sigue sin freno la violencia ligada al negocio ilícito del narco enviando las drogas que tantos estadounidenses desean, utilizando armas hechas en EEUU. Del otro lado del muro se vende marihuana en las droguerías y armas en tiendas que piden escasa documentación para comprar sus productos, todo legal. Hay sólo un muro entre las dos realidades

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador insiste: “hay cosas que nos unen: la historia, nuestras relaciones culturales; ahora, 38 millones de mexicanos en Estados Unidos, los tres mil 180 kilómetros de frontera, los cambios económicos y comerciales en el mundo, que nos demandan mayor unidad, integrarnos para consolidarnos como región económica y comercial”.

Durante su intervención en la Cumbre de Comunidades más Seguras, Biden admitió que su par de México, Andrés Manuel López Obrador, le ha solicitado detener esta crisis al abordar las distintas problemáticas que hay en la frontera entre ambos países.

Reconoció que al plantear estos problemas se le inquiere acerca de sus acciones para frenar el flujo de armamento que fortalece a los grupos criminales. Biden dijo: “¿saben qué me dicen cuando hablo del fentanilo, de la frontera y todo eso? Hablo con el Presidente de México y él me dice: ‘¿podrían dejar de enviarnos armas?’”. “En el nombre de Dios, ¿en qué nos estamos convirtiendo si no paramos el envío de armas de alto poder a México?”, se preguntó.

El presidente estadounidense rompió con la monolítica postura de la clase política estadounidense -tanto de republicanos como demócratas- de deslindarse de toda responsabilidad por los estragos que ocasiona el descontrol en la manufactura, venta y posesión de armas de fuego que ampara la Segunda Enmienda a su Carta Magna, en la cual se establece el derecho a almacenar y portar armas.

Pero fueron solo palabras, porque este reconocimiento no cambia en absoluto el hecho de que cualquier individuo pueda adquirir pistolas automáticas, rifles, ametralladoras y otros instrumentos de uso claramente militar, que alimentan la sucesión de tiroteos masivos que mantiene aterrorizada a la sociedad estadounidense. 

A esta situación con las armas se ha sumado el trasiego de fentanilo que ingresa hacia territorio estadounidense. Sólo en el pasado año se incautaron seis mil 350 kilos de la droga en la frontera sur estadounidense y más de cuatro mil kilos en lo que va del año. Además, se registraron más de 70 mil muertes por el fentanilo en 2021, según el Instituto Nacional de Salud.

Palabras

Pero ese no es todo el problema, señala la prensa mexicana, que habla del culto armamentista de buena parte de la sociedad estadounidense: las palabras (y no acciones) de Biden tampoco evitan que los cárteles locales o internacionales de la droga adquieran de forma legal estas armas en armerías, supermercados y ferias para luego enviarlos a México, donde ocasionan miles de muertes cada año y representan un obstáculo  a los esfuerzos mexicanos para revertir la violencia. 

El gobierno de López Obrador insiste en llevar adelante una campaña jurídica  para responsabilizar por la vía civil a las compañías de armamentos que diseñan y venden sus productos a sabiendas de que serán usados por organizaciones criminales para segar vidas y desafiar al Estado mexicano, en su lucha contra la impunidad de quienes lucran con la muerte debe saludarse como una cuestión de principios, que solo sirve para eximir a los armeros y traficantes de armas de responder por los efectos de su actividad.

Biden llamó a los republicanos en el Congreso para que se unan a los demócratas en la prohibición de armas de asalto y cargadores de alta capacidad, los cuales permiten a los tiradores disparar gran cantidad de balas sin tener que recargar. 

Señaló que ya entregó más de 1.5 mil millones de dólares a estados y comunidades para hacer que las escuelas sean más seguras, mejorar el acceso a los servicios de salud mental y ayudar a los jóvenes a lidiar con el dolor y el trauma resultado de la violencia armada y el síndrome de estrés postraumático. El fondo incluye 14 mil especialistas contratados y capacitados para trabajar en las escuelas.

“Amigos, es momento una vez más de prohibir el arma tipo rifle AR-15. Cargadores de alta capacidad, no sólo son un arma de guerra, sino que son el mayor generador de ganancias para esa industria. Por eso los están vendiendo”, destacó, tras elogiar a los activistas que exigen una acción legislativa para restringir aún más su posesión.

Este año, la violencia armada ha cobrado la vida de más de 19 mil 500 personas en Estados Unidos y más de 11 mil por suicidio, según la ONG Gun Violence Archieve.

Para las comunidades fronterizas, no hay un límite real. Es que en Washington están asustados, y por ello decidieron construir un muro para protegerse no de los mexicanos sino, quizá, de su propia esquizofrenia… en nombre de la democracia y las libertades.

*Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente: https://estrategia.la/2023/06/17/eeuu-el-muro-y-la-esquizofrenia-por-las-drogas-que-consume-y-armas-que-vende/